Capítulo 30

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CAPÍTULO 30

*narra Manuel*

Me bajo del columpio y arranco un diente de león que ya está en sus últimas horas de vida. Me acerco hacia Ana y se lo pongo delante de la boca.

Manuel: Sopla. - le pido - Y pide un deseo. - ella obedece y las hojitas salen volando.

Ana: ¿Recuerdas? Esto lo hacíamos cada día el verano pasado...

Manuel: Sí, el verano que pasaste entero en mi casa. ¿Cómo iba a olvidarlo? - el principio del fin, pienso.

Ana: Mi deseo era siempre el mismo. Que no nos separáramos nunca.

Manuel: Y el mío.

Ana: No se cumplió...

Manuel: ¿Por qué lo hiciste? - intervengo, bruscamente - ¿Por qué lo mandaste todo a freír espárragos?

Se queda callada y se reproduce en mi mente la escena final, la escena que provocó que hoy en día estemos en esta situación.

FLASHBACK

Hacía mucho tiempo que Ana no me acompañaba a un showcooking, la última vez que nos vimos fue hace un poco menos de un mes, en septiembre. Por suerte no hemos tardado mucho en reencontrarnos, nos echábamos demasiado de menos.

Esta vez tiene lugar en Madrid. En cuanto llegamos, Marta corre a abrazarnos, ella también forma parte del evento. Ana y yo no la veíamos desde agosto, cuando vino a pasar unos días a mi casa, la verdad es que fue un respiro para mí, era ya finales de verano y estaba un poco agobiado por los incontables numeritos que Ana me montaba, sin embargo, aquí seguimos, juntos. Yo tampoco soy perfecto, ni mucho menos, y tengo mis cosas. Pero por eso somos invencibles, porque no falta comunicación entre nosotros y superamos todos los obstáculos.

Marta: Chicos, aquí está el guión, como soy la última en salir, dejadlo encima de la mesa, que no me ha dado tiempo de aprendérmelo.

Le levanto el pulgar y salgo a escena. Disfruto al máximo haciendo lo que realmente me gusta. Después me siento en la parte de los espectadores y observo a Ana explicándonos su receta, se desenvuelve bastante bien y ya no se pone nerviosa cuando tiene que manejar el fuego. Estoy tan orgulloso de ella. Finalmente, le toca a Marta, pero es todo lo contrario a nosotros. Se le olvidan las cosas, está despistada, no sabe qué utensilios coger ni dónde están los ingredientes... Vaya, que hace el ridículo. Marta Álvarez haciendo el ridículo, lo nunca visto. Ella nunca permitiría semejante despiste.

Cuando se termina todo, Marta viene hacia mí, hecha una furia.

Marta: Ha sido Ana.

Manuel: ¿Qué?

Marta: ¡Que Ana me ha quitado el guión, los utensilios y algunos ingredientes!

Manuel: ¿Estás segura de eso?

Marta: ¡Vamos, Manuel! ¡Solo hacía falta que te dieras cuenta de cómo me mira! ¡Está celosa! ¡Otra vez!

Manuel: No me lo puedo creer...

Marta: No se la voy a devolver. Pero no por ella, sino por ti. Yo que tú haría algo ya, no para de torearte y siempre se lo toleras...

Le aprieto suavemente el hombro e intento controlar al monstruo que está despertándose en mi interior. Me dirijo al camerino y Ana está sentada en el sillón, mordiéndose las uñas.

Manuel: Ana. - ella se levanta, juguetona.

Ana: Lo has hecho muy bien, bacalao. - se inclina para besarme, pero me aparto.

Manuel: Sí, tú también, sobretodo lo de humillar a Marta. - cojo aire, intento respirar pausadamente pero no, no puedo, estoy demasiado enfadado, mi monstruo empieza a apoderarse de mí - ¿PERO EN QUÉ ESTABAS PENSANDO? ¡TÚ NUNCA HABÍAS SIDO TAN RETORCIDA!

Ana: OH, SÍ, SEÑOR, HE COMETIDO AQUÍ UN GRAN DELITO, COMPARADO CON TODO LO QUE ELLA HA HECHO ESTO NO HA SIDO NADA.

Manuel: ¿Y A TI QUÉ MÁS TE DA? ¡SI NUNCA TE AFECTABA!

Ana: ¿QUÉ PASA? ¿QUE AHORA DEFIENDES SU MALDAD?

Manuel: NO, LO QUE PASA ES QUE ESTOY HARTO DE TUS CELOS. HARTO DE HABERLO DEJADO TODO POR TI Y QUE ME LO PAGUES ASÍ. SE ACABÓ, ANA.

Ana: ¿Cómo que se... acabó? - baja la voz y sus palabras empiezan a titubear. Eso me calma un poco, pero solo para no gritar, porque sigo furioso.

Manuel: Hasta aquí hemos llegado. - no estoy creyendo que salgan de mi boca estas frases - Nos estamos destruyendo. Parece que ya no me quieras, simplemente quieres poseerme. No lo soporto más, Ana. - el nudo de mi garganta se desata provocando así una gran emanación de lágrimas - Llevamos más de un año así, discutiendo siempre por lo mismo, por tus dichosos celos y siempre parece que vas a recapacitar pero en el último momento me haces siempre el lío. No creo que me lo merezca, vaya. Y no quiero separarme de ti, pero ahora mismo estoy tan decepcionado que creo que va a ser lo mejor. - el vacío está empezando a colarse por las grietas que se han formado en la pared que creé para que no volviese.

Ana: Espera, no seas tan drástico. - ella lucha por no llorar. - No lo voy a hacer más. Lo prometo.

Manuel: Ya no te creo. - confieso, muy a mi pesar - Adiós, Ana.

Agarro mi bolsa y me dirijo hacia la puerta, dándole la espalda a Ana. Justo cuando estoy en el umbral, ella vuelve a gritar:

Ana: ¡MANUEL, POR FAVOR! ¡NO ME DEJES TU TAMBIÉN! ¡LA GENTE TIENDE A HACERME ESTO! ¡PERO TÚ NO! ¡NO ME LO HAGAS TÚ!

Intento no escucharla, intento no pensar en todos los momentos que he sido su paño de lágrimas, su vía de escape y su cable a Tierra. Y que ella también lo ha sido para mí. Intento no pensar en lo mucho que está empezando a dolerme el corazón, en que no sé a dónde me estoy dirigiendo y en que está todo borroso a causa del vacío que siento. Intento no pensar en lo sucio y en lo culpable que estoy sintiéndome en este preciso momento. Intento solo pensar en la rubia que acaba de encontrarme y me abraza con fuerza, ayudándome a sobrellevar el agujero negro en que acaba de convertirse mi vida.

FIN DEL FLASHBACK

Manuel: El error fue aguantar y aguantar y aguantar... haciendo así mucho más dura la ruptura... - le confieso a Ana, torturado por mi error, disgustado por no haber hecho las cosas mejor.

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