Capítulo 116

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CAPÍTULO 116

*narra Martina2*

Martina2: ¿Cómo pude estar colada de alguien que está saliendo ahora con la petarda?

Rocío: Todo el instituto habla de eso...

Martina2: Como para no hablar... No tiene sentido alguno.

Rocío: En fin. - suspira y se sienta al pie de las escaleras - ¿Qué era eso que tenías que contarme?

Me pongo roja, pensando en la misteriosa carta que me he llegado estas Navidades. Rebusco en mi bolso y se la tiendo a Rocío.

<<Algunos quisieran ser Albus Percival Wulfric Brian Dumbledore para poseer su gran sabiduría, otros quisieran ser Lord Voldemort para ser poderosos, otros Harry James Potter para ser unos héroes, otros Hermione Jane Granger para ser tan inteligentes como ella, otros Ronald Billius Weasley para tener unos hermanos como Fred y George y algunos otros Luna Lovegood para apreciar hasta las cosas más extraordinarias.

A mí me gustaría ser una mezcla de ellos, una persona con el valor suficiente para enviarte esta carta, para sacar todos los sentimientos que llevo ocultando todo este tiempo.

El Quisquilloso.>>

Martina2: Esta carta iba acompañada de la revista original "El Quisquilloso" y de las gafas que Luna usa. - le explico.

Rocío: Parece alguien muy especial...

<<Ojalá fuera de Roger>>, pienso, <<Ojalá se hubiera arrepentido de estar saliendo con Rocío>>.

Parece que mis pensamientos lo atraen, porque justo en ese momento aparece, dándole un buen beso a mi mejor amiga delante de mí.

*narra Mario*

Entro con paso decidido en la habitación de Aina, ella está leyendo un libro. Se levanta para recibirme.

Mario: No sabes cuánto he extrañado esto estas vacaciones. - voy directo al grano, agarrándola de la cintura y besándola con pasión.

Aina: Lo mismo digo. - responde tras el largo beso.

Sin darle más explicaciones, sigo besándola, recorriendo su cuerpo con mis manos.

Aina: ¿Qué se supone que estás haciendo? - replica, cuando la he tumbado en la cama y estoy besándole el cuello.

Mario: ¿No te apetece? - la miro. Ella aprieta los labios, sin saber qué contestar. Entonces le beso el lóbulo de la oreja, provocándola. - ¿Sigue sin apetecerte? - le pregunto. Ella me sonríe pícaramente y niega con la cabeza. El siguiente paso es quitarme la camiseta. - A estas preciosas vistas no les puedes decir que no, ¿verdad? - ella vuelve a negar, siguiéndome el juego. Entonces le saco su camiseta suavemente, aprovechando el contacto de mis manos con su piel, rozando zonas íntimas, noto cómo se estremece. - ¿Todavía no te apetece? - le susurro en la oreja. Aina se muerde el labio y se abalanza hacia mí, desprendiéndonos de la ropa restante. Me inclino para coger el preservativo que guardaba en el bolsillo de mi pantalón y el resto ya viene solo.

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