LXXV

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—¡Cállate, ¿quieres?! —gruñó Harry, pasando ambas manos por su cabello en un gesto frustrado—. No me dejas pensar.

—¿Pensar? ¿Qué mierda quieres pensar, Harry? ¡Soy tu jodido manager! ¡Soy yo el que sabe de esto, no tú! —Jeff le espetó, su tono impaciente y lleno de autoridad.

—¡Es mi vida, Jeff! ¡No la tuya! —Harry le respondió con firmeza, elevando la voz mientras sus ojos se encendían de rabia contenida.

—Sea o no sea tu vida, puedo meterme en ella. Has firmado los contratos necesarios para que así funcione —replicó Jeff, su mirada fría y calculadora, como si los sentimientos de Harry fueran un obstáculo menor en el camino.

—¡Pues termínalos! ¡No quiero más contratos! —Harry golpeó la mesa con el puño, tratando de imponer su voluntad, sintiendo que cada palabra que Jeff decía lo encadenaba más.

—Tienes que volver con Olivia Wilde, por lo menos de manera pública, hasta que se estrene la película. Así es, Harry —Jeff cruzó los brazos, convencido de que sus palabras eran la única opción lógica.

—No lo haré. Grabaré la película y ya está —Harry replicó, su tono lleno de una determinación que chocaba contra la frialdad del manager.

—¿"Ya está"? —Jeff soltó una risa sarcástica, negando con la cabeza—. Así no es la vida, Harry.

Harry lo miró con los ojos llenos de furia, los puños apretados a los costados mientras respiraba con dificultad. Jeff, imperturbable, lo observaba como si estuviera tratando con un niño que no entendía cómo funcionaba el mundo.

—Así no es la vida, Harry —repitió Jeff con un tono más bajo, casi condescendiente—. No puedes simplemente hacer lo que te dé la gana y esperar que todo salga bien. Tienes responsabilidades. Firmaste contratos. Tienes una imagen que mantener.

—¿Y qué hay de lo que yo quiero? —espetó Harry, dando un paso hacia él—. Estoy cansado de que todo lo que haga sea un maldito espectáculo, de que mi vida personal sea controlada como si fuera una película más. ¡No soy un producto!

—Te guste o no, en este momento lo eres. Eres una estrella mundial, Harry, y todo lo que haces afecta a millones de personas. No puedes dejar que todo se desmorone porque te sientes... ¿cómo lo dijiste? ¿Cansado?

—No entiendes nada —murmuró Harry, negando con la cabeza, cada palabra de Jeff le taladraba el cerebro—. Ya no quiero seguir con esto. Si tengo que fingir una relación más para vender entradas, para complacer a productores o a la prensa, prefiero dejar todo.

Jeff frunció el ceño, visiblemente irritado. Caminó hacia Harry, clavando sus ojos en los de él.

—Si dejas todo ahora, estarás tirando a la basura todo lo que has construido. ¿Crees que la gente te va a perdonar si simplemente desapareces? No funciona así. Tienes contratos millonarios, Harry. Tienes obligaciones. No puedes irte.

—Voy a hacer la película, pero no volveré con Olivia. Estoy cansado de fingir —Harry le sostuvo la mirada, su voz ahora firme y clara.

—Eso no está en tus manos, Harry. No hasta que cumplas con tu parte del trato.

—¿Trato? —rió Harry, pero era una risa amarga, casi irónica—. ¿El trato que me hicieron firmar? ¡Al que me obligaron a firmar!

Jeff lo miró sin inmutarse.

—Lo firmaste tú mismo —respondió con frialdad.

Harry dio un paso hacia él, sus ojos llenos de frustración y dolor.

—Tengo un omega, Jeff, y le he prometido que he cambiado. Que nunca más le haría daño.

—No debiste prometer algo que sabes que no puedes cumplir —dijo Jeff, cruzando los brazos, como si hablara de un simple error.

Erotic MelancholiaDonde viven las historias. Descúbrelo ahora