Capítulo 111

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CAPÍTULO 111

*narra Ana*

Lo primero que presencio al abrir los ojos son unas gafas de pasta roja. Tengo todo el cuerpo dolorido y siento un vacío en mi interior, pero no logro ubicarlo.

Ana: ¿Qué hago aquí? - le pregunto.

- Te encontré tirada en el suelo, parece que te has desmayado. ¿Cómo te encuentras? - me pregunta la chica, parece realmente preocupada, al menos eso indica el brillo de su mirada.

Ana: Creo que tengo que irme. - me pongo de pie de golpe, acordándome de que he llegado hoy al instituto y las ganas que tengo de ver a Manuel. Entonces al pensar en él las imágenes de los últimos momentos aparecen ante mí y me pongo a temblar. La chica también se levanta y me sujeta antes de que caiga de nuevo, me ayuda a sentarme en el suelo, apoyando la espalda en la pared. Sigo temblando.

- ¿Qué pasó? - me dice con tacto, acariciándome la mano para que me tranquilice.

Ana: No sé qué acabó sucediendo, solo sentí dentro dardos, nuestra incómoda postura se dilató en el espacio... - creo que la letra de Zahara es como mejor define ahora mi estado de ánimo.

<<Se me hunde el dolor en el costado, se me nublan los recodos, tengo sed y estoy tragando, no quiero no estar a tu lado. >> Nunca pensé que podría identificarme con esta letra. El nudo de mi garganta me abrasa.

No logro derramar una sola lágrima, sin embargo, nunca me había sentido tan mal. El agujero negro que acaba de instalarse en mi interior amenaza con agrandarse y arrasarlo todo, consumirme lentamente. Me podía llegar a esperar cualquier cosa de cualquier persona, ¿pero de él? Me siento una estúpida por haber dejado mis sentimientos a merced del segundo innombrable. Casi está a la altura del primero.

La chica respeta mi silencio, no me siento preparada para recrear en palabras lo que acaba de pasar, así que me limito a castañetear los dientes y a repetir mil veces <<Me llamo Ana Oca>>.

Ana: Estamos en un lugar muy escondido del instituto, - inicio una conversación al cabo de un tiempo, cuando creo que necesito airearme un poco de todo, interesarme por esta chica no me parece mala idea - raramente pasa alguien por aquí. ¿Qué hacías tú por esta zona?

- Buscaba inspiración. - levanto una ceja.

Ana: ¿Inspiración para cantar?

- ¡No! - hace un gesto de apartar con la mano - Cuando yo canto es recomendable que os pongáis patatas en los oídos. - me río ante su ocurrencia y justo en este momento me alegro que ella me haya encontrado y no nadie más. - Estoy buscando inspiración para mi próximo libro.

Ana: ¡No me lo puedo creer! ¿Tengo una escritora ante mí? Su Majestad, todos mis respetos...

- Bueno, bueno, no exageres, en proyecto de escritora...

Ana: Yo lo veo, - quiero añadir un comentario pero necesito saber antes su nombre - espera, ¿cómo te llamas?

- Sandra. - me sonríe.

Ana: Pues Sandra, la nueva J.K. Rowling.

Sandra: ¡Dioses! ¡Ojalá fuera algún día la décima parte de lo que es ella!

Ana: Cuéntame tu historia. - me intereso.

Sandra: ¿Seguro? Mira que tú ahora tienes otros problemas, no quiero que te pienses que quiero pasar de ellos...

Ana: ¡Al contrario! Me va a ir bien desconectar, de verdad. - me sorprende lo rápido que me ha subido el ánimo después del golpe duro. Será que esta chica tiene algo especial.

Sandra: Hoy es mi primer día aquí. Hace unos meses publiqué mi primer libro, Nada es lo que parece, y al parecer tuvo bastante éxito.

Ana: ¿Sobre qué trata?

Sandra: Líos, mentiras y aventuras de universitarios en Memphis.

Ana: Será mi próxima lectura, te lo prometo.

Sandra: Yo te lo regalo.

Ana: ¡Y firmado por favor!

Sandra: ¡Obvio! - esboza una divertida sonrisa - He estado de firma en firma y en mi anterior instituto no me dejaban demasiado tranquila, me propusieron venir aquí, no estoy muy segura, pero a ver qué tal... Lo peor es que ahora me exigen una segunda parte y la verdad es que no la tenía planeada. Estoy harta de que la gente se mueva únicamente por el interés.

Ana: Bienvenida a la realidad, el mundo de las mentiras. - añado, con tono fúnebre.

Las dos suspiramos. Este pequeño paréntesis de evasión se cierra y la tristeza vuelve a penetrar en mí.

Sandra: ¿Por qué no hablas con quién te haya hecho lo que te ha hecho?

Ana: Ya he hablado lo suficiente. No necesito más. - respondo cortante, sin querer saber nada más del innombrable número 2. ¿Cuántos innombrables acumularé en mi vida? Solo tengo quince años y en mi lista ya hay dos, esto no me da buena espina. - ¿Sabes qué necesitamos? - Sandra se encoge de hombros - Palomitas.

Llamo a Marina, le pido que venga hacia aquí con una bolsa bien grande de palomitas, mi voz denota urgencia y la suya tacto, parece que ya se habrá enterado.

Cierro un momento los ojos y me prometo a mí misma que se acaba de cerrar un capítulo de mi vida, que ahora pienso disfrutar de mis amigos, sobre todo de Marina y de esta nueva chica que desde un principio ha sabido entenderme.

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