Capítulo 75

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CAPÍTULO 75

*narra Marta*

Llamo a la puerta segura de mí misma, decidida a ponerle la guinda al pastel. Oigo un débil <<Adelante>> y paso tranquilamente.

Marta: Buenas tardes. O no tan buenas. - Mario se levanta rápidamente de su silla.

Mario: ¿Qué? - espeta.

Marta: ¿Cómo va la vida con tu querida novia?

Mario: ¿Y a ti qué más te da?

Marta: Solo estoy intentando que dejéis esta absurda relación, ya que no os queréis... Tú quieres a Remei y...

Mario: ¡Yo no quiero a Remei!

Marta: Ya, ya, y yo entonces no soy una diva. No me interrumpas, tus sentimientos hacia Remei pasarán a segundo plano cuando veas lo que he descubierto.

Mario: Que yo quiero a Aina... - dice, entre dientes.

Marta: Pues quizás ya no la quieras tanto después de esto. Resulta que tu novia perfecta lleva tiempo engañándote...

Antes de que vuelva a replicar, le pongo el vídeo. Obviamente solo se lo enseño hasta el rechazo de Víctor, no sale la reacción final de Aina. A Mario se le salen los ojos de las órbitas.

Marta: Como comprobarás, - añado, al finalizar la emisión - Aina nunca resultará un impedimento en mi relación, aunque ciertamente es molesto que alguien esté revoloteando alrededor de tu novio... Pero, por la parte que te toca, no creo que te haga mucha gracia que, primero te encierre en un ascensor para comprobar que no eres infiel y que cuando comprueba que no lo eres, gracias a mí, por cierto; se lanza en plancha a otro chico, dispuesta a ponerte los cuernos, por suerte, Víctor solo tiene ojos para mí.

Mario está tan descolocado y tampoco me conoce demasiado, que todo ayuda a que se trague todo este montaje.

Mario: No entiendo nada... Márchate, por favor, necesito estar solo...

Decido dejarlo con su soledad, que sé que le aconsejará tomar una decisión que volverá a beneficiarme...

*narra Rocío*

En el momento que abro la puerta de mi habitación, se enciende una linterna que ilumina la pálida cara de Martina, en un gesto amenazante.

Rocío: Tía, la fiebre no te sienta bien.

Martina: ¿Te gusta Roger? - me pregunta de golpe y me quedo totalmente pasmada ante esta reacción inesperada.

Rocío: No, a ti te gusta Roger.

Martina: Pero a ti también. A ti te gustaba Mauro y a mí también, solo que lo llevaba en secreto para no herirte. Y al final acabé fastidiándolo todo. No lo hagas tú también, por favor.

Rocío: Pues sería una forma de que el karma hiciera justicia... - en este momento no soy yo la que habla, habla la Rocío de unos años atrás, la Rocío dolida por la traición de su mejor amiga. Ella se queda callada, apaga la linterna, quedándonos totalmente a oscuras y puedo percibir sus débiles sollozos. Me acerco a tientas hasta su cama y la abrazo, sintiendo que el tiempo no ha pasado y que seguimos siendo esas niñas repletas de ilusión y con ganas de comernos las cocinas de Masterchef y el mundo.

Martina: Creía que lo habíamos superado, pero lo pienso y todavía me duele lo imbécil que fui... Anteponer un chico a nuestra amistad...

Rocío: De verdad, es todo pasado, las cosas fueron así, teníamos demasiada presión como para hacer las cosas bien. Y ahora las haremos bien. No me gusta Roger, te lo prometo. No quiero que se repita la historia.

Martina: Pero tú a Roger sí le gustas.

Rocío: Imposible. No pegamos ni con cola.

Martina: En eso no tienes razón. - se ilumina un poco la estancia gracias al brillo de pantalla de su móvil, desde el cual me enseña dos fotos donde Roger y yo salimos. Si fuera una persona ajena a todo esto, pensaría que estas dos personas son pareja, pero no lo somos. Y no siento nada por él y él tampoco por mí. Aunque observando estas dos fotos... no parece eso.

Rocío: ¿De dónde las has sacado?

Martina: La petarda que nunca se aburre.

Rocío: ¿Y vas a permitir que esa cotilla con mala baba interfiera en nuestra amistad?

Martina: Sería muy estúpida si lo hiciera, ¿verdad? - finaliza la frase con una sonrisilla. Le doy un beso en la mejilla a mi mejor amiga.

Rocío: Ya va siendo hora de que hagamos algo con Roger y contigo. Estoy dispuesta a ayudarte. - Realmente necesito zanjar este tema, necesito comprobar si Roger quiere a Martina. Si es así, fuera problemas. Y si no... A ver qué pasa - Se me ocurrirá algo, algo que os llevará al altar. - bromeo.

Martina: ¡Calla! - aunque esté todo oscuro, sé que se ha sonrojado - No me ilusiones, cada día nos veo menos futuro...

Rocío: Venga, no seas pesimista. - nos quedamos un rato calladas, todavía enlazadas. - ¿Sabes qué? Que te quiero. Y que nunca más voy a permitir que un chico consiga hacernos tambalear.

Martina se abalanza sobre mí y terminamos tumbadas en la cama, entre risas y bromas, queriéndonos y sabiendo lo afortunadas que somos de tenernos.

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