Capítulo 186

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CAPÍTULO 186

*narrador omnisciente*

Los cuatro chicos se miran confusos cuando su terapeuta entra en la sala acompañada de un misterioso chico. Le saca dos cabezas a Olvido, tiene tendencia a encorvar el cuello, cosa que impide poder penetrar en su mirada, también dificultado por el pelo que le cubre los ojos. A pesar de su misterioso aspecto, algo que queda claro es que ya hace algún tiempo que cumplió la mayoría de edad.

Olvido: Buenas tardes, chicos. ¿Os acordáis del desierto que habitaba en mi alma? - asienten - Pues os presento a Pe... - rectifica - Iván.

Covadonga: ¿Eres el hijo de Olvido? - le pregunta.

Iván: Así es. - contesta, escurridizo. - ¿Y vosotros cómo os llamáis?

Tras las respectivas presentaciones, la mujer posa su mano sobre la de su hijo, él hace un esfuerzo enorme para no apartarla.

Olvido: ¿Quieres quedarte en esta sesión? - mira lentamente a todos los chicos que lo observan y asiente - ¿Os importa?

Marina: Mientras lo que digamos no salga de aquí...

Iván: No tenía intención de hacerlo. - sonríe por primera vez.

Olvido: Está bien. Cerrad los ojos. - obedecen, mientras ella enciende el reproductor, inundando la estancia de música relajante - Pensad en una situación de vuestra vida donde hayáis sido felices.

A Ana le vienen automáticamente a su cabeza imágenes de momentos con Manuel, a Marina con su hermana, a Jacobo con Marina y a Cova haciendo ganchillo junto a su abuela.

Olvido: Dad gracias. Agradeced al universo que os haya brindado todos esos momentos que habéis catalogado como felices. Ahora, pensad en alguna dificultad.

Los chicos piensan en las causas que los han llevado a tener que impartir terapia.

Olvido: Agradecedlos también, porque sin ellos no seríais quienes sois ahora. Y yo creo que todos y cada uno de vosotros tenéis algo que os hace ser maravillosos. Respirad profundamente, poned vuestra espalda bien recta, con los pies tocando al suelo. ¿Sentís esas raíces que están naciendo en vuestras plantas? Se expanden por toda la tierra y os nutrís de sus propiedades. Ese río de energía se instala en vuestras plantas y sube por vuestras piernas, hasta plantarse en la base de vuestra columna vertebral. Y justo ahí notáis cómo se forma un sol que recorre toda vuestra espalda, dándoos calor. Llega a vuestra cabeza y sube, sube, sube. - aumenta la intensidad de su voz - Vosotros lo perseguís, hasta que llegáis al centro del cosmos y os metéis dentro de vuestro sol. Sois pura energía, estáis flotando, estáis en un lugar dónde vais a encontrar la solución a cualquier dificultad que se os presente. Pensad en todas las cosas buenas, volved a agradecerlas. Y ahora pensad en las malas, agradecedlas también y pensad en cómo las habéis superado y en cómo superaréis las venideras. Volved a respirar profundamente y cuando os sintáis preparados, abrid los ojos.

La primera mirada con la que se encuentra Olvido es con la de Cova, que le sonríe con verdadero afecto. Poco a poco, todos vuelven a la sala, más relajados.

Olvido: Si alguien quiere compartir alguna cosa con nosotros... - deja caer la terapeuta.

Ana: Me ha servido para darme cuenta de que no tenemos que lamentarnos de las cosas malas que nos ocurren, sino que debemos aprender de ellas.

Covadonga: A mí se me ha escapado una lágrima cuando he pensado en las putadas que me hicieron mis supuestos amigos. Cuando me sentí tan sola en un lugar lleno de tanta gente... Pero tienes razón, sin eso no sería quién soy ahora, y aunque soy tan insegura, estoy intentando estar orgullosa de mí.

Iván: Te llamabas Cova, ¿verdad? Me siento muy identificado contigo. Me gustaría darte un consejo: intenta que el dolor no se convierta en odio.

Sus miradas conectan durante un segundo, donde el chico se permite mostrar tristeza, pero aparta los ojos rápidamente, volviendo a dejar que se perciba el frío que hay en su interior, evitando a toda costa cualquier contacto con su madre.

Marina: Solo quiero añadir que allí, en medio del cosmos, se encuentra mi familia, y aunque no sea físicamente, siempre estarán a mi lado. Y quería agradeceros verbalmente a todos vosotros, en especial a Jota y Ana, por no huir de mis obsesiones.

Ana: Estoy con Marina, gracias por soportar a una lunática como yo. - esboza una triste sonrisa, ya que la lágrima que acaba de resbalar por su mejilla sabe a recuerdos dolorosos - Creo que a Lluc le hubiese encantado esta relajación... 

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