XXV

277 26 1
                                    

En la mitad de la noche, todo se volvió calor y dolor. Louis despertó abruptamente, sintiendo su cuerpo arder sobre la cama. Era como si cada poro de su piel comenzara a liberar feromonas y sus partes íntimas reaccionaran al mismo tiempo. Todo dolía y ardía intensamente, una necesidad urgente de alivio lo invadía.

El dolor era insoportable, y Louis sabía lo que significaba: su celo había llegado, pese a los supresores. Necesitaba ayuda, necesitaba tocarse, liberarse. Necesitaba que el dolor cesara de alguna manera.

Desesperado, se desnudó completamente, quedando solo en su ropa interior mientras lloriqueaba sobre las sábanas húmedas por el sudor y las lágrimas. Su cuerpo se retorcía de dolor y necesidad, cada fibra de su ser clamaba por un alfa.

Intentó controlar su respiración, pero cada vez que cerraba los ojos, la imagen de Harry aparecía en su mente, su aroma llenaba la habitación, intensificando su necesidad. Louis sollozó, su voz temblando por la desesperación y el dolor.

Mientras tanto, en otra parte del hotel, Harry se encontraba inquieto. Había sentido algo extraño en el aire, una especie de llamada que no podía ignorar. Se levantó de la cama, incapaz de sacudirse la sensación de que algo estaba mal.

Sin pensarlo dos veces, salió de su habitación y se dirigió hacia la de Louis. Sus instintos de alfa estaban en alerta máxima. Llegó a la puerta de Louis y tocó suavemente, pero no obtuvo respuesta. Tocó de nuevo, esta vez con más fuerza.

—Louis, ¿estás ahí? —preguntó, su voz llena de preocupación.

Dentro de la habitación, Louis escuchó la voz de Harry, pero estaba demasiado consumido por el dolor y la necesidad para responder coherentemente. Sollozó más fuerte, esperando que Harry entendiera su situación.

Harry, sintiendo la urgencia, decidió abrir la puerta con la llave maestra que había pedido en recepción, justificando una emergencia. Al entrar, el aroma de Louis en celo lo golpeó de lleno, casi dejándolo sin aliento. Cerró la puerta detrás de él y se acercó rápidamente a la cama, donde encontró a Louis retorciéndose en dolor.

—Louis... —murmuró Harry, su voz suave y reconfortante mientras se inclinaba sobre él.

Louis levantó la mirada, sus ojos llenos de desesperación y lágrimas—. Harry, por favor... —suplicó, apenas capaz de formar palabras coherentes.

Harry sintió su corazón romperse ante la visión de Louis en tal estado. Sabía que tenía que hacer algo para ayudarlo. Se inclinó más cerca, su voz baja y calmante—. Estoy aquí, Louis. No estás solo.

El aroma de Harry calmó ligeramente a Louis, su presencia reconfortante le daba un poco de alivio en medio de su tormento.

Alfa-por favor— pidió en un gemido.

El gemido de Louis sacudió el aire cargado de feromonas, resonando en la habitación como un lamento desesperado. Sus ojos se encontraron con los de Harry, cuya expresión había cambiado por completo. Ahora, sus pupilas estaban dilatadas, oscureciendo sus ojos con una intensidad animal.

—Voy a ayudarte a pasar por esto, ¿de acuerdo? —repitió Harry, su voz resonando con una autoridad que Louis nunca había escuchado antes.

En ese momento, no eran Harry y Louis. Eran alfa y omega, dos lobos respondiendo al llamado de la naturaleza. No había espacio para las complicaciones humanas, solo el instinto primal de un alfa acudiendo al pedido de ayuda de un omega en necesidad desesperada.

Los sollozos de Louis resonaban en la habitación, cada gemido una súplica desgarradora. El aroma del alfa lo envolvía, abrumándolo con su presencia dominante. Cada respiración lo llenaba de un deseo abrasador, su cuerpo temblando de necesidad. Su entrada se sentía húmeda y sensible con cada inhalación, y el fuego en sus pulmones parecía crecer con cada latido.

Necesitaba a Harry, necesitaba al alfa. Cada fibra de su ser anhelaba su presencia, anhelaba el nudo que solo él podía proporcionar. En ese momento de desesperación, Louis ansiaba el alivio que solo su alfa podía brindarle.

—Alfa, me duele. Me duele —lloriqueó, presionando su rostro contra la almohada.

