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—Omega, ¿estás despierto? —susurró Harry contra el cuello de Louis, su aliento cálido rozando la piel sensible de su pareja.

Ya estaban en la cama, acurrucados bajo las sábanas. El sueño estaba a punto de apoderarse de ellos, pero había algo que mantenía a Harry despierto, algo que lo hacía seguir buscando el confort en el cuerpo de su omega.

—Omega... —tarareó suavemente, su voz baja y profunda mientras inhalaba el aroma que siempre lo calmaba—. Hueles más dulce hoy... —dijo en un tono lleno de ternura, sus labios apenas rozando la suave piel de Louis.

La fragancia que siempre envolvía a Louis, esa clásica mezcla de miel y jengibre que era única de su omega, ahora se entremezclaba con otro aroma. Era casi imperceptible, un matiz que sólo un alfa como Harry podría notar. Un dejo de algo fresco, ligeramente ácido, que ahora flotaba en el aire entre ellos.

—Hueles a kiwi, amor... —murmuró Harry con una sonrisa, sus labios curvándose mientras mantenía la nariz en el cuello de Louis—. Es nuestro cachorro —añadió con una suavidad que sólo usaba con él, acariciando con dulzura el vientre redondeado de Louis.

Louis sonrió con los ojos cerrados, su mano cubriendo la de Harry sobre su abdomen.

—¿A kiwi? —susurró con una pequeña risa—. Supongo que se parece a su padre.

—No... —respondió Harry en un susurro, su voz profunda reverberando contra la piel de Louis—. Es único, como tú.

El lazo entre ellos vibraba con la cercanía de sus cuerpos, más fuerte que nunca, y con cada inhalación, Harry sentía que no sólo estaba conectado con Louis, sino también con el pequeño ser que crecía en su interior.

Louis soltó una suave risa, su pecho vibrando bajo la mano de Harry, aunque la ternura del momento lo envolvía por completo. Se sentía tan seguro entre los brazos de su alfa, tan amado y cuidado.

—¿Te imaginas cómo será? —preguntó Louis en voz baja, sus dedos acariciando la mano de Harry sobre su vientre—. Nuestro pequeño...

Harry sonrió, besando con delicadeza el hombro desnudo de Louis antes de responder.

—Va a ser perfecto —dijo sin dudarlo—. Sea lo que sea, beta, alfa u omega... será perfecto porque será nuestro.

Louis se acurrucó más contra Harry, relajándose con la calidez de su abrazo. Pero no pudo evitar pensar en el futuro, en cómo sería tener a su bebé en brazos, en las noches sin dormir, en las risas y los llantos.

Louis suspiró, dejando que las imágenes de su futuro juntos llenaran su mente. Los pequeños pies corriendo por la casa, las risas que resonarían en cada rincón y las noches donde se acurrucarían todos juntos bajo las mantas, creando su propio refugio.

—Va a cambiar todo —dijo Louis suavemente, como si el peso de la realidad apenas estuviera comenzando a asentarse. Pero no había miedo en sus palabras, solo expectación y algo de nerviosismo—. Ya puedo imaginar las noches sin dormir... pero no me importa.

Harry rió en silencio, su pecho vibrando contra la espalda de Louis. Deslizó su mano por el vientre redondeado de su omega, acariciando con cariño.

—Seremos un buen equipo —respondió Harry, su voz profunda y calmada—. Lo haremos juntos, cada paso.

Louis giró un poco el rostro, apenas lo suficiente para ver los ojos verdes de Harry brillando en la penumbra de la habitación.

—¿Y si no soy lo suficientemente bueno? —murmuró Louis, una vulnerabilidad inusual asomándose en su tono.

Harry frunció el ceño suavemente, inclinándose para presionar un beso en la frente de Louis.

—No digas eso. Eres el mejor, Lou —susurró Harry contra su piel—. Eres increíble, y nuestro bebé será el más afortunado de tenerte como papá.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora