CIV

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El sol brillaba intensamente sobre la costa, pero Harry se aseguró de que Louis estuviera perfectamente cómodo. Después de extender una manta suave sobre la arena, colocó dos sombrillas para darle suficiente sombra. Con delicadeza, untó protector solar en la piel pálida de Louis, sus manos deslizándose con cuidado por sus hombros, el vientre abultado y los brazos. Luego, le colocó un sombrero y unos lentes de sol grandes, besando su frente con suavidad, antes de sonreír satisfecho por su trabajo.

—Debo hacer un par de cosas con mi papá, pero volveremos pronto —le aseguró Harry, su voz suave y cariñosa, mientras acariciaba el vientre de Louis.

Louis suspiró, acomodándose más en la manta, disfrutando del aire fresco que venía del mar.

—¿Qué harán? —preguntó con curiosidad, levantando una ceja desde detrás de sus lentes de sol.

Harry sonrió con ese brillo travieso en los ojos, acercándose para dejar un suave beso en sus labios.

—Cosas de alfas... —respondió, el tono ligero y juguetón.

Louis resopló, sacudiendo la cabeza mientras sonreía, sabiendo que no obtendría más detalles.

—Está bien. Cualquier cosa, te llamo —dijo Louis finalmente, relajándose en la tranquilidad del lugar mientras veía a Harry y Desmond alejarse, dejándolo rodeado por la brisa marina y la sensación de seguridad que siempre le daba su alfa.

Harry y Desmond tenían una misión importante ese día: preparar la habitación del bebé. Mientras Louis descansaba en la playa, disfrutando del sol y la brisa, ellos se dirigieron de regreso a la casa para comenzar con los últimos preparativos.

—Vamos a pintar la habitación, armar la cuna y dejar todo perfecto para cuando Louis vuelva —dijo Harry mientras subía las mangas de su camisa y sacaba los botes de pintura y las herramientas.

—Es un buen plan —respondió Desmond, observando a su hijo con una sonrisa orgullosa. Aunque era un hombre de pocas palabras, podía ver lo emocionado que estaba Harry por la llegada del bebé y el futuro que estaba construyendo junto a Louis.

La habitación del bebé estaba vacía, con paredes listas para recibir la primera capa de pintura. Harry había elegido colores suaves, pensando en Louis y en lo que les gustaba a ambos: un tono de azul cielo, cálido y relajante.

—¿Por dónde empezamos? —preguntó Desmond, tomando uno de los rodillos mientras Harry abría el bote de pintura.

—Primero pintamos, luego armamos la cuna —dijo Harry con una sonrisa—. Quiero que todo esté perfecto cuando Louis lo vea.

Pasaron un par de horas entre bromas y concentración, pintando cada rincón con cuidado. Cuando terminaron con las paredes, Harry y Desmond se pusieron manos a la obra para armar la cuna. El proceso fue lento pero gratificante, y cuando terminaron, Harry se quedó un momento mirando el espacio.

—Está quedando hermoso —murmuró, pasando la mano por los barrotes de la cuna, imaginando al pequeño que pronto ocuparía ese lugar.

Desmond lo observó, conmovido por la dedicación y el amor que su hijo mostraba. Colocaron la ropa del bebé, los juguetes y los detalles finales. Todo estaba casi listo para recibir al nuevo miembro de la familia.

—Louis va a estar feliz —dijo Harry, ya ansioso por mostrarle todo a su omega.

—Y tú también deberías estarlo. Lo has hecho bien, hijo —respondió Desmond, dándole una palmadita en la espalda.

Harry sonrió, sintiendo que estaban un paso más cerca de ese futuro que tanto habían esperado.

Todo estaba perfectamente en su lugar: las pequeñas prendas ordenadas en el armario, los peluches acomodados en una repisa, y la cuna reluciente bajo la suave luz que entraba por la ventana.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora