Capítulo 80

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CAPÍTULO 80

*narra Ana*

Tras nuestra bonita reconciliación, me queda un asunto por zanjar, del cual temo bastante la reacción de Marco. Manuel me acompaña hasta su habitación pero se queda fuera, es algo que tengo que resolver yo sola.

Manuel: Saldrá todo bien. Solo has hecho lo que sientes. - me tranquiliza y le doy un beso para intentar serenarme.

Llamo con cautela a la puerta y abro lentamente cuando oigo su voz.

Marco: Ey, Ana. - me saluda, sonriente, cuando me ve.

Ana: ¿Qué tal el entreno? - le pregunto, cerrando la puerta.

Marco: Genial. Te he echado de menos. - se acerca hacia mí, inclinándose para besarme, el momento que más me preocupaba. No me queda más remedio que apartarme con delicadeza. - ¿Y esto? - pregunta extrañado.

Ana: Será mejor que te sientes. - Marco me mira atemorizado, como si fuera un animal que está a punto de ser cazado, pero finalmente me hace caso. Decido mantenerme a una distancia prudencial de él. - Verás... - no sé ni por dónde empezar. - ¿Sabes que antes Manuel estaba vaciando su mochila? - asiente, al nombrar el nombre de Manuel le cambia la expresión. Para mal. - Pues se le cayó un papel arrugado y yo lo cogí.

Marco: ¿Y? Sería una hoja en sucio.

Ana: Era mucho más que una hoja en sucio...

Marco: Ana, ¿qué está pasando? - <<Está pasando una vez más>>, pienso.

Ana: Marco, yo... de verdad que no... pero es que... no podía... - me aturullo.

Marco: ¡DILO DE UNA VEZ! - exclama, sin poder soportarlo, creo que ya se espera lo que le voy a decir, así que, ¿para qué retrasarlo más?

Ana: Manuel y yo hemos vuelto. - el chico que se encuentra delante de mí está pálido, ni siquiera oigo su respiración. Se ha quedado de piedra. - Marco... - susurro. Me aproximo a él. - Di algo. - zarandeo su cuerpo, pero sigue igual de quieto. - ¡Joder, reacciona! - me altero.

Marco: ¿DE VERDAD QUIERES QUE REACCIONE? ¡ERES UNA JOPIDA EGOÍSTA! ¿POR QUÉ SERÁ QUE NO ME EXTRAÑA? ¡SABÍA QUE VOLVERÍAS A ROMPERME EL CORAZÓN! ¡PERO YO COMO UN GILIPOLLAS CONFIÉ EN TI! ¿POR QUÉ SEGUIRÉ ENAMORADO DE UNA PERSONA ASÍ DESPUÉS DE TANTOS AÑOS? - responde, desatado. ¿Una persona así, cómo? ¿Un monstruo?

Los gritos me taladran el cerebro y provocan que me desestabilice, cosa que no ayuda para poder contradecirle ni preguntarle qué tipo de persona cree que soy. Noto que mis piernas empiezan a flaquear y busco cualquier cosa dónde poder sentarme.

De repente, se abre la puerta y entra un Manuel enfurecido, que se abalanza sobre Marco.

Manuel: SURICATO DE TRES AL CUARTO, ¡TE ESTÁS PASANDO! - grita, que lo habrá oído todo a través de la puerta.

Marco: NO TE ATREVAS A DECIRME NADA. TÚ NO TIENES NINGÚN DERECHO. - tal es su rabia que observo cómo le pega un puñetazo en toda la mandíbula. Noto mi mundo un poco fracturado. - Te la debía. - finaliza, con desdén, y se marcha del cuarto.

Manuel se sujeta la cara y oigo algún gemido. Me levanto para ayudarlo pero justo en ese momento siento como si me clavaran un dardo en la sien. Suelto un agudo y desagradable chillido y me tambaleo. Ahora el mundo está fracturado y negro. Gracias a Manuel no caigo de lleno al suelo, porque llega a tiempo para sujetarme. La sien me palpita como si fuera a explotarme la cabeza. Obviamente el dardo ha sido fruto de mi imaginación, pero el dolor es demasiado real. Grito con fuerza, intentando apartar todas las visiones que quieren volverme más loca de lo que estoy. Noto los reconfortantes brazos de Manuel a mi alrededor.

Ana: Soy un monstruo... - me lamento, recordando las palabras de Marco - No, soy peor que los mutos que mataron a Finnick. Soy un muto lagarto apestoso. - digo con la voz ronca de tanto chillar. Borbotones de lágrimas bañan mis mejillas. No puedo soportarlo más.

Manuel: No, eres Ana Oca. - susurra con voz hipnótica. - Esa persona tan maravillosamente enrevesada con complejo de Capitán Garfio. - había olvidado que Manuel es la única persona que logra evadirme de este sufrimiento. Mi respiración se vuelve más acompasada y me concentro en sus palabras. - Y te quiero.

Me aferro a él con fuerza, convencida de que he hecho lo correcto y que a Marco se le pasará todo esto, tiene que entendernos. Todas las personas de nuestro alrededor tienen que asumir que Manuel y yo siempre estaremos destinados.

Cuando las imágenes punzantes y los sollozos han desparecido, me giro buscando su cara y le regalo un bonito beso de agradecimiento. Ya no solo por este preciso instante, sino por todos aquellos que ha estado a mi lado sin pedirme nada a cambio. 

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