Capítulo 126

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CAPÍTULO 126

*narra Ana*

No sé si es una buena idea quedarme a solas con Marta, quizás viene a verme porque tiene información que yo desconozco. Marina me da un beso en la mejilla y se va con Sandra a clase.

Marta: Tú y yo nunca nos hemos llevado bien por varias circunstancias, - asiento - pero creo que ahora estamos en el mismo bando.

Ana: ¿Tú no sabes nada? Eres su mejor amiga, igual te había explicado algo sobre... esa... petarda... - murmuro entre dientes.

Marta: Me ha pillado tan de sorpresa como a ti. Me siento... - noto cómo aprieta los puños.

Ana: Te entiendo, me siento igual.

Marta: Sabes cómo soy e intuyes que no puedo quedarme de brazos cruzados. Quiero hacérselo pagar de algún modo, no te pido que me ayudes, solo quiero que lo sepas, porque eres a la que más le incumbe.

Ana: Hazle lo que quieras, total, ¿qué importa ya? Él ya no recuerda nada...

Marta: Vamos a quitarle todas sus cosas de su habitación y dejarlo en la calle. Ya he hablado con Lukas y me ha dado su llave. Víctor me va a ayudar.

Ana: ¿Y qué consigues con eso?

Marta: Que se sienta desplazado, fuera de lugar, tal y como nos lo ha hecho sentir a nosotras.

Ana: Está bien. Manuel no es idiota, no volverá a instalarse en esa habitación, que se busque la vida.

Marta: Lo vamos a hacer durante la primera hora de clase, tan solo un favor, ¿puedes encargarte de avisarme si Manuel sale de la aula? - asiento. Ninguna de las dos sonríe, en otro caso a Marta esto le podría resultar divertido, pero Manuel caló demasiado hondo en nuestras vidas como para recrearnos en una situación así. - No es mi estilo, pero... - alarga la última palabra - Estoy aquí para lo que necesites. - perfilo una minúscula sonrisa.

Ana: Aunque me cueste admitirlo, creo que eres la persona que más puede comprenderme ahora.

Siento una cuerda imaginaria alrededor de mi cuello, que se aprieta cada vez más y más, sin dejarme respirar, la única solución para destensarla es dejar que el río que brota de mis ojos fluya con energía. Noto que Marta se encuentra en la misma situación, porque cuando me cubre con sus brazos, sus silenciosos sollozos la delatan.

Más tarde, cuando he conseguido tapar de cualquier manera mi precario aspecto, me dirijo hacia la primera clase del año. Voy directa a mi asiento y me encuentro con un mechero rojo encima de mi mesa. Extrañada y sin saber por qué, me lo guardo en el bolsillo. Algunos compañeros vienen a saludarme y me aturullan preguntándome cómo estoy. Finjo que los escucho y mi mirada se topa con la de Marco, que se está despidiendo de MaríaF, acabo de enterarme de que están juntos. Bien por él, supongo. Guillermo y Lluc se marchan de mi lado y Marco los sustituye.

Marco: ¿Qué tal las Navidades? - me encojo de hombros, no tengo ganas de hablar con él. - Menudo bombazo, ¿eh? - ambos sabemos a qué se refiere.

Ana: ¿Te está riendo de mí? - respondo en tono duro, metiendo la mano en el bolsillo y toqueteando el mechero.

Marco: Parece que has tenido que darte cuenta por las malas de que Manuel no va a estar siempre para ti. Y la única persona que estaba dispuesta a hacerlo - se señala - la has perdido por preferirlo antes a él. A ver si aprendes a escoger mejor.

Me levanto de golpe, arrastrando la silla, muy molesta.

Ana: Sé que estás resentido conmigo, pero nada te da derecho a hablarme así.

Él hace amago de replicar, pero por la puerta entra el causante de nuestra discusión, todos los ojos se concentran en él, sigo su camino, observando cómo se sienta en la última fila, él evita mirarme.

Suena el timbre, todos se colocan en su lugar, aparece nuestro tutor y Daniel llega el último y no le queda más remedio que sentarse al lado de Manuel.

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