Capítulo 92

110 8 0
                                    

CAPÍTULO 92

*narra Marta*

Por la mañana, Manuel se despide de mí, me ha insistido en quedarse conmigo, pero no le quiero robar más tiempo para que pueda estar con Ana. Me estoy volviendo demasiado blanda, pero Manuel es Manuel. Mi mejor amigo. Estoy segura de eso. Sin embargo, ¿por qué no puedo olvidar la confusión de ayer? Es solo por lo cómoda que me siento a su lado, no hay más, ha sido un beso cariñoso de amigos.

Una llamada a mi puerta me saca de mis pensamientos, sé perfectamente quién es.

Marta: ¡Adelante! - alzo la voz para que me oiga, sigo en mi cama, pero no os preocupéis, que hasta tumbada impongo.

Mario: Manuel ha dicho que querías hablar conmigo.

Marta: Ay, querido Mario, - empiezo - qué feliz estarás de por fin haberle dicho a Remei lo que sientes. - Mario asiente, con cautela, no sabe cómo tomárselo, aunque se le escapa una sonrisa tonta. - ¿Has hablado ya con Aina?

Mario: Después de hablar contigo, lo haré con ella.

Marta: No te molestes, cielo.

Mario: ¿Qué? ¡¿No me digas que lo has hecho tú por mí?! - se pone histérico.

Marta: No, no, todo lo contrario. No quiero que se lo cuentes. No quiero que sepa que prefieres a Remei antes que a ella, que ya no estás enamorado. Quiero que sigas saliendo con Aina. Que te líes o no con Remei, me importa un comino.

Mario: ¿Pero tú que...? - aumenta su histeria - ¿Quién te crees que eres? ¿Quieres dejarme en paz? ¿Y por qué debería de hacerlo? ¿Eh? ¿Eh? - añade con tono chulesco.

Marta: Porque sé vuestro pequeño secreto. - afirmo totalmente convencida, él abandona toda posición segura y su rostro se torna pálido.

Mario: Tú no... Tú no puedes saber que yo... - y murmura su pequeño secreto. ¡Pero qué ingenuo! ¡Ha sido demasiado fácil! Hasta estoy empezando a sentir compasión.

Marta: Muchas gracias por acabar de revelármelo, con tu ayuda mis humillaciones resultan mucho más sencillas. - se pone más pálido, si ya era posible. - No querrás que se lo cuente a nadie, ¿verdad?

Mario: ¿Qué tengo que hacer? - añade con desdén.

Marta: Tírate a Aina. Tíratela y después le dices que estás enamorado de Remei, que solo ibas a lo que ibas.

Mario: ¡Marta! - exclama, rojo de vergüenza.

Marta: Ah, ¿que ya lo habéis hecho? - señalo de manera petulante.

Mario: ¿Cómo vamos a hacerlo? ¡Aina solo tiene 14 años!

Marta: Y tú 15, pronto 16. Ahora te me harás el estrecho. Tampoco sois tan pequeños. Está en tus manos.

Mario: Eres una retorcida. - masculla.

Marta: Puedo serlo, pero siempre consigo lo que quiero. Tómate el tiempo que quieras, pero cúmplelo si no quieres que todo el instituto se entere. Y ahora si me disculpas, me gustaría seguir descansando, sé que no lo parezco gracias a mi siempre perfecta apariencia, pero estoy enferma.

A Mario poco le falta para dedicarme un gesto obsceno, pero se larga de mi cuarto sin incidencias. Satisfecha con mi trabajo, le envío un mensaje a Víctor para que venga a verme. En cero coma, ya está delante de mí.

Víctor: ¿Cómo estás? - me pregunta con cariño, arropándome y besándome.

Marta: Con ganas de verte. - le cuento mis progresos con el tema de Aina, él asiente malévolamente y coincide con que mi última intervención ha sido estupenda. Tras el relato, me incorporo para levantarme de la cama pero mi chico me lo impide.

Víctor: Deja que te cuide. - me regala otro beso y rebusca entre mis cajones para dar con una toalla pequeña. Va al baño para mojarla y me la coloca en la frente. Coge el libro de <<Unendliche Geschichte>>, La Historia Interminable en alemán y empieza a leérmelo, traduciendo las palabras necesarias. Me concentro en su voz y en su mano sobre mi mano hasta que los párpados me pesan demasiado y me sumo en un profundo sueño, todavía con el eco de su voz en mi mente.

InvenciblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora