Capítulo 159

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CAPÍTULO 159

*narrador omnisciente*

Esa silla vacía se siente demasiado contemplada. ¿Quién llenará ahora este hueco? Nadie. Nadie puede llenarlo.

Olvido abre la puerta sigilosamente, retrasándose, hecho inusual en ella. Ha intentado ocultar sus ojeras con sus grandes gafas de pasta negra, pero ha sido inútil. Se sienta en su lugar, sin capacidad para articular palabra.

Olvido: Hola. - dice al fin, pero ese simple balbuceo inician una serie de sollozos. - Disculpadme. - saca un pañuelo de su bolsillo.

Jacobo: No hay nada que disculpar. Es normal que estés así... Yo... Nosotros...

Olvido: Pero soy la terapeuta. - habla cuando por fin se asienta - No puedo mostrarme así ante vosotros.

Cova: ¿Por qué no? Tú también tienes derecho a sufrir.

Marina: Una vez nos hablaste del vacío de tu alma, ¿tiene algo que ver con esto? - le pregunta la castaña, entrelazando los dedos con su chico.

Olvido: Bueno... Yo... Perdí a un hijo. Y ahora ha sido similar a revivir la situación. Me siento incapaz de caminar para habitar el vacío de mi alma, que la pérdida de Lluc ha ensanchado.

Cova: ¿Cómo lo perdiste?

Olvido: Nunca nos habíamos llevado bien. Su padre y yo nos divorciamos. A él no le gustaba mi manera de educarlo. Discutíamos mucho. Hasta que un día se fue con su padre. Vivíamos en ciudades diferentes y... no he vuelto a saber nunca nada más de él.

Reanuda el llanto y nadie se atreve a preguntarle por qué ella no luchó por recuperar a su hijo. La terapeuta al fin retoma la compostura, dispuesta a charlar un rato para intentar sobrellevar la desgracia.

Olvido: Me gustaría que me dijerais cosas que queréis hacer antes de morir. Tememos a la muerte. Es un tema tabú. Duele, pero hay que asumir que a Lluc se lo ha llevado la muerte. - lágrimas silenciosas recorren las mejillas de todos - Por eso hay que tenerla siempre presente y tenemos que vivir cada día como si fuéramos a morir al siguiente. Así que, ¿qué queréis hacer antes de morir?

Marina: Viajar a Alaska. - Jacobo le aprieta la mano.

Cova: Inventarme alguna receta de cocina inspirada en el ganchillo. Y confiar en mí misma.

Jacobo: Me gustaría plantarme delante de mi padre y preguntarle por qué nos abandonó. - ahora es ella quién se la aprieta.

Olvido: ¿Ana?

La morena, que todavía no ha dado indicios de estar presente, con la mirada perdida en la silla de Lluc, hace un leve gesto de cabeza.

Ana: Lluc no está. - susurra.

Olvido: No va a volver. - responde con tacto.

El vacío de ambas se extiende todavía más.

Ana: ¿Por qué? ¡Porque se resbaló! - exclama, levantándose - ¡Soltó mi mano!

Olvido: ¿De qué te sirve martirizarte así?

Ana: ¿Y de qué me sirve vivir, Olvido? ¿De qué me sirve? Mi vida es tan solo dolor. Ha llegado un punto en el que es tan punzante, que ya no planeo hacer nada antes de morir. SE CAYÓ. ¡FUCA AZOTEA! - grita, dando tres zancadas y marchándose de ahí, cerrando de un portazo.

Olvido: Seguid hablando sobre esto, debo ir tras ella.

La mujer se planta en medio del pasillo y se da cuenta de que Ana no ha avanzado mucho más. Acurrucada en una esquina, tiritando.

Olvido: Suéltalo todo. - le recomienda, abrazándola.

Ana: Suéltalo tú también.

Se pasan incontables minutos dando rienda suelta al desconsuelo. El calor de la otra es imprescindible para superar este momento. Ana le cuenta su reflexión sobre los hilos y ella la escucha atentamente.

Olvido: ¿Me prometes que vas a seguir progresando? Ibas genial, Ana. No te pido que esto no te afecte, solo te pido que no te hunda.

Ana: Gracias por no dejar que rompa mis hilos con la vida.

Olvido le sonríe, sin poder evitar pensar en que, en contra de su voluntad, de algún modo u otro, ella ha permitido que Lluc cortara los suyos con la vida.

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