Capítulo 65

149 11 2
                                    

CAPÍTULO 65

*narra Mendicuti*

Salgo de mi habitación para ir a ducharme, pero un grito me frena.

Martina3: ¡MENDICUTI! - chilla, en la punta del otro pasillo. Intento pasar de ella, nunca puede traerte nada bueno y sigo mi camino hacia el baño. Pero ella llega antes de tiempo.

Mendicuti: ¿Qué quieres? - espeto.

Martina3: Solo darte una información que deberías de saber. Ana ha salido totalmente enfadada de la habitación de Manuel, diciendo que él y Marta están liados. Marta sigue ahí.

Mendicuti: ¿Y qué ganas tú con todo esto? - que lo sepa todo me molesta, y que encima intente hacer que nos enfrentemos, todavía más.

Martina3: Solo te estoy ayudando. - me guiña el ojo, gesto que me provoca náuseas, y vuelve por dónde ha venido. Lo peor de todo es que ha conseguido que dude de Manuel y Marta. Así que me dirijo a toda mecha hacia la habitación de mi supuesto amigo, con una toalla alrededor de mi cuello. La puerta está entreabierta y diviso a Marta tumbada en la cama, boca arriba.

Mendicuti: Hola. - digo, en tono borde. Ella se sienta rápidamente en la cama, pero no muestra la hostilidad hacia mí que tiene últimamente. Está ausente, más bien. - ¿Es verdad lo de Manuel?

Marta: Em... ¿El qué se supone que es verdad? - salta, está un poco nerviosa.

Mendicuti: Por ahí dicen que estáis liados.

Marta: Manuel solo es un buen amigo que está en las buenas y en las malas, no como otros que yo me sé. Además, tampoco tengo por qué darte explicaciones. - que vuelva a reprocharme lo que estoy intentando arreglar me provoca frustración y decisión en mis siguientes palabras, pienso en todo lo que me ha estado ayudando y aconsejando Martu y eso me fortalece.

Mendicuti: ¿Me lo vas a estar recordando todo el tiempo que estemos aquí? Ya me dejaste bien claro que no me quieres en tu vida, me duele, pero lo entiendo. Que sí, que fui un capullo y un cobarde por haberle fallado a la persona más importante de mi vida. Pero necesito que algún día me perdones, esperaré lo que haga falta, pero espero que lo hagas. Porque esto no puede seguir así, Marta, sabes que me echas de menos. Deja de ser tan terca, dame otra oportunidad.

Marta: Solo has venido porque creías que me había liado con Manuel, si no, ¿de qué ibas a venir?

Mendicuti: Lo admito, ese ha sido el detonante para encontrarme contigo. Hace días que quiero que hablemos y lo sabes, lo único que estoy haciendo es darte espacio para no agobiarte, pero no pienso rendirme. Y vendría a ti por miles de motivos: para hacerte reír cuando estés triste, para disfrutar de tus ocurrencias, para recuperar el tiempo perdido, para... - cojo aire - para hacerte feliz. Marta, quiero hacerte feliz, déjame al menos intentarlo, no te cierres más.

*narra Marta*

Esa armadura que me había puesto para defenderme de Marcos está desvaneciéndose poco a poco, su última intervención en mi vida no me ha dejado indiferente. Me gustaría seguir huyendo de él, pero no puedo, acabo de darme cuenta de que lo echo de menos. Si se empeña tanto en que le perdone, quizás es porque sí que está realmente arrepentido. Una rebelde lágrima surca mi mejilla, me la seco inmediatamente, antes de que él pueda darse cuenta.

Marta: Una. - consigo articular, me flaquea la voz, a Marta Álvarez no puede flaquearle la voz. - Una oportunidad. La última. - digo, finalmente, con más autoridad. Él se abalanza sobre mí y me abraza con todas sus fuerzas, consiguiendo que un sentimiento escondido en mi interior se remueva, uno muy potente, ese que he querido camuflar estos últimos años, me había olvidado de lo a gusto que me sentía a su lado...

Mendicuti: Para que te seques las lágrimas. - me dice, después del abrazo, tendiéndome su toalla.

Marta: Idiota. - suspiro, asomando una divertida sonrisa, a la vez que la cojo y me la pongo alrededor de mi cuello, en el mismo lugar que él la llevaba.

Mendicuti: ¿Lo ves? Sigo consiguiendo hacerte reír, eso ya es un paso. - luce la sonrisa más radiante que he visto en mis catorce años de vida. Voy a replicar pero un carraspeo nos interrumpe.

Víctor: Martina me había dicho que estabais aquí, - aparece mi chico, pálido - ha insinuado que...

Marta: No ha podido insinuar nada, - interrumpo - porque solo estábamos hablando. - respondo cortante. Lo que me faltaba ya, la petarda metiéndose en mi vida, ¿por qué será que no me extraña? - Y no deberías de fiarte tanto de ella. - le dedico una fugaz mirada de complicidad a Marcos y me aproximo a Víctor. - ¿Nos vamos? - él me mira con inseguridad, le doy la mano y lo saco de la habitación. - Está bien, solo estábamos hablando, intentando poner paz, lo prometo. - le digo para tranquilizarle.

Víctor: Confío en ti, pero tengo miedo, os he visto tan bien...

Marta: No tienes por qué tenerlo. Te quiero, lo sabes, ¿verdad? - aprieta los labios, suspira hondo y mira hacia el suelo. Yo le levanto la barbilla con mi dedo, lo miro fijamente a los ojos, transmitiéndole seguridad, y lo beso profundamente, pensando en que la toalla de Marcos sigue en mi cuello.

InvenciblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora