Capítulo 200

127 8 0
                                    

CAPÍTULO 200

*narra Hugo*

Me sorprendo al comprobar que la visitante es Claudia, una persona que no tiene muy buena fama y con la que tampoco me he detenido nunca a hablar.

Claudia: Hola —nos saluda a mi hermana y a mí, parece nerviosa—. Siento lo que ha pasado, nunca pensé que esos textos saldrían a la luz.

Hugo: ¿Tú sabías de su existencia? —le pregunto, confuso.

Claudia: Un día alguien me arrolló y no me dio tiempo a ver quién era, solo el pen que se le cayó.

Me doy un golpe en la cabeza con mi mano, si no fuera tan despistado todo esto no habría ocurrido.

Laura: ¿Y le diste tú el lápiz de memoria a Lukas?

Claudia: ¿Ha sido Lukas quien lo ha colgado? —responde, realmente sorprendida, dudo que esté fingiendo— Hace dos días el pen desapareció... Lo siento...

Laura: Lukas y yo escuchamos una conversación tuya con Elena —las mejillas de Claudia adquieren un tono rojizo y empieza a toquetearse el pelo—. Mejor os dejo solos.

Laura se despide, dándome un breve abrazo y me quedo solo delante de la rubia que en apariencia es todo lo contrario a lo que me habían contado. El rubor que ahora caracteriza su rostro le confiere un aire cautivador.

Claudia: He de confesarte que he leído mil veces todos tus textos.

Esa violación de mi intimidad en primer lugar me provoca una reacción a la defensiva, pero sus siguientes palabras lo arreglan todo:

Claudia: Ha sido una sensación muy extraña, como conocer tu alma. Me sentía tan refugiada en tus palabras que no lograba desprenderme de ellas y de imaginarme que quizás la persona que había detrás podría entenderme. Perdona mi intromisión —baja la vista—. Ah, y no estoy de acuerdo con que tu literatura sea patética —añade, dedicándome una cálida sonrisa.

Intento abrir la boca y producir algún sonido, pero descubro que me he quedado mudo y la sensación de que Claudia mal interprete mi silencio no me agrada. Ella se da media vuelta, pero se queda parada en el umbral, apoyándose con una mano. Tras una profunda respiración, se gira y compruebo que ahora el sonrojo adorna su rostro con más intensidad.

Claudia: Te pensarás que estoy loca, pero me gustas mucho, Hugo —revela, fundiéndose en su rubor y marchándose con urgencia.

Me dirijo al espejo y compruebo que una media sonrisa acompaña a mis pómulos rojizos.

*narra Marta*

Las carcajadas inundan el lugar en el cual pasamos los minutos del recreo. ¿Por qué he dejado de llamarlo patio? ¿Tan mayor me siento? ¿O tanto pavor me da mostrarme infantil? Sea como sea, estoy aprendiendo a mostrar mi faceta oculta, esa libre de cualquier apariencia, y sé que todo esto es gracias al grupo que hemos logrado reconstruir. Las ocurrencias absurdas singularizan los ratos que pasamos juntos. Ana últimamente está absorbida por el Capitán Garfio, no logra hablar de otra cosa que no sea del elegante pirata. Manuel rellena cualquier hueco con unas escandalosas cosquillas y algunas tardes se convierten en confesiones de ambos, cosas que solo logro explicarle a él. Mauro dice que echa de menos los gusanos fritos y no para de insistir en que tenemos que reunirnos una noche para mirar la película "ET: el extraterrestre", que Elliott mola demasiado. Marcos no deja de picar a Mauro y de estar pendiente de mí. Y yo, yo sigo con mis dudas, mis inseguridades, pero creo que empiezo a encontrar la felicidad entre esta panda de estrafalarios.

La oportunidad de airearnos llega a su fin y volvemos a meternos en el cuadriculado edificio, en la monótona aula. Es la hora de lengua. Berta me llama la atención antes de empezar la clase y noto un pinchazo en mi cabeza.

Berta: ¿Estás ya recuperada? —me pregunta, bajando la voz.

Marta: Como nueva —le dedico una involuntaria sonrisa, ¿por qué esta sensación cuando estoy a su lado?

Berta: Me alegro —me devuelve el gesto—. Me gustaría que habláramos de tu último trabajo. Quedamos una tarde, ¿vale?

Marta: Perfecto.

Me aprieta el hombro con suavidad y me siento en mi pupitre, con esas permanentes y cada vez más anchas grietas en mi careta artificial. Marcos me rodea con sus protectores brazos y me regala un dulce beso.

***

Continúa en Invencibles (2), ya que tiene 230 capítulos y el máximo permitido son 200. 

InvenciblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora