LXXXIV

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Pasaron dos semanas de pura calma, en las que Louis prácticamente se había mudado a la casa de Harry. Todo iba tan bien que parecía sacado de una película. La casa estaba llena de una quietud cálida y familiar, casi demasiado perfecta para ser real.

—Omega —murmuró Harry, con su voz ronca contra la piel de Louis, mientras lo mantenía cerca—. Te amo mucho.

Era como si fueran una pareja de ancianos, acurrucados en el sofá, viviendo en su pequeño mundo. Después de casi un año lleno de caos y agotamiento con el mega tour de Harry, lo único que necesitaban ahora era esta paz. No había nada más que las caricias lentas, los besos suaves y las palabras de amor que intercambiaban en murmullos.

Habían pasado tanto tiempo corriendo de un lado a otro, enfrentando el estrés y la presión, que esas semanas de pausa parecían un pequeño refugio. Los dos se entregaban completamente al momento, olvidando todo lo que los rodeaba, disfrutando del simple placer de estar juntos.

—Podríamos quedarnos así para siempre —susurró Louis, sin abrir los ojos, con una sonrisa perezosa en los labios mientras Harry lo abrazaba más fuerte.

Y quizás, en ese pequeño rincón de su mundo, no necesitaban nada más.

Y allí fue cuando el tranquilo silencio se rompió abruptamente. El teléfono de Harry comenzó a sonar, interrumpiendo el suave ritmo que habían creado entre susurros y caricias. Louis abrió un ojo, apenas consciente, mientras Harry suspiraba y alcanzaba el celular, su expresión cambiando a medida que veía el nombre en la pantalla.

—¿Qué, Niall? —contestó Harry con voz apagada, tratando de mantener la calma y no soltar un gruñido.

—Dime que no interrumpí el sexo con tu omega, porque estoy afuera de tu casa. Abreme.

Harry soltó un largo suspiro y rodó los ojos, cubriendo el rostro con su mano mientras Louis se reía silenciosamente a su lado, claramente disfrutando de la situación.

—Genial —murmuró Harry—, nuestro descanso perfecto ha terminado.

Harry se levantó lentamente del sofá, dejando escapar un suspiro pesado mientras Louis se acurrucaba más en su lugar, observándolo con una sonrisa divertida. El alfa se estiró antes de caminar hacia la puerta, con su torso desnudo, mostrando sus tatuajes, y solo llevando un pantalón deportivo negro que colgaba ligeramente de sus caderas. Completaba la imagen con unas pantuflas azules que chocaban suavemente contra el suelo mientras avanzaba.

—Voy, voy... —murmuró en voz baja, pasando una mano por su cabello despeinado.

Al llegar a la puerta, la abrió de golpe, encontrándose con un Niall que lo miraba de arriba abajo con una ceja levantada y una sonrisa pícara.

—¿Esas son tus pantuflas de casa, Styles? —bromeó Niall, cruzándose de brazos mientras intentaba no reírse.

Harry lo fulminó con la mirada, pero no pudo evitar una pequeña sonrisa.

—¿Qué quieres, Niall? —dijo, haciéndose a un lado para que pasara—. Estamos en modo descanso total.

Niall entró, sonriendo con descaro. —Lo sé, hombre, pero extrañaba verte. ¡Parece que estás viviendo la vida, eh! Necesito conocer a tu omega!!

Harry sonrió con cierta incomodidad, rascándose la nuca mientras cerraba la puerta detrás de Niall. —Sí, bueno... ya lo conocerás, pero está descansando ahora. —Se encogió de hombros—. Sabes cómo es después de unas semanas intensas.

Niall levantó las cejas con curiosidad, mirando hacia el interior de la casa. —¿Me estás diciendo que tu omega está aquí ahora? Vamos, solo quiero saludarlo, no voy a morder.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora