LXXXV

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Nunca habían experimentado algo tan desenfrenado, tan brutalmente apasionado como aquella noche. El sexo había sido puro instinto, una conexión feroz que parecía no tener fin, sus cuerpos hablando un lenguaje propio, más allá de las palabras. Ahora, con la calma regresando, ambos yacían sobre el nido que Harry había armado cuidadosamente, como si fuera un refugio para ellos dos.

Louis, desnudo y completamente relajado, estaba boca abajo, medio dormido, con su rostro hundido en las almohadas. El calor de su piel aún brillaba, sus músculos estaban flojos y tranquilos después de la intensidad. Harry, acostado junto a él, deslizó su mano lentamente por la suave curva de su espalda baja, deteniéndose justo donde comenzaban sus nalgas.

Los dedos del alfa trazaban círculos pequeños y perezosos, como si no quisiera perder ni un segundo de contacto con él. El ambiente estaba lleno de esa intimidad post-coital que envolvía todo a su alrededor en un silencio cálido y reconfortante.

Sin embargo, el reloj no se detenía, y el mediodía estaba cada vez más cerca. En poco tiempo tendrían que levantarse y vestirse para ir a la casa de la madre de Harry, aunque ninguno de los dos parecía tener prisa.

—Sube esa mano, Styles— murmuró Louis, con la voz ronca y adormilada, apenas despegando su rostro de la almohada unos centímetros. Sus palabras arrastradas, cargadas de un cansancio placentero, resonaron en el espacio entre ellos.

Harry sonrió para sí mismo, sus dedos firmes hundiéndose ligeramente en la piel suave de las nalgas de Louis, amasándolas con lentitud. A pesar de la petición de su omega, el alfa no podía evitar disfrutar de la sensación bajo sus manos, el calor que emanaba de su cuerpo aún relajado.

—No estoy seguro si quiero hacerlo— respondió Harry en un susurro bajo, su voz ronca por el placer de la noche anterior, manteniendo su toque deliberadamente lento. Sus dedos exploraban los contornos con familiaridad, como si estuviera memorizando cada parte de Louis una vez más.

Louis dejó escapar un suave suspiro, una mezcla entre la relajación y la anticipación. Movió un poco las caderas, casi buscando más contacto, pero manteniendo su tono juguetón y ligeramente autoritario.

—Styles... haz lo que te digo o me levantaré de aquí— amenazó, aunque su tono carecía de seriedad. Sus ojos apenas se abrieron, mirando de reojo a Harry mientras intentaba no dejarse vencer por el peso del agotamiento y la comodidad del momento.

Con una carcajada baja, Harry cedió finalmente, dejando que sus manos subieran lentamente por la espalda baja de Louis, trazando una línea desde la curva de sus nalgas hasta sus omóplatos. Acarició con suavidad la piel, con una reverencia silenciosa en cada toque.

—Así me gusta...— murmuró Louis, volviendo a hundir su rostro en la almohada, entregándose nuevamente a las sensaciones, como si el mundo fuera únicamente el espacio que compartían en esa cama, lejos de cualquier responsabilidad o compromiso.

—¿Y si le cancelo a mamá y nos quedamos aquí todo el día?— propuso Harry, su voz ronca y llena de deseo mientras dejaba una serie de besos lentos y ardientes en la espalda desnuda de Louis, siguiendo el contorno de su columna con una devoción casi reverente.

Los labios de Harry se movían suavemente por la piel cálida de Louis, y cada beso hacía que su omega se estremeciera bajo su toque. Louis, con los ojos medio cerrados, soltó un suspiro que dejó ver lo tentador que era el ofrecimiento de su alfa. Sin embargo, a pesar del placer que recorría su cuerpo, sonrió de lado, con ese aire pícaro que siempre lograba mantenerlo conectado con la realidad.

—Sabes que no podemos hacer eso, Hazz— murmuró Louis con la voz apenas audible, despegando el rostro de la almohada lo justo para hablar, su tono era una mezcla de dulzura y firmeza, aunque su cuerpo parecía querer ceder a las caricias.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora