XLIV

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Pasó casi un mes y medio desde que Louis dejó su trabajo con Harry, y durante ese tiempo, se dedicó a encontrar un nuevo propósito. Finalmente, una oportunidad apareció cuando un destacado empresario se puso en contacto con él. Este empresario no era otro que Alessandro Michele, el renombrado exdirector creativo de Gucci, conocido por su influencia en el mundo de la moda y su aguda visión estética.

Alessandro Michele, impresionado por el trabajo de Louis, le propuso presentar sus fotografías en una galería. Esta oferta no solo era una oportunidad para que Louis mostrara su talento, sino también un trampolín hacia nuevas alturas en su carrera. El hecho de que alguien con el prestigio de Michele reconociera su trabajo y quisiera ofrecerle una plataforma para exponer sus fotografías era un sueño hecho realidad para Louis.

Con esta nueva posibilidad a la vista, Louis comenzó a prepararse para su presentación, emocionado y ansioso por esta nueva etapa en su vida profesional. Este proyecto no solo representaba un nuevo comienzo, sino también una afirmación de su talento y una oportunidad para establecerse en el mundo de la fotografía de una manera significativa.

Aunque bueno...esto no significaba que estaba todo bien. Louis seguía asistiendo a terapia, tomando sus medicinas, teniendo ataques de pánico y, sí, evadiendo a Harry Styles a toda costa.

Cuando una de sus canciones se presentaba en la radio, simplemente corría a cambiarla; por eso ya no escuchaba la radio tan a menudo. Además, evadía sus llamadas y mensajes, que seguían apareciendo en su bandeja de entrada, pero no había leído ni uno desde el día que presentó su renuncia.

Había enviado un depósito para Jeff, redactándole un correo extremadamente detallado, agradeciéndole por la calidad y el hermoso trabajo que fue. Le expresó lo honrado que se sintió por la oportunidad y aseguró que no cambiaría nada de ello. También mencionó lo increíble que fue el equipo y les agradeció desde lo profundo de su corazón por la experiencia.

A pesar de los avances profesionales, Louis sabía que su bienestar mental era un proceso continuo. Pero, paso a paso, se sentía más fuerte y preparado para enfrentar lo que viniera.

Oh bueno... se sentía preparado hasta que su celo llegó nuevamente. Luego de cuatro meses y medio, el celo arrasó con todo. Louis podría decir que fue el peor celo de su vida.

Definitivamente se había asustado muchísimo cuando entró en celo; nunca había sentido tanto dolor en su vida. No era solo el deseo de tener sexo, definitivamente no. Era dolor, era fuego en su interior, lava quemando en su sangre.

Louis se retorcía en su cama, abrazando las almohadas empapadas en sudor y lágrimas, deseando que el tormento terminara. Había llorado, gritado, rezado y llamado con todo su ser a su alfa, a ese alfa que nunca apareció.

El sufrimiento era insoportable. Cada célula de su ser clamaba por un alivio que no llegaba. Su cuerpo se sentía como si estuviera en llamas, su piel ardía, su mente estaba nublada y solo podía pensar en una cosa: el alivio que solo un alfa podía proporcionarle. Intentó todas las técnicas de respiración que su terapeuta le había enseñado, pero nada parecía funcionar. El dolor y la desesperación eran demasiado abrumadores.

En un momento de claridad, pensó en llamar a Zayn, pero sabía que su amigo estaba en medio de un proyecto importante y no quería interrumpirlo. Además, ¿qué podría hacer Zayn? No era su alfa. La idea de contactar a Harry pasó por su mente, pero rápidamente la desechó. Harry ya no formaba parte de su vida y debía aprender a manejar esto solo.

El dolor se hizo más intenso, como si miles de agujas calientes se clavaran en su piel. El sudor empapaba sus sábanas, su respiración se volvía cada vez más errática, y sus pensamientos se dispersaban en un torbellino de desesperación. Louis buscó en su teléfono el contacto de su terapeuta, pero no pudo reunir la fuerza para llamar. Su cuerpo temblaba incontrolablemente, y cada músculo parecía estar al borde del colapso.

Las situaciones como esta solo le recordaban lo débil que era, el patético y frágil omega que siempre sería, y la sensación de que nunca podría salir de ello lo consumía. Louis no creía que fuera normal sentir tanto dolor, hasta respirar le dolía. Solo quería que el dolor cesara, terminar con todo.

Las paredes de su habitación parecían cerrarse sobre él, aumentando su claustrofobia y su sensación de asfixia. Los recuerdos de Harry se mezclaban con el ardor de su celo, creando una espiral de dolor físico y emocional que parecía no tener fin.

Cuando intentó levantarse de su cama para tomar un par de pastillas, su cuerpo cayó desplomado al suelo. Sintió el impacto contra la alfombra, pero el dolor del golpe fue nada comparado con el fuego que ardía dentro de él. Su visión se nubló y la habitación empezó a girar. Los sonidos a su alrededor se volvieron distantes y confusos mientras la oscuridad se apoderaba de él.

Desvaneciéndose al instante, por lo menos el dolor había terminado. Al menos, en ese momento, encontró un respiro en la inconsciencia. Pero la pregunta persistía: ¿era realmente un alivio, o simplemente el preludio de otro ciclo de sufrimiento?

Su cuerpo seguía allí, tirado en el suelo, sin saber que el costado derecho de su cabeza había comenzado a sangrar por el golpe. Una mancha oscura se expandía lentamente sobre la alfombra, pero para Louis, nada de esto importaba en ese momento.

En el limbo de la inconsciencia, el dolor había desaparecido. La fiebre de su cuerpo ya no existía y el anhelo de buscar a su alfa se había apagado por completo. Estaba sumido en un vacío donde el sufrimiento no tenía cabida, una especie de paz macabra que lo alejaba de la realidad.

La habitación permanecía en silencio, interrumpido solo por el goteo lento de su sangre y el tic-tac distante de un reloj. Los recuerdos y las emociones que antes lo atormentaban se habían desvanecido en la neblina de su mente. En ese espacio, donde el tiempo parecía haberse detenido, Louis flotaba en una calma inquietante.

Mientras tanto, el mundo exterior seguía su curso. Las llamadas y los mensajes sin respuesta en su teléfono continuaban acumulándose, ajenos a la crisis que Louis estaba atravesando. Nadie sabía lo que estaba pasando dentro de esa habitación cerrada, donde el silencio y la soledad reinaban.

Y así, en el umbral entre la vida y la inconsciencia, Louis permaneció, ajeno al mundo, sumido en un abismo silencioso.

La mañana siguiente llegó sin piedad. La luz del sol se filtraba a través de las cortinas, iluminando el caos que era la habitación de Louis. El sonido del teléfono, vibrando insistentemente sobre la mesa de noche, fue lo primero que rompió el silencio.

El zumbido persistente finalmente logró abrirse paso en la bruma de su mente. Con un esfuerzo titánico, Louis entreabrió los ojos, pero todo parecía borroso y distante. El dolor había regresado, no solo el físico, sino el emocional, desgarrador, crudo.

El teléfono dejó de vibrar solo para comenzar de nuevo un momento después. Con un quejido, Louis estiró la mano hacia el dispositivo. Su visión borrosa enfocó lentamente el nombre en la pantalla: Zayn.

Usando lo poco de fuerza que tenía, Louis deslizó el dedo por la pantalla para responder.

—¿Lou?—la voz preocupada de Zayn llenó el silencio de la habitación—Louis, ¿estás ahí?

—Zayn...—su voz salió como un susurro quebrado—me duele.

—¿Dónde estás? Dime dónde estás—la voz de Zayn estaba cargada de preocupación y urgencia.

Louis intentó responder, pero las palabras se le atragantaron en la garganta. Sentía las lágrimas correr por su rostro, mezclándose con el sudor y la sangre seca.

—Voy para allá—dijo Zayn, su determinación evidente—No te muevas, Lou. Estoy en camino.

El tiempo pareció arrastrarse mientras Louis esperaba, cada minuto una eternidad. Los recuerdos de los últimos días lo golpeaban con fuerza y todo parecía demasiado para soportar.

Finalmente, escuchó el sonido de la puerta siendo forzada desde fuera. Zayn irrumpió en la habitación, su rostro pálido de preocupación. Sin decir una palabra, corrió hacia Louis y lo envolvió en un abrazo protector.

—Te tengo, Lou. Estoy aquí—murmuró Zayn, sosteniéndolo con fuerza.

Louis se aferró a su amigo, sintiendo cómo el peso de su dolor comenzaba a aligerarse un poco.



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Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora