Capítulo 18

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CAPÍTULO 18

*narra Ana*

Creo que pensaron en nosotros al poner unos columpios en este instituto. Atisbo a Manuel meciéndose en uno de ellos lentamente, a la luz de la luna. Hasta que decido acercarme a él. Lo miro y duele. Todos esos recuerdos duelen.

Ana: Manuel. - lo llamo. Levanta la vista, no intenta ocultar sus ojos rojos con su flequillo.

Manuel: ¿De veras crees que te abandoné? - esa pregunta me pilla desprevenida, lo dije en un momento de total descontrol, pero de verdad lo sentí así... Aunque lo que yo percibo no tiene por qué ser siempre la opción correcta. Soy consciente de que soy una chica inestable.

Ana: Manuel, yo...

Manuel: No podía más... - solloza.

Ana: ¿Por qué acabas de huir? - cambio de tema.

Manuel: ¿En serio tú tampoco lo entiendes? ¿No entiendes que si ahora te beso ese pequeño muro que intenté crear entre nosotros se desestabiliza? No sería justo ni para ti, ni para mí. De todos modos, ha empezado a flaquear. Porque te sigo queriendo, pues claro que te sigo queriendo, joder. Pero nos estábamos haciendo mucho daño... No supimos llevarlo bien, Ana. Éramos una pareja joven haciendo ya cosas de adultos. Ese fue el error.

Ana: ¿Fue un error que te vinieras a vivir conmigo?

Manuel: No lo sé, llevo analizándolo mucho tiempo... Y creo que los dos sabemos cuál fue el error. 

•FLASHBACK•

La tercera vez ya que me suena el maldito contestador. Creo que le he enviado ya más de cincuenta mensajes por whatsapp. Pero es que no puedo concentrarme ni para hacer deberes, ni para leer, ni para mirar ninguna serie... Hasta que él no llegue. Mi madre me ha propuesto que eche una cabezadita, ¿pero acaso no sabe que cuándo cierro los ojos la mirada de fuego de... del innombrable me persigue? Llevo dos noches sin poder dormir. Las mismas que Manuel no ha estado conmigo. Dichosos eventos. Dichosos showcookings. Llegó un momento en verano en que ya no pudo aplazarlos más, pero, para mi gusto, tenía demasiados. En los primeros lo acompañaba y yo también acababa participando en ellos. Pero acabaron prohibiéndomelo, por dos motivos, por lo nerviosa que me ponía cuando encendíamos el fuego y porque un día me puse a perseguir con mi garfio a una chica que se arrimó demasiado a Manuel. Los celos, mi defecto fatídico. Algo que no puedo controlar. Llevamos ya un mes yendo juntos al instituto y, pese a los días que se tiene que ausentar por los eventos, todo va genial. Creo.

Al cabo de unas horas, llega Manuel y me lanzo a sus brazos. Y empiezo a preguntarle todo lo que ha hecho, atosigándolo, insistiendo en si había muchas chicas en el evento.

Manuel: Menudo recibimiento. - ironiza - Tengo el móvil que echa humo. ¿68 mensajes? ¿En serio?

Ana: ¿Y por qué no los contestas?

Manuel: Son todos controladores. Un "te quiero" hubiese estado mejor.

Ana: ¿Qué pasa? ¿Tienes algo que ocultarme?

Manuel: Ana, basta ya, siempre me haces lo mismo cuando vuelvo. Pensaba que habías ahogado tus celos en el mar.

Ana: ¡¡PUES DÉJAME DE UNA VEZ Y ASÍ YA NO TIENES QUE AGUANTAR MÁS MIS CELOS!! - me enciendo, odio cuando se pone en plan pacífico y en plan "siempre soy yo el que lo hace todo mejor que tú".

Manuel: ¿ERES IDIOTA? ¿NO ENTIENDES QUE NO QUIERO SEPARARME DE TI?

Ana: Ya, claro, eso es porque te doy lástima... - digo, con un hilo de voz. Posa fuertemente sus manos en mis mejillas, obligándolo a que lo mire.

Manuel: No vuelvas a decir eso. - insiste - Estoy aquí, contigo, porque te lo prometí, te prometí que me quedaría siempre contigo. Y porque te quiero, maldita sea, te quiero desde el primer día. ¿No confías en mí? Creo que te lo he demostrado ya más de una vez que no hay nadie que me llene más que tú...

Ana: Lo siento, no acabo de ser nada justa. - recapacito - Confío en ti. Y te quiero. Te quiero desde antes del primer día.

Finalmente, tras la pequeña discusión, nos besamos intensamente. Y sigo pensando en si estoy cortándole las alas, en qué hace aguantando a una loca como yo y si algún día se cansará de mí y todo lo que conlleva estar conmigo...

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