Capítulo 136

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CAPÍTULO 136

*narra Marina*

El frío de las baldosas se me cala por todo el cuerpo, pero no importa, ya nada tiene importancia. Jota se tumba en el suelo, a mi lado y me acaricia la espalda suavemente.

Jacobo: ¿Sabes cuáles son los chicles favoritos de Sirius Black? - me pregunta y yo lo miro, levantando una ceja - ¡Los de-mentor! - exclama, en un intento de broma.

Nos quedamos un momento en silencio y suelto una pequeña carcajada. Valoro su esfuerzo por intentar que todo vuelva a la normalidad.

Marina: Será mejor que no te dediques al humor. - le digo, dándole un pequeño beso en la nariz.

Jacobo: Bueno, puedo dedicarme a cuidarte. ¿Me lo permites?

Marina: Deseo concedido. - sonrío. Y ahora el beso es en los labios. - No tengamos el tema de mis padres como algo tabú, creo que me va a ayudar hablar abiertamente sobre esto.

Jacobo: Sabes que estoy aquí para lo que necesites. ¿Te gustaría explicarme algo? - asiento y me incorporo, para empezar a hablar.

Marina: ¿Sabes qué pensé cuando pisé la habitación de mis padres? - Jota niega con la cabeza - Estaba desordenada, no se habían hecho la cama ni se habían molestado en dejar la ropa en el cesto de la ropa sucia. Todo el escritorio estaba repleto de folios y bolígrafos. De todo menos de todo lo importante estaba llena la habitación, nada que nadie notara que faltase y faltaba todo lo que faltó. Cualquiera diría que ahí vivían dos personas. Pero ya no, faltaba todo lo que faltó, faltaban ellos. Ellos, simplemente... ya no estaban. Ni volverían a estarlo. - el nudo de mi garganta me dificulta la acción de hablar - Me negué a tocar nada, solo me dediqué a oler. Me tumbé en su cama, para empaparme por última vez de su olor. - cierro los ojos, recordando ese momento y mi respiración se acelera para dar paso al llanto. - Le eché un vistazo a sus cosas del escritorio y encontré un anuario de cuando Alaska iba al instituto. - rememoro, cuando he logrado tranquilizarme - Ellos no eran capaces de mirarlo porque todavía no habían superado su muerte. ¿Qué hacía eso ahí entonces?

Jacobo: Quizás necesitaban recordar... - suspiro.

Marina: ¿Por qué siempre me daba vergüenza decirles que los quería? - reconozco, llena de culpabilidad.

Jacobo: Pero eso con tus gestos ya lo demuestras.

Marina: Pero no está de más decirlo. A todos nos gusta que nos lo digan.

Jacobo: ¿Y por qué no se lo dices ahora?

Marina: ¿Cómo?

Jacobo: Puedes escribirlo en un papel. Compras un globo de helio, enganchas el mensaje y lo dejas volar. Estén dónde estén, si tú de veras lo crees, llegará a ellos.

Me abalanzo sobre él y lo abrazo con fuerza.

Marina: Gracias, Jota, por caminar a mi lado.

*narra Rocío*

Roger: ¿De verdad te vas a ir con Lucas al concierto?

Rocío: No te estoy pidiendo permiso. - replico, molesta. - Solo te estoy informando.

Roger: Tampoco quiero que me pidas permiso, no soy un posesivo, ¿sabes? Pero no sé, supongo que tienes en cuenta que pueda molestarme.

Rocío: ¿Me molesta a mí cuando te vas con tus amiguitas de La Voz? No, ¿verdad? Así que chitón.

Roger: Joder, Ro, ¡no quiero que discutamos por él!

Rocío: Yo solo te digo que él parece mucho más atento conmigo que mi propio novio...

Roger: ¿Por qué dices eso? Sabes que siempre que tengo un hueco lo paso contigo.

Rocío: Me da la sensación de que cada vez tienes menos huecos. - frunzo el ceño.

Roger: Estamos a full con el campeonato, ya lo sabes... Pero entono mea culpa, te prometo que voy a pasar más tiempo contigo, aunque me falten horas de sueño. Solo he reaccionado así porque tengo miedo, sé todo lo que Lucas significó para ti y que ahora os volváis a llevar tan bien... me inspira inseguridad.

Rocío: Pues no debería de hacerlo. Solo estoy recuperando a un viejo amigo.

Roger: ¿Cenamos esta noche? - intenta arreglarlo haciéndome ojitos y finalmente no puedo rechazar este ofrecimiento.

Rocío: Vale, pero cocino yo. - le saco la lengua. 

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