En ese momento, las manos anilladas del alfa se posaron sobre la piel caliente del omega, masajeando suavemente desde la columna vertebral hasta llegar a las caderas. Louis sintió el alivio momentáneo del contacto, pero la necesidad seguía ardiendo en su interior.

—Bien, frío, alfa —gimió con los ojos cerrados, elevando las caderas para acercarse más a las manos del alfa. Cada movimiento era un intento desesperado de calmar el fuego que consumía su cuerpo, pero necesitaba más.

Las manos del alfa continuaron su trabajo, aplicando una presión calmante mientras sus dedos expertos encontraban los puntos de tensión en la espalda de Louis. La voz del alfa, profunda y firme, cortó el aire tenso de la habitación.

—Voy a ayudarte a pasar por esto, ¿de acuerdo? —dijo, su tono resonando con autoridad y determinación. Era una promesa, una declaración de apoyo en medio del caos del celo de Louis.

Louis gimoteó cuando sintió las manos frías del alfa acariciando sus caderas, deslizando el elástico de su ropa interior hacia abajo con un rápido tirón. La piel del omega quedó expuesta, húmeda y sensible ante la caricia del alfa.

—Tan húmedo —tarareó el alfa, trazando con su dedo los pliegues de la intimidad del omega.

—Alfa, por favor —suplicó Louis, sintiendo la necesidad palpitante en su interior.

—Hueles delicioso, omega, te devoraré —declaró el alfa con una voz cargada de deseo, antes de abrir ambas mejillas, observando cómo el líquido blanquecino emergía. Con un gesto sensual, lamió sus labios antes de presionarlos justo en ese lugar, inflamando aún más el deseo del omega.

—Amo cómo sabes, joder. Tan delicioso, tan dulce y picoso. Tan húmedo para tu alfa —susurró el alfa con una voz ronca y llena de deseo, mientras saboreaba el sabor del líquido del omega

El omega se retorcía bajo las caricias del alfa, sus gemidos llenaban la habitación mientras sus cuerpos se entrelazaban en una danza de deseo y necesidad. En ese momento, no había pasado ni futuro, solo el presente ardiente y apasionado entre un alfa y su omega

—Alfa, más —pidió Louis con voz entrecortada por el deseo, su cuerpo ardiendo con una urgencia que no podía contener.

Harry respondió con un gemido apenas audible, sintiendo cómo el aroma embriagador de Louis envolvía su mente, desatando un torbellino de sensaciones en su interior. Sus dedos se deslizaron con suavidad dentro del omega, explorando cada rincón de aquel santuario de placer mientras su lengua trazaba círculos alrededor, saboreando la esencia del deseo que fluía de su ser.

Louis gimoteó de satisfacción, sus manos aferradas a las sábanas mientras el placer se apoderaba de él. Cada movimiento de Harry era como una ola de fuego que lo consumía, llevándolo al borde de la razón y más allá. Sus músculos se contraían en torno a los dedos del alfa, ansiosos por ser llenados, por ser poseídos por completo.

El aroma de Louis era un cóctel embriagador de miel, canela y jengibre, una mezcla celestial que envolvía a Harry en una nube de deseo y pasión desenfrenada. La dulzura de la miel se entrelazaba con el picor del jengibre, creando una sinfonía de sabores que lo hacían ansiar más, ansiar devorar cada parte de Louis.

Sus dedos se hundieron más en el interior del omega, explorando los rincones más íntimos de su ser mientras la esencia de Louis inundaba sus sentidos. Cada contracción de los músculos de Louis, cada gemido de placer, era como una invitación a adentrarse más en su cuerpo, a perderse en el éxtasis del momento.

Y entonces, todo explotó. Louis se deshizo en un clímax abrumador, sus sentidos embriagados por el placer mientras su cuerpo se arqueaba con la intensidad del orgasmo. El alfa sintió cómo el omega se contraía alrededor de sus dedos, cómo el calor y la humedad lo envolvían en una ola de éxtasis compartido.

Louis cayó desmayado, rendido por la intensidad del placer, pero Harry permaneció a su lado, sosteniéndolo mientras sus dedos seguían acariciando su piel con delicadeza. En ese momento, no importaba el mundo exterior ni las preocupaciones del mañana. Solo existía el vínculo entre ellos, un vínculo que trascendía el tiempo y el espacio, un vínculo que los unía en cuerpo y alma.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora