Capítulo 48

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CAPÍTULO 48

*narra Mendicuti*

Entro de golpe en su habitación, sin pedir permiso, porque si no sé que no va a dejarme entrar.

Mendicuti: ¡Esto no puede seguir así, Marta! - alzo la voz, intentando parecer autoritario. Pero me muero de la vergüenza al descubrir que está únicamente Remei, apoyada en la ventana y mirándome, con una sonrisa asomándole por las comisuras.

Remei: Marta ha salido un momento. Espérate aquí, se llevará una bonita sorpresa al verte. - ironiza. Y antes de que pueda contestar, ella ya ha salido por la puerta.

Me siento al pie de su cama, pero al segundo me vuelvo a levantar, inquieto. Me paseo por la habitación arriba y abajo, mil veces, hasta que por fin la puerta se abre. Intento recibirla con mi mejor sonrisa.

Marta: Vaya, mi pesticida no ha servido, porque todavía no te has muerto. - Menudo recibimiento, pienso. Toda la seguridad con la que había entrado en la habitación ya se ha desvanecido.

Mendicuti: ¿Vas a seguir con este plan toda tu vida?

Marta: ¿Crees que te mereces que te trate de otra manera?

Mendicuti: Lo estás exagerando demasiado, esto no puede seguir así, Marta. Nosotros nos queríamos.

Marta: No, tú nunca quisiste a ninguna de las dos. ¿Tanto te molesta que lo haya superado? Si de verdad quieres recuperar nuestra amistad, porque ya no podría llegar a sentir nada más fuerte por ti, cúrratelo. Y no vengas a suplicar cual perrito faldero.

Mendicuti: Quiero arreglar mis errores, estoy reconociéndolos, ahora solo quiero que superemos los problemas pasados y vuelva a ser tu refugio...

Marta: Mi refugio... Quizás eso sea lo que eche más de menos... Pero así no vas a conseguir nada. Y ahora márchate, por favor. Está a punto de venir mi novio.

Mendicuti: ¿Tu novio?

Marta: Sí, mi novio. ¿Algún problema?

Bajo la mirada, planeando mi segundo asalto. Camino hacia la puerta, cuando paso por su lado le rozo la mano brevemente. Escalofríos. Ninguno de los dos dice nada más. Cierro la puerta y deslizo mi espalda por ella hasta quedarme sentado. Con la cabeza entre mis piernas, intentando no asumir la derrota tan fácilmente. Intentando que el nudo de mi garganta no gane la batalla. Alguien alborota mi pelo y levanto la mirada.

Mendicuti: ¿Qué haces aquí? - le pregunto.

Aina: Venir a hablar con el diablo...

Mendicuti: Pues ten cuidado, a mí acaba de mandarme a la mierda.

Ella se sienta a mi lado y atrae mi cuerpo hacia el suyo, intentando consolarme.

Aina: Creo que ya hubo suficiente destrucción la última vez. ¿Por qué no empezamos de cero y esta vez, en vez de destruir, construimos?

Mendicuti: Me parece una idea genial. No sería capaz de soportar más destrucción. - Aina me sonríe, le devuelvo la sonrisa. Esto era lo que necesitaba.

Aina: Voy a estar aquí para todo lo que necesites. Aunque aquello que necesites tenga que ver con cierta perra loca... - rueda los ojos y niega con la cabeza, mordiéndose el labio inferior.

Mendicuti: Y yo para ti. Aunque tenga que ver con cierto personaje que se pone nervioso en la presencia de una chica que no es su novia...

Aina: Idiota. - ríe melancólicamente - Te echaba de menos.

A modo de respuesta, me abalanzo sobre ella y la abrazo con fuerza, sintiendo que tengo un nuevo punto de apoyo que refuerza totalmente mi autoestima y mis ganas de seguir adelante.

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