LXXIV

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Cuando el calor volvió, esta vez fue para ambos, tan fuerte y abrumador como lo habían imaginado. El instinto y el deseo los consumieron durante horas, sus cuerpos entrelazados, moviéndose al unísono en una danza frenética de placer y necesidad. No hubo pausa, solo la urgencia de marcarse, reclamarse, hasta que el agotamiento finalmente los venció. Pasaron dos días completos en ese estado, sumergidos en el frenesí del celo.

Al caer rendidos, sus cuerpos sudorosos se acurrucaron uno junto al otro. La respiración de Louis era pesada, y aunque sus ojos se cerraban por el cansancio, el calor aún latía en su piel, persistente.

—Mhm, alfa... déjame dormir —susurró Louis, su voz entrecortada, mientras sentía la lengua de Harry deslizarse por su cuello, despertando de nuevo los nervios ya sensibilizados.

El cuerpo de Louis estaba todavía alerta, sensible a cada toque de su alfa, y sabía que probablemente seguiría así por un día más, quizás más. Cada roce, cada caricia lo hacía estremecer, su piel aún en llamas, como si el calor del celo no quisiera desaparecer del todo.

—Omega... —susurró Harry, su voz suave pero cargada de posesión mientras besaba con ternura la zona donde eventualmente debería estar su lazo, donde ahora solo reposaba una pequeña mordida de amor, una marca temporal, no la definitiva.

El toque de sus labios en la piel de Louis hizo que este se estremeciera, aunque su cuerpo estaba agotado, aún reaccionaba ante el calor de su alfa.

—Duerme... —murmuró Louis, apenas capaz de mantener los ojos abiertos mientras sentía el peso de Harry sobre él, su presencia reconfortante y protectora.

—Omega— Harry lo observó por un momento más, el brillo de sus ojos verdes regresando a su color habitual, suavizándose mientras el frenesí del celo seguía disipándose. Luego, en un susurro apenas audible, pero lleno de sinceridad, admitió:

—Te amo.

El corazón de Louis se aceleró ante esas palabras, aunque estaba demasiado cansado para responder de inmediato. Pero sabía que Harry lo sentía, que esas palabras no eran simples, sino una verdad que los conectaba en lo más profundo.

Harry sintió cómo Louis se tensaba debajo de él, y al escuchar el suave susurro de su confesión, notó un ligero cambio en la respiración de su omega. Louis, demasiado sensible para contener lo que sentía, se giró lentamente, sus ojos húmedos y llenos de emociones que no podía controlar.

Las lágrimas comenzaron a rodar por sus mejillas, sin poder detenerlas. Todo lo que había contenido durante esos días de celo, la intensidad, la conexión tan profunda, el amor que sentía por Harry, era demasiado para asimilar en ese momento.

—Lou... —murmuró Harry, su voz ahora cargada de preocupación, mientras intentaba acariciar suavemente el rostro de su omega, limpiando sus lágrimas con el pulgar.

—Lo siento... —Louis sollozó, su voz temblorosa—. Estoy... tan sensible... no puedo controlarlo...

Harry se inclinó hacia él, presionando un beso suave y reconfortante en la frente de Louis.

—No tienes que disculparte, amor —le susurró Harry—. No pasa nada. Solo... deja que lo sientas. Estoy aquí contigo.

Louis asintió entre lágrimas, apoyándose en el pecho de Harry, buscando su calor, su protección. Estaba tan vulnerable en ese momento que las palabras de Harry lo hicieron llorar más, pero esta vez de alivio. Sabía que no estaba solo, que podía ser él mismo, con todas sus emociones a flor de piel, y que su alfa lo aceptaba, lo amaba tal como era.

—Yo también te amo... —admitió finalmente Louis, su voz ahogada por las lágrimas, mientras se aferraba a Harry con fuerza, buscando consuelo en su abrazo.

Harry lo mantuvo cerca, sin decir más, solo sosteniéndolo, permitiendo que Louis liberara todo lo que tenía dentro. Y en ese silencio compartido, Louis supo que estaba exactamente donde debía estar: en los brazos de quien más lo amaba.

—Te amo, omega. Me haces el hombre más feliz del mundo —murmuró Harry con la voz suave, dejando un beso delicado en la coronilla de Louis—. Gracias por haberme dado una segunda oportunidad.

Louis, aún acurrucado en el pecho de Harry, dejó escapar un pequeño susurro, casi entre dormido, pero lleno de sinceridad.

—Mgm... tú también me haces feliz...

Para Louis, esas palabras no eran nuevas, no eran algo que acababa de descubrir. Había amado a Harry desde que tenía memoria. Ese amor había crecido con el tiempo, arraigado en su corazón de una manera tan profunda que, aunque hubieran pasado por momentos difíciles, su amor siempre estuvo allí, latente, esperando.

No era una revelación. Amarlo era algo natural, algo que siempre había estado en él. Y ahora, en los brazos de Harry, todo tenía sentido, como si este momento hubiera sido el destino que siempre había esperado.

Harry lo sintió, esa verdad que Louis no necesitaba decir. Estaba en la forma en que lo miraba, en la manera en que su cuerpo se relajaba junto a él, en la forma en que lo aceptaba con todas sus imperfecciones.

—Nunca dejaré que te arrepientas de esto, Lou —prometió Harry, su voz cargada de emoción mientras acariciaba el cabello de su omega—. Lo que sea que venga, lo enfrentaremos juntos. Siempre.

Louis asintió ligeramente, sus ojos pesados por el cansancio pero con una pequeña sonrisa en sus labios. Sabía que esa promesa no era solo palabras vacías. Harry siempre había sido su hogar, y ahora más que nunca, ese sentimiento lo envolvía, brindándole paz.

Y muchos dirán que fue apresurado, que el celo nubla sus mentes y que ese amor no es real. Que la intensidad del momento no es más que una respuesta biológica, una necesidad pasajera. Pero, al final, digan lo que digan, ese amor es real. Por lo menos, el amor de Louis es el más real de todos, profundo y sincero, tan antiguo como sus propios recuerdos.

Para él, no había confusión, ni celo que pudiera cambiar lo que sentía. Y bueno, ¿cómo un alfa como Harry no caería rendido ante un omega como Louis? Louis, con su corazón desbordante de amor y su fuerza silenciosa, era irresistible. Harry no tuvo más opción que sucumbir a ese amor tan puro, tan imponente, que lo envolvía por completo.

Porque lo que tenían no era simplemente la consecuencia de un impulso, era algo más grande, más fuerte que cualquier instinto. Y aunque el mundo pudiera cuestionarlo, ellos sabían la verdad. Estaban hechos el uno para el otro, y nada ni nadie podría cambiar eso.

Podrían preguntarle a Louis: ¿Tanto dolor pasado valió la pena? Y Louis, sin dudarlo, diría que sí. Que cada lágrima derramada en silencio, cada noche sumido en la oscuridad, había valido la pena. Porque, aunque durante años había deseado con todo su ser que ese alfa lo viera de la misma manera en que él lo veía, había aprendido que el amor verdadero no siempre llega cuando lo esperas, pero llega con una fuerza arrolladora cuando es el momento.

Claro, aquel alfa que una vez le destrozó el corazón fue también el que más tarde lo sanó. Louis entendía que ese dolor era parte de su camino, que todo lo que había sufrido lo había moldeado, haciéndolo más fuerte, más capaz de amar. Y ahora, al mirar a Harry, sabía que su paciencia, su amor incondicional, y su espera no habían sido en vano. Harry, finalmente, lo había visto, no solo como un omega, sino como la persona que siempre había sido.

Louis reconocía que el camino había sido difícil, pero también sabía que ese dolor lo llevó al lugar donde estaba ahora, en los brazos de Harry, donde siempre había querido estar.

1265 palabras

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora