XXIV

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La semana pasó y ya habían llegado a Nueva York. Louis sentía a su omega en su pecho, y temía que en cualquier instante se activara y no pudiera controlarlo.

Sabía que su celo estaba a la vuelta de la esquina, y con cada día que pasaba, la sensación se volvía más intensa. Su omega gruñía dentro de él, ansioso y demandante. Louis intentaba mantener la calma, pero sabía que debía tomar medidas antes de que fuera demasiado tarde.

Así que tomó sus supresores, esos supresores fuertes que odiaba. Le provocaban náuseas, pero era una preocupación necesaria. Necesitaba controlarse, controlar a su omega y a su instinto.

Después de tomar la dosis, se recostó en la cama de su habitación de hotel, tratando de respirar profundamente y calmarse. Sabía que los efectos tardarían un poco en hacer efecto, y mientras tanto, debía mantenerse ocupado.

Se levantó y comenzó a prepararse para el día. Se vistió con ropa cómoda y salió a buscar algo de comer. Necesitaba distraerse y asegurarse de que no se encontraba cerca de Harry o de cualquier otro alfa que pudiera detectar su condición.

Caminó por las calles de Nueva York, disfrutando del bullicio y la energía de la ciudad. Sin embargo, la sensación persistente en su pecho no se desvanecía por completo. Louis sabía que debía ser cuidadoso.

De regreso en el hotel, se encontró con Rebecca en el vestíbulo. La beta lo saludó con una sonrisa y una ligera preocupación en sus ojos.

—Lou, ¿estás bien? Te ves un poco pálido —comentó, examinándolo con atención.

—Sí, estoy bien. Solo un poco cansado, nada de qué preocuparse —respondió Louis, tratando de sonar convincente.

Rebecca asintió, aunque su preocupación no se desvaneció del todo—. Bueno, asegúrate de descansar y tomar suficiente agua, ¿sí?—

—Lo haré, gracias —respondió Louis, agradecido por su preocupación.

Subió a su habitación y decidió pasar el resto del día descansando. Se recostó en la cama y trató de mantener su mente ocupada, viendo una película en su laptop. Sin embargo, sus pensamientos seguían volviendo a Harry y al inevitable encuentro con su omega.

A medida que pasaba el tiempo, los supresores comenzaron a hacer efecto, y Louis sintió que su ansiedad disminuía un poco. Se permitió relajarse, sabiendo que al menos por ahora, tenía el control.

Justo cuando empezaba a sentirse un poco más tranquilo, su teléfono vibró con un mensaje. Lo revisó y vio que era de Harry.

Harry: Hey, Lou. ¿Como estas? Todos están yendo a cenar esta noche. ¿Te unes?

Louis dudó por un momento. Sabía que debía ser cauteloso, pero también sabía que no podía evitar a Harry para siempre. Tomó una respiración profunda y respondió.

Louis: Sí, estaré allí. Gracias por avisar.

Sabía que sería una noche desafiante, pero también sabía que tenía que enfrentar sus miedos y controlar a su omega. Era una batalla constante, pero una que estaba decidido a ganar.

Se preparó para la cena, consciente de cada sensación en su cuerpo, y se dirigió al restaurante donde se encontrarían con el resto del equipo. Sabía que debía mantenerse fuerte, por su bien y por el de todos los demás.

Louis llegó al restaurante un poco antes de la hora acordada. La atmósfera animada y el bullicio de la ciudad ayudaban a distraer su mente de los pensamientos sobre su omega. Encontró una mesa vacía y se sentó, esperando a que llegaran los demás.

Poco a poco, el equipo comenzó a llegar. Rebecca fue una de las primeras en aparecer, seguida de algunos otros miembros del personal. Finalmente, Harry llegó con su característico aura de confianza y sonrisa encantadora. Louis sintió un ligero temblor en su pecho, pero se obligó a mantener la compostura.

Harry lo vio y se acercó con una sonrisa.

—¡Lou! Me alegra que hayas venido —dijo, sentándose a su lado.

—Gracias, Harry.—respondió Louis, tratando de sonar lo más relajado posible.

La cena transcurrió de manera agradable, con conversaciones animadas y risas por doquier. Louis se unió a la charla, aunque una parte de su mente siempre estaba alerta, consciente de cada movimiento de Harry y del aroma que emanaba de él. Su omega interior estaba inquieto, pero los supresores ayudaban a mantenerlo bajo control.

En un momento de la cena, Harry se inclinó hacia él, su voz suave.

—Si en algún momento necesitas un descanso o si no te sientes bien, dímelo. No tienes que quedarte si no quieres.

Louis asintió, agradecido por la preocupación de Harry—. Gracias, Harry. Lo aprecio.

La cena continuó, y aunque Louis disfrutaba de la compañía de sus colegas, no podía evitar sentirse un poco aislado. Sabía que estaba luchando una batalla interna, una que no podía compartir con nadie más en ese momento.

Después de la cena, el grupo decidió dar un paseo por la ciudad. Louis estaba a punto de excusarse y regresar al hotel cuando Harry se acercó de nuevo.

—Vamos, Lou. Un paseo nos hará bien a todos —dijo Harry, su tono amistoso y persuasivo.

Louis vaciló un momento, pero finalmente cedió—. Está bien, vamos.

El grupo caminó por las calles de Nueva York, disfrutando de la noche fresca y las luces brillantes de la ciudad. Louis se encontró caminando junto a Harry, sus pasos sincronizados.

—Es una ciudad increíble, ¿verdad? —comentó Harry, mirando a su alrededor.

—Sí, lo es —respondió Louis, tratando de mantener la calma.

Mientras caminaban, Louis no podía evitar notar lo cerca que estaba de Harry, lo que hacía que su omega se agitara ligeramente. Trató de concentrarse en la conversación y en la vista de la ciudad, pero no podía evitar que sus pensamientos volvieran a su situación.

A medida que avanzaban, un grupo de fans reconoció a Harry y corrió hacia él, pidiendo fotos y autógrafos. Harry sonrió y se detuvo para complacerlos, posando para las fotos y charlando amablemente. Louis se quedó a un lado, observando la escena con una mezcla de admiración y nerviosismo.

—¡Harry! ¡Por favor, una foto!— exclamó una fan emocionada, sosteniendo su teléfono.

—Claro, no hay problema —respondió Harry, sonriendo mientras se inclinaba para la foto.

Después de unos minutos, Harry se despidió de las fans y volvió a unirse a Louis.

—Perdón por eso. A veces es difícil moverse sin ser reconocido —dijo Harry, riendo ligeramente.

—No te preocupes. Es parte del trabajo, ¿no? —respondió Louis, tratando de sonar despreocupado.

De regreso al hotel, el grupo se despidió en el vestíbulo, y Louis se dirigió a su habitación. Sentía el agotamiento apoderarse de él, tanto física como emocionalmente. Entró a su habitación y se dejó caer en la cama, exhalando profundamente.

Sabía que la batalla no había terminado, pero al menos había logrado pasar el día sin incidentes. Mañana sería otro día, y tendría que enfrentarlo con la misma determinación.

Antes de cerrar los ojos, su teléfono vibró con otro mensaje de Harry.

Harry: Gracias por acompañarnos esta noche. Espero que te sientas mejor. Buenas noches, Lou.

Louis sonrió ligeramente y respondió.

Louis: Gracias, Harry. Buenas noches.

Apagó su teléfono y cerró los ojos, dejándose llevar por el sueño, sabiendo que mañana sería otro día de lucha, pero también de oportunidades.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora