XIV

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Los rayos de sol se filtraban a través de las cortinas blancas de la habitación, bañando todo con una luz suave y cálida. Louis abrió los ojos lentamente, parpadeando contra la luz que iluminaba el espacio. Se sentía sorprendentemente tranquilo, aunque aún no comprendía del todo por qué.

El calor en su espalda era reconfortante, pero también inquietante. Se giró lentamente, con la respiración entrecortada, y vio la figura de Harry recostada en la cama, su rostro tranquilo en el sueño. Su cabello rizado estaba revuelto de manera despreocupada sobre la almohada, y sus rasgos relajados lo hacían parecer más joven y vulnerable de lo que Louis estaba acostumbrado a verlo.

El omega se quedó paralizado por un momento, su mente luchando por procesar la presencia del alfa a su lado. Quería gritar, quería huir, pero algo en la tranquilidad de la escena lo mantuvo inmóvil, observando a Harry con una mezcla de temor y curiosidad.

Sin embargo, cuando intentó apartarse de la cama, se enredó con las sábanas y terminó cayendo torpemente al suelo. El ruido del golpe resonó en la habitación, rompiendo la paz de la mañana y despertando a Harry de su sueño.

El rizado, al despertar con el ruido súbito, parpadeó somnoliento, tratando de orientarse en la habitación. Miró hacia los lados buscando a Louis, pero no lo encontró en la cama. La confusión se apoderó de él hasta que escuchó un leve quejido proveniente del suelo.

Con una mezcla de preocupación y sorpresa, Harry se sentó en la cama y miró hacia abajo. Allí estaba Louis, enredado entre las sábanas y el suelo, con una expresión entre avergonzada y dolorida en el rostro. Sin pensarlo dos veces, el alfa se inclinó rápidamente para ayudar a Louis a levantarse.

—¿Estás bien? —preguntó Harry con tono preocupado mientras ayudaba a Louis a incorporarse.

Louis, todavía aturdido por la caída y la presencia repentina de Harry, asintió con un gesto débil. Se levantó con la ayuda del alfa, sintiendo el calor de su mano en la suya.

—Yo-em, ¿qué haces aquí? —preguntó Louis, parpadeando lentamente.

—Lo siento, no quería asustarte —se disculpó, su voz suave y tranquila contrastaba con la confusión en sus ojos verdes—. Escuché... tu llanto. Quise asegurarme de que estuvieras bien.—

Louis se sintió abrumado por la honestidad y la preocupación en la voz de Harry. Un nudo se formó en su garganta mientras luchaba por encontrar las palabras adecuadas para responder.

Harry se disculpó apresuradamente.

—Yo... yo lo siento; ya me voy. Es que... yo, em, la puerta estaba abierta y no... perdón. No debí, yo, mejor me voy —balbuceó antes de darse la vuelta para salir de la habitación.

Observó a Harry salir de la habitación y luego miró a su alrededor, preguntándose cómo había terminado en esa situación. Sus pensamientos se convirtieron en un torbellino de emociones mientras se sentaba en la cama, tratando de procesar lo que acababa de suceder.

Louis se levantó de la cama con un suspiro pesado, sus ojos se deslizaron hacia el reloj de la mesita de noche, cuya luz digital parpadeaba en un tono azulado en la penumbra de la habitación. Dos horas. Tenían solo dos horas antes de dirigirse al aeropuerto para el próximo vuelo a Toronto.

El aire en la habitación estaba impregnado con el aroma a Harry, con el aroma a ellos. Louis sabía que no podía permitirse quedarse atrás en los preparativos. Caminó con paso rápido hacia la maleta abierta en la esquina de la habitación, donde las prendas de ropa se apilaban desordenadamente.

El sonido lejano de las maletas rodando por el pasillo del hotel llegaba a través de la puerta entreabierta, recordándole la prisa que necesitaban mantener. Sin perder más tiempo, se sumergió en la tarea de organizar sus pertenencias.

Louis se sintió aliviado al finalizar la tarea de organizar su ropa y equipos en las maletas. Con un suspiro de satisfacción, cerró las cremalleras y se dirigió hacia el lobby del hotel, donde las maletas del resto del personal estaban apiladas, esperando ser cargadas en el autobús.

Al pasar por el lobby, saludó a Rebecca con una sonrisa rápida y se encaminó hacia el comedor en busca de un poco de café para empezar el día. El aroma tentador del café recién hecho flotaba en el aire, invitándolo a recargar sus energías para el largo día que tenían por delante.

El viaje de una hora y media pasó tan rápido que Louis apenas notó cuándo el avión había aterrizado y ya estaban subidos en la camioneta rumbo al hotel.

—Reb... ¿a qué hora tiene Harry ensayo? —cuestionó apenas llegaron al hotel, con el zumbido del viaje aún resonando en sus oídos.

—Él, eh, en tres horas —informó Rebeca, consultando el reloj—. Aunque Harry mencionó algo sobre no dejarte salir del hotel, que te estaba dando un día libre.—

—¿Qué? —Louis arqueó una ceja, sorprendido.

—Algo sobre que necesitabas un día de spa, no estoy segura. Pero dijo que deberías tener un día libre porque lo mereces. Hablaba de reconectar con tu familia, no estoy segura de entenderlo del todo.—

Louis asintió, procesando la información. —Supongo que tiene sentido— murmuró para sí mismo. Aunque no podía evitar sentirse un poco desconcertado por la idea de un día libre de repente.

Se dirigió a su habitación, dejando su equipaje y sus cámaras en un rincón antes de dejarse caer en la cama. Aunque la idea de un día libre era tentadora, su mente seguía revoloteando con pensamientos sobre el trabajo y las próximas actuaciones. Sin embargo, una parte de él ansiaba el descanso y la oportunidad de relajarse, especialmente después de las últimas semanas de intenso trabajo.

Se preguntó qué haría con su día libre. Tal vez aprovecharía para explorar un poco la ciudad, o simplemente se quedaría en el hotel y se mimaría un poco. De cualquier manera, decidió dejar que el día fluyera y ver a dónde lo llevaba.

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