CAPÍTULO 146
*narra Daniel*
Todavía sentados en los cojines de la sala común, le cuento a Aina todos mis progresos.
Daniel: Es increíble cómo he avanzado. - sin evitarlo, le dirijo una fugaz mirada a mi chica de gafas favorita - Le falta el último retoque y creo que ya estará... - susurro, ya que no puedo permitirme que nadie nos oiga.
Aina: ¿Y cómo vas a comprobar que funciona?
Daniel: Supongo que con otra planta.
Aina: Y si vuelve viva...
Daniel: Mierda.
Aina: ¿Qué?
Daniel: Que la planta no puede volver sola. No al menos de la manera en que lo he hecho.
Aina: ¿Entonces cómo podrías hacerlo?
Daniel: Sería demasiado arriesgado con una vida humana...
Chasqueo la lengua, frustrado de nuevo. Mi vista se desvía hacia Sandra y Ana, las cuales están jugando a piedra, papel o tijera. Aunque con dos peculiaridades, no le llaman ni piedra, ni papel, ni tijera. Para ellas esos objetos son Micropuff, Pergamino o Voldemort. Y cuando una pierde tiene que inventarse una historia a raíz de una frase que la otra le diga. Lo conozco al detalle porque he jugado alguna vez con Sandra. Sus manos en movimiento, su ceño fruncido cuando pierde, su expresión pensativa al idear una historieta, su risa contagiosa... Una idea aparece de repente en mi mente y miro a Aina, eufórico.
Daniel: ¡Ya lo tengo! Solo tendría que... - paro de golpe, ya que ese fresco aroma a cítricos se introduce por mis fosas nasales y al levantar la cabeza, efectivamente me encuentro con su sonrisa. Y con la de Ana.
Ana: Hola, chicos. Podríamos cocinar algo.
Sandra: ¿Quieres que queme la cocina? - bromea.
Aina: Tampoco será para tanto, mujer. A mí me apetece tanto una menestra de verduras... - babea.
Daniel: La chica sana. Yo prefiero algo que lleve azucarillos. - digo sin evitar sonrojarme, ella también lo hace.
Ana: Pues de plato principal una menestra y de postre algo dulce. - cambia la expresión y se sienta a mi lado - Hace días que quería preguntarte algo, espero que no te importe. Tú te sientas con Manuel en clase, ¿habláis sobre algo?
Daniel: Comentamos cosas sobre las asignaturas, sin más. Aunque tampoco hablamos mucho, siempre está ausente y dibujando trolls en su libreta.
Ana: ¿Trolls? - se le ilumina la cara - ¿En serio? Sabes que hay un condenado troll en la puerta de mi habitación, ¿verdad? - asiento - ¿Lo habrá dibujado él?
Aina: ¿Pero para qué te dibujaría él un troll?
Ana: Para humillarme todavía más. - cualquier signo de positivismo que había mostrado se desvanece -Para decirme que soy un troll asqueroso comparado con la petarda que tiene como novia... Puaj. Yo había roto mis hilos. ¿Qué diantres hago hablando de él? Vámonos ya a cocinar, por favor.
Nos levantamos, pero agarro a Sandra del brazo, para separarla de las otras dos chicas.
Daniel: ¿Podemos hablar sobre una cosa? - detecto miedo, que rápidamente se convierte en enfado.
Sandra: Fuca giliclonc E, sabía que su comentario conseguiría que te afectara. ¿En serio vas a tener en cuenta lo que dice ese muto asqueroso? ¿De verdad crees que no me conoces lo suficiente como para cuestionar ese aspecto de mí? ¿Que soy una manipuladora que solo quiere aprovecharse de los demás? - coge aire - Juro solemnemente que si algún día notara ese mínimo comportamiento en mí, yo misma le pediría a Dolores su magnífico y malvado bolígrafo y copiaría: "No debo ser como la giliclonc E". El único inconveniente es que su insulto se quedaría grabado en mi piel y no me haría demasiada gracia tener que acordarme cada día de ella al verlo, así que cambiaría la frase: "Debes ponerte azucarillos en el café". No tiene nada que ver con comportarme como una urdidora, pero tiene que ver contigo, motivo que creo suficiente para que sea digno de llevarlo en la piel.
Hace ademán de seguir hablando, esas maneras de explicarse tan características y la forma de afrontar los problemas hacen que la admire todavía más. El Daniel extremadamente vergonzoso hubiera hecho un comentario gracioso sobre esto, aparcando el tema. Pero el renovado Daniel, ese que gracias a su inspiración y su forma de ser, que ella ha creado, un Daniel más seguro, más hábil, menos obsesivo, menos sufridor y más impulsivo, es el que impide que ella siga hablando, ya que la calla con un dulce beso.
Al sentir el contacto, un universo de posibilidades aparece ante mí, con nuevas ideas y nuevas sensaciones. Sin embargo, el Daniel tímido irrumpe de nuevo y me separo con cortedad, siento un calor asfixiante en mis entrañas cuando nos miramos tras nuestro beso y me largo corriendo hacia la cocina.
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Invencibles
Teen FictionHan pasado dos años desde que Manuel se proclamó ganador de Masterchef Junior 2. Los organizadores del programa y los padres de los concursantes acabaron decidiendo que no era muy viable seguir yendo a los colegios públicos de sus respectivas ciuda...