Capítulo 192

61 6 0
                                    

CAPÍTULO 192

*narra Bruno*

Martu está sentada en la silla del escritorio, encantada resolviendo ecuaciones. Xavi tumbado en la cama, entretenido tecleando su ordenador. Y yo observando a ambos, sin saber hacia dónde decantarme, siendo consciente de que en realidad hace tiempo que me decanté.

Xavier: ¿Va a venir Itzi este fin de semana?—me pregunta.

Bruno: No—contesto, escueto.

Xavier: Vaya, me hubiese gustado que asistiera a la fiesta que he organizado.

Martu: Todavía sigo extrañada porque hayas decidido hacer una fiesta.

Xavier: Hay que salir de la rutina, ¿no cariño?—la mira fijamente, conozco demasiado a Xavi y sé que ese tono solo indica que va con segundas intenciones.

Bruno: Mientras no haya alcohol...—murmuro.

Xavier: Lo hay, lo hay. Me voy a la ducha. Poneos guapos.

Se apresura a recoger sus cosas y a dejarnos solos.

Martu: Se lo huele, joder Bruno, se lo huele—se levanta de la silla y empieza a dar zancadas por la habitación—. Esta noche deberíamos de decírselo ya.

Bruno: Será lo mejor. Y a Itzi no quiero desvelárselo por teléfono. Este domingo podría ir a Logroño.

Martu: Si quieres te acompaño—comenta, abrazándolo y acariciándole la espalda.

Bruno: Muchas veces me pregunto cómo logras saber cómo actuar para hacerme sentir siempre bien—confieso, impregnándome del aroma que emana su pelo.

Martu: Me sale solo. He encontrado la persona que me completa—se separa un poco para alinear nuestras miradas—. Sé que no hemos hecho las cosas bien, pero supongo que esto en algún momento tenía que pasar. Te quiero y no hay vuelta atrás.

Bruno: "Te quiero y no hay vuelta atrás" podría convertirse en nuestro lema, burbuja—respondo, dejando libre esa sonrisa bobalicona que ella me produce.

Martu: Pero qué romántico te ponés cuando me mirás—bromea, exagerando su acento argentino y besándome de nuevo.

*narra Marina*

Tacho otro de los números de la agenda de Alaska, este se ha limitado a soltarme que sentía su pérdida. Todos sus amigos se han extrañado porque les preguntara por ella, hasta ahora he recopilado poca información y de alguna ya estaba al caso. Antes del accidente, mi hermana hacía poco que había roto con su novio, en la universidad pasaba desapercibida, pero en el instituto era todo lo contrario. Una chica me ha dicho que conservaba unos apuntes que le dejó. Nada más. Ninguna indagación sobre la fiesta, ningún detalle que valga la pena apuntar. Todas las personas con las que he hablado eran compañeros de carrera, tengo que volver a casa para buscar los contactos de sus amigos del instituto, el anuario en el escritorio de mis padres tiene que tener algún sentido.

Noto una presencia a mi lado, relajo los músculos y dejo que Jota me masajee los hombros.

Jacobo: He vuelto a leerme la libreta de tu hermana, pero nada nuevo.

Me abalanzo sobre él, agradeciéndole sin necesidad de palabras todo el apoyo que me está brindando. Sin ningún tipo de reparo, nos deshacemos de nuestra ropa con habilidad, repartiéndonos besos por todos los rincones existentes y por descubrir. La habitación se inunda del calor que desprende nuestro amor.

Jacobo: Me apetece comer algo—dice él tras el éxtasis, guiñándome un ojo. Cesa sus caricias con dulzura y se levanta de la cama para vestirse.

Marina: Te acompaño—reacciono, todavía un poco perdida. Él me lanza mi ropa.

Una vez fuera de las cuatro paredes que han sido testigo de múltiples actos de amor, nos encontramos al hijo de Olvido saliendo de la sala de terapia.

Iván: ¿Qué tal?—nos saluda, acercándose a nosotros. Ambos nos sonrojamos.

Marina: Íbamos a la cafetería. ¿Vives con Olvido?—pregunto.

Iván: Sí, en un piso que está cerca del instituto.

Jacobo: Sé que esto para ti ya se queda pequeño, pero si te apetece, esta noche hay una fiesta—sugiere, para lograr que se integre—. No está de más que conozcas a la gente que hay por aquí si vas a pasar algún tiempo en este lugar.

Iván: Tenéis razón, gracias por la proposición—nos sonríe.

Marina: ¿Te vienes con nosotros a tomar algo?

Iván asiente, apartándose el pelo de la frente y dejando que por primera vez observemos su peculiar mirada. Es una personalidad diferente, me cae bien. 

InvenciblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora