XCII

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Louis no habló con Harry durante casi una semana. El tiempo pasó lento, en una nebulosa de dolor, confusión y agotamiento emocional. Apenas salió de la cama, y cuando lo hizo, fue solo para realizar lo mínimo: comer un bocado que sabía a nada, o ducharse sin apenas sentir el agua recorrer su piel. El departamento, que ya le había parecido vacío antes, ahora se sentía como una prisión.

No levantó ni un solo mensaje ni llamada. Su teléfono había estado vibrando constantemente durante los primeros días: más de setenta mensajes de Harry, de Zayn, incluso de sus hermanas. Todos queriendo saber cómo estaba, todos preocupados. Pero Louis no tenía fuerzas para responder.

Cuando Zayn tocó la puerta, Louis se quedó inmóvil, escuchando cómo insistía, rogando por entrar. Pero él no respondió. Lo mismo ocurrió con Harry. Louis lo oyó golpear la puerta durante horas, pero el dolor y la traición eran demasiado profundos. No podía enfrentarlo. No podía ver a su alfa después de lo que había visto.

Más de una docena de fotos habían circulado por internet en esos días, cada una más hiriente que la anterior. Fotos de Harry y Olivia, sonriendo, besándose, caminando juntos como si fueran la pareja perfecta. Louis observó cada una de ellas, una y otra vez, ampliándolas hasta que los detalles se volvían borrosos. En su mente, las imágenes se entrelazaban con recuerdos de su tiempo juntos, creando un contraste insoportable.

Se preguntaba una y otra vez si Harry era realmente su alfa. ¿Cómo podía un alfa hacer esto? ¿Cómo podía traicionarlo de esta manera, tan públicamente, sin ni siquiera intentar esconderlo? Louis había creído en las promesas de Harry, en su amor, en la conexión que habían construido, pero ahora todo parecía una mentira cruel.

Las lágrimas eran un compañero constante, incluso cuando pensaba que ya no podía llorar más. Su lobo interior se sentía débil, herido, y el nido que había construido con tanto cariño ahora le parecía un recordatorio doloroso de lo que había perdido.

Después de todo, la historia se había repetido. Harry había roto su corazón nuevamente, pero esta vez no había espacio para disculpas, ni para un perdón, ni para una segunda oportunidad. Louis había llegado al límite, al punto donde el dolor superaba cualquier intento de reconciliación. Ya era suficiente. No iba a poner su vida en riesgo por alguien que no había sabido valorar lo que tenían, no de nuevo.

El eco de la traición resonaba en su pecho, cada respiración pesada recordándole lo que había perdido. Pero más que eso, le recordaba lo que no podía permitirse perder: a sí mismo. Su lobo, su instinto, ese lado de él que había sido su refugio, su conexión más íntima con el amor y la lealtad, estaba debilitado. Demasiado golpeado por los intentos fallidos de mantenerse a flote en una relación que lo había ahogado en aguas oscuras.

Louis se sentía exhausto, como si hubiera estado nadando contra la corriente durante tanto tiempo, luchando por mantener la cabeza fuera del agua, pero sin saber nadar realmente. Cada esfuerzo por mantenerse a flote se sentía más pesado, cada intento de respirar más doloroso. No podía seguir sumergido en esa tormenta, no cuando todo su ser le pedía detenerse, dejar de luchar por algo que claramente no iba a salvarlos.

Era momento de dejar ir, de poner fin a ese ciclo que solo traía sufrimiento. Aunque su corazón todavía latía por Harry, ya no podía seguir rompiéndose por él. Tenía que sanar, aunque doliera, aunque sintiera que su lobo estaba roto por dentro. Sabía l
que, con el tiempo, podría reconstruirse, encontrar su propio camino, lejos de ese amor que lo había destruido una y otra vez.

Tal vez Louis estaba destinado a quedarse solo, después de todo, Harry era su alfa, su destinado. No sabía si alguien más podría amarlo de la misma manera, amarlo como omega, aceptar todas sus inseguridades y sus imperfecciones. El vínculo que habían compartido había sido tan profundo, tan intenso, que imaginar una vida sin Harry parecía imposible.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora