Capítulo 147

80 8 0
                                    

CAPÍTULO 147

*narra Lluc*

Ha habido progresos sobre la situación de Lucas durante estos días. Sigue en ese estado de estupor, según me han contado muestra alguna señal, como los párpados presionados, algún breve movimiento...

Saludo a Rocío, Roger, Marta y Mendicuti. La andaluza y el vasco llevan aquí todos los días, excepto en el momento en que fueron a buscar prendas de ropa y algún que otro libro. Han ido viniendo distintos compañeros a verlos y darles ánimos. Entiendo que Roger pase bastante tiempo aquí, al lado de su novia, pero la constante presencia de Marta me desconcierta.

Lluc: ¿Y tus padres? - le pregunto a Mendi.

Mendicuti: En la cafetería, comiendo. - al hablar de comida se oye el estómago de alguno de ellos.

Rocío: Perdón, llevo muchas horas sin comer. - se le escapa una risita.

Roger: No pasa nada porque nos ausentemos un rato. Os traeremos algo a vosotros también. - asienten y se marchan, no sin antes entrelazar sus dedos.

Me siento al lado de Marta, mirando hacia todos lados.

Marta: Hoy la he visto, no tardará en pasar por aquí.

Vale, ha calado el motivo oculto de mi visita. Sentir que voy a reencontrarme con ella provoca que un cosquilleo recorra todo mi cuerpo.

Lluc: ¿Y si no se alegra de verme? - le digo, poco seguro de mí mismo.

Marta: ¿Por qué no iba a hacerlo? Siempre os habéis llevado genial, además, seguís manteniendo el contacto, ¿verdad? - muevo mi cabeza hacia delante y hacia atrás, nervioso.

Hablo atropelladamente, contándoles a mis dos amigos detalles sin importancia, solo necesito mantenerme distraído. Hasta que una puerta se abre y ese moño rizado y descuidado que tanto me gusta sale de ahí. Me levanto con torpeza y me dirijo hacia ella, con una sonrisa radiante.

Lluc: ¡Ona! - exclamo, abrazándola.

Ona: ¿Qué te trae por estos lares? - me pregunta con su expresión tan característica, aunque un poco desconcertada, tras haberme dado un beso en la frente, como siempre hacía.

Lluc: Lucas Mendicuti. - en realidad eres tú, Ona, siempre has sido tú.

Ona: Ah, sí, cierto. Según he escuchado, sus predicciones son buenas.

Lluc: Ojalá se recupere pronto. ¿Tú qué tal las prácticas? Te invito a un café, si quieres. - ella mira su reloj y tras una pequeña pausa abre la boca.

Ona: Está bien. - entonces como si cambiara totalmente de personalidad, sus comisuras se estiran, dejándome ver esos alineados dientes y quedándome hipnotizado. - ¿Te imaginas vivir en La Patagonia? - ese tono de voz ya me recuerda más a ella, siempre me contaba historias que me hacían apreciar la vida, que me instigaban a querer vivir aventuras. - No sabes cuánto me ha inspirado la canción de Xoel López. Caminaríamos glaciares sobre ríos eternos, correríamos senderos hacia el pico más alto, sorprenderíamos a la luna besando a los volcanes, surcando el lomo de una serpiente de fuego. ¡NOS QUITARÍAMOS LOS GUANTES Y RETARÍAMOS AL VIENTO! - exclama, emocionada, de camino al bar - Descenderíamos a lo más profundo del mundo, donde nace la luz más intensa del bosque. Y beberíamos del brebaje de lo desconocido, en un sueño de azules y campos perdidos. Tú me dirías - me mira, y con esa mirada logra que nos transporte a La Patagonia, los dos juntos, solos, como lobos marinos entre la corriente -: Volvamos, es muy peligroso. Pero entonces te quedarías plantado, dando una vuelta sobre ti mismo, y verías tu reflejo a través de ese lago cristalino. Una persona feliz, con ganas de vivir. ¿Por qué volver? Perderse no sería tan malo, pensaríamos. ¿Tú no tienes la sensación de que cuando vuelves de un viaje todo ha cambiado? El mismo decorado, pero con un guión totalmente distinto. Las mismas caras, los mismos caminos, todo parece igual, pero nada es lo mismo. De todos modos, si yo pudiera viajar a La Patagonia, ten por seguro que ya no volvería.

Llegamos a la cantina, sentándonos en una mesa cerca de una ventana donde se pueden observar a niños en un parque. Tras un silencio reflexivo, me atrevo por fin a manifestarme.

Lluc: Y cuando estuviéramos tumbados sobre la vegetación, impactados gracias a la aurora boreal, ¿sabes que te diría? Por siempre me quedo a tu lado, venga lo que venga, pase lo que pase.

El sol relumbra en vano, ya que su bruñida sonrisa ilumina el mundo, mi mundo, con vehemencia, acariciándome el alma.

InvenciblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora