XCVII

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Iban a mudarse a Italia, a la ciudad dorada, donde el sol acaricia cada rincón y el aire huele a olivos y vino. La villa de Harry, un refugio en medio de la campiña, prometía ser un nuevo comienzo, un lugar donde podrían sanar y encontrar la paz que tanto necesitaban. Harry lo había planeado todo en silencio, queriendo alejarse de las garras de su vida pública, de las amenazas, de todo lo que había arruinado lo que más amaba.

Durante ese tiempo, Harry casi desapareció del mundo. Apagó su teléfono, eliminó su ubicación y cortó todo contacto con su equipo, dejando de lado cualquier responsabilidad o compromiso. Los días se convirtieron en una rutina monótona de preocupación y espera, pero no le importaba. Su prioridad era Louis y el pequeño ser que estaban esperando. No podía permitirse distracciones, no mientras su vida estaba pendiendo de un hilo.

Después de casi un mes de hospitalización, finalmente le habían dado el alta a Louis. El cuerpo del omega había comenzado a sanar, aunque su alma todavía cargaba con un peso enorme. La recuperación había sido lenta, tanto física como emocionalmente, y aunque estaba listo para irse, Louis no estaba del todo seguro de lo que les esperaba a él y a Harry.

La relación entre ellos no había vuelto a ser la misma desde aquel día en que la verdad salió a la luz. Había una distancia palpable, un abismo que ninguno de los dos sabía cómo cruzar. Aunque compartían espacio, había una barrera invisible que los mantenía separados. Los besos, esos que solían ser la manera en que se comunicaban sin palabras, habían desaparecido por completo. No se habían besado desde entonces, y cada vez que sus miradas se cruzaban, había una mezcla de dolor, arrepentimiento y un anhelo silencioso por lo que alguna vez tuvieron.

Louis, aún débil, caminaba lentamente hacia la salida del hospital, acompañado por Zayn, quien se había mantenido a su lado en todo momento. Harry estaba allí también, a unos pasos detrás, observando en silencio. Su mirada seguía cada movimiento de Louis, como si temiera que pudiera desaparecer en cualquier momento. Sabía que no podía forzar nada, que la herida que había causado no se curaría de la noche a la mañana.

Subieron al auto en silencio, el aire estaba cargado de tensión, pero también de un atisbo de esperanza. El viaje a la villa sería largo, y aunque no sabían qué les esperaba en Italia, ambos comprendían que ese lugar era su única oportunidad de volver a encontrarse, de descubrir si aún quedaba algo que pudiera salvarse entre ellos.

Harry miraba de reojo a Louis desde el asiento del conductor, sin atreverse a decir nada. En su mente, pasaba una y otra vez el recuerdo de todo lo que había sucedido, de las promesas que había roto y del futuro incierto que ahora les aguardaba. Sabía que lo único que podía hacer era darle tiempo y espacio, dejar que Louis decidiera por sí mismo cuándo, o si, volverían a ser lo que fueron.

El viaje hacia Italia representaba más que una simple mudanza; era un escape, una búsqueda desesperada por restaurar lo que había sido destruido.

El viaje a Italia fue agotador, una combinación de vuelos interminables, trayectos en auto, y momentos cargados de silencio y emociones. Había algo en el aire que hacía que todo se sintiera más pesado de lo que realmente era. Las tensiones no se disipaban con la distancia; más bien, parecían crecer con cada kilómetro que recorrían.

Primero, el vuelo desde Londres había sido largo y tenso. Louis se sentó junto a la ventana, mirando el paisaje cambiar lentamente mientras el avión atravesaba las nubes. No dijo mucho durante el vuelo, y Harry, sentado a su lado, tampoco se atrevió a iniciar una conversación. Cada vez que sus miradas se cruzaban, sentían un nudo en la garganta, algo que ni siquiera sabían cómo desatar.

En algún momento del viaje, Louis se quebró, las lágrimas empezaron a caer silenciosamente por sus mejillas. No dijo nada, pero Harry lo notó de inmediato. Intentó ofrecerle su mano, pero Louis la rechazó suavemente, como si aún no estuviera listo para aceptar consuelo. No era un rechazo total, pero le recordaba a Harry que las heridas seguían abiertas y que necesitarían tiempo.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora