Capítulo 175

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CAPÍTULO 175

*narra Marina*

En cuanto abro la puerta de mi habitación un olor a incienso de canela invade mis fosas nasales. La tenue luz de las velas ilumina la dalia que reposa entre las manos de Jota. Se acerca hacia mí y empieza a besarme el cuello. Lo aparto de un brusco empujón, tirando mi maleta encima de la cama de malas maneras. No estoy de humor. Observo la flor, que se ha caído de entre sus manos, perdiendo algún pétalo. Mis ojos conectan con los suyos y siento un desgarre en mis entrañas al ver su expresión de decepción. Recojo la dalia con cuidado y le acaricio la mejilla.

Marina: Lo siento... - murmuro - Vengo muy agobiada y no me esperaba este recibimiento... Yo solo soy una estúpida, al final acabarás cansándote de mí.

Jacobo: Solo quería que supieras que te he echado demasiado de menos mientras pasabas el fin de semana en tu casa.

Marina: Eres un sol, Jota. - mi mano termina en su nuca y mis labios encima de los suyos.

Cierro los ojos con fuerza, intentando que me transmita un poco de paz. Sin embargo, sigo con el mismo desasosiego con el que he llegado. Me aparto delicadamente de él y me tumbo boca abajo en el suelo, apagando una vela con un soplido. Jota tarda menos de un segundo en tumbarse a mi lado.

Marina: La habitación de mis padres seguía igual, nadie se había pasado por ahí, excepto yo. Me pasé el fin de semana con mis tíos y amigos de mis padres. Nadie sabía a dónde iban cuando cogieron el coche que los mató. Frustrada por la falta de información, metí todo lo que había en su escritorio dentro de mi maleta. Justo cuando estaba a punto de salir por la puerta para volver aquí, pensé en que no me había atrevido a entrar en el cuarto de Alaska. Ya no olía a ella, - una desconsolada lágrima rueda por mi pómulo - ni siquiera su ropa que apreté contra mi nariz. Se esfumó tan silenciosamente como si nunca hubiera existido. De todos modos, en esas cuatro paredes seguía su esencia: sus posters, sus fotos, sus libros, sus peluches... Debajo de su almohada encontré una pequeña libreta. - arqueo un poco la espalda para meterme las manos en el bolsillo de la sudadera, sacando el objeto. La primera página se encuentra marcada por las lágrimas que derramé al volver a toparme con su descuidada letra. - <<¿En qué momento me percaté de que estoy perdida y desorientada dentro de un laberinto que no hace más que ensancharse?>> - le leo sus notas a Jota - <<El valor de las cosas se perdió en medio del camino que intenté trazar para salir de aquí. Si ya nada tiene importancia, ¿por qué seguir gastando energías en escapar? ¿Por qué no arrodillarme y firmar mi rendición? ¿O por qué no romper el muro invisible, sean cuales sean las consecuencias?>>. ¡¿Lo pillas, Jota?! Su vida era un maldito laberinto y ella estaba harta de estar perdida, ¡estaba harta de vivir! No puede ser, no puede ser... Yo lo intuía, pero no quería admitirlo... Se subió en un condenado coche con alcohol corriéndole por las venas. ¡Quería romper el muro invisible! ¡Y mira si lo hizo! ¿Y si no qué explicación le das a que se ponga a conducir un coche borracha ella sola? - noto que mi respiración se ha agitado y que, presa de mi angustia, he lanzado la libretita contra la pared. Se ha quedado abierta por la página que acabo de leer.

Puedo oír la risa de Alaska, burlándose de mí. <<¿Acaso te creías que eras lo suficientemente importante como para que no me suicidara por ti, hermanita?>>

Marina: ¡PUES TÚ SÍ LO ERES! ¡SIEMPRE FUISTE LA PERSONA MÁS IMPORTANTE DE MI VIDA! - le grito a la libreta, confusa por mi reciente alucinación. ¿Será así cómo se siente siempre Ana?

Jota me obliga a sentarme y me rodea con sus brazos, me parece el momento idóneo para esconderme del mundo y sentirme tan solo resguardada por él.

Jacobo: Pero piensa por qué se tendría que haber suicidado. Este texto puede significar muchas cosas, un laberinto tiene múltiples connotaciones, creo que no deberías de precipitarte sin tener más pruebas claras. Además, ¿cómo encajas su suicidio con la muerte de tus padres?

Marina: Igual descubrieron que se suicidió e hicieron ellos lo mismo. Ahora que yo también lo sé, ¿quién sabe? Igual termino obsesionándome y siguiendo sus pasos. - levanto la cabeza y él me está mirando con el ceño fruncido - Vale, perdona, estoy desvariando. Esto me está afectando demasiado, pero quiero llegar hasta el final... Quizás tengo que dejar de buscar entre los asuntos de mis padres y centrarme en mi hermana... Quizás sea ella quien me ayude a salir de este laberinto. - levanta una ceja - Sí, desde que murió me he dado cuenta de que llevo demasiado tiempo vagando en un laberinto. Pero no te preocupes, no pienso encontrar la salida de la forma en que estás pensando. - sonrío por primera vez en todo el día, inclinándome para agradecerle sin palabras su atención, su comprensión y, sobre todo, su compañía incondicional.

*narra Manuel*

Martina3: ¿No te apetece salir? - me pregunta.

Manuel: No, solo quiero que nos pasemos toda la tarde acurrucaditos mirando una película.

Martina me mira embobada, agarra el primer disco que encuentra y lo mete en el DVD. En menos de cinco minutos ya estamos los dos tumbados, ella no deja de acariciarme la mano.

Martina3: Quería hacerte una pregunta... - parece nerviosa, no hallo por ninguna parte ese tono autoritario - ¿Qué se siente al tener amigos?

Mi reciente confesión la ha convertido en una persona vulnerable. Y lo más importante, confía en mí.

Manuel: ¿Y esta pregunta?

Martina3: No lo sé, nunca he tenido amigos, tú eres lo más parecido. Y a ti todos te quieren mucho. Bueno, o te querían...

Asimilo durante unos minutos sus palabras. Esta situación me ha servido para darme cuenta de que nunca he tenido verdaderos amigos. Yo confié en que ellos no se quedarían con los brazos cruzados al ver que estaba saliendo con la petarda, pero hicieron todo lo contrario, me dieron la espalda sin remordimientos. Ni siquiera Ana confió en mí, he tenido que ir detrás de ella para contarle la verdadera historia. Así que, mi siguiente respuesta se encuentra alimentada por el resentimiento y el odio:

Manuel: No puedo responderte, yo ahora mismo siento que tampoco he formado nunca parte de un grupo que de verdad fueran mis amigos.

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