CAPÍTULO 138
*narra Sandra*
Sandra: ¿Sabes quién es la chica que no deja de mirarnos? - le pregunto a Daniel, sentados en el césped, relajados, comiendo pipas. No me gusta sentirme intimidada y la muchacha no nos ha quitado el ojo de encima en ningún momento, sentada en el banco de enfrente y mirándonos fijamente.
Daniel: Lucía. - responde, escueto.
Sandra: ¿Tu ex novia?
Daniel: Esto... - se pone rojo y empieza a mover los dedos, nervioso - ¿Qué más da? ¿Acaso te importa con quién he salido?
Buena pregunta, ¿acaso me importa el pasado de este chico? ¿Esos leves pinchazos de mi estómago son celos?
Sandra: Yo... - también me pongo nerviosa, se me dan fatal estos asuntos - Solo sé que tú me importas.
Se queda mirándome fijamente, casi puedo escuchar esa frase que no se atreve a pronunciar: <<¿De qué manera te importo?>>. Suelto un silencioso suspiro cuando gira la cabeza, ya que no hubiera sabido qué responderle. Estoy fascinada con el descubrimiento de Daniel, tras nuestro café hemos ido forjando una extraña relación basada en el "frikismo" y la tranquilidad que nos transmite la compañía del otro. Y como ya lo conozco un poco, sé que hay algo que me oculta.
Daniel: Tú a mí también. - concluye, con una tímida sonrisa decorando su rostro. - Me tengo que marchar ya. - Se levanta de golpe y lo imito.
Sandra: Te acompaño en el camino de vuelta.
Daniel no está muy convencido, pero cede. Cuando estamos en la puerta de su habitación, me da a entender de que es hora de que nos despidamos.
Sandra: ¿No vas a dejarme nunca entrar? Tú me ayudaste a darle su merecido a la giliclonc E por haber aislado mis cosas, déjame que te lo recompense de algún modo, como ayudándote a redecorar tu habitación.
Daniel: Tiempo al tiempo. Nos vemos mañana. - me da un breve abrazo.
Sandra: Está bien. - susurro, un poco fastidiada.
Me doy media vuelta y sé que ahora necesito estar con Ana. Sé dónde puedo encontrarla. Dentro del ascensor, me meto las manos en el bolsillo y me encuentro un azucarillo. Será tonto, pienso, esbozando una sonrisa todavía más tonta. Esto ha sido cosa de Daniel, se ha convertido ya en nuestra broma privada.
Abro la puerta de la azotea y diviso a Ana apoyada en la repisa.
Sandra: Eh. - la saludo, dándole un beso en la mejilla. Me percato de que entre sus dedos juguetea con un mechero rojo.
Ana: Eh, Sandrip. - bromea y estallo a reír - Vale, sí, admito que ha sido un intento fallido de "Eh, Catnip".
Sandra: Tampoco me desagrada. - acompaño mi comentario con una carcajada.
Ana vuelve a dirigir la mirada a las vistas que tenemos ante nosotras: el brillante mar, el sol a punto de ponerse, hectáreas de campo y algunos edificios.
Ana: Algunas veces me cuesta distinguir entre lo real y mis pesadillas. Muchas veces, observando el paisaje contemplo edificios ardiendo, los campos sin vida, consumidos por el fuego. Ni el mar puede aplacar las llamas. Necesito cerrar los ojos y pausar mi interior para volver a la realidad. En cuanto lo hago, me doy cuenta de que no es mucho mejor. ¿Ves esos edificios? ¿Esos puntos que son personas? ¿Los campos descuidados? ¿Las olas del mar? La mayoría de personas dirían que es precioso, pero yo no, porque he descubierto que está todo podrido. Creo que el primer paso para poder vivir en un mundo así es darte cuenta de la inexorable putrefacción. Este edificio, - da un fuerte pisotón - estos edificios tan altos solo están ahí para no dejarte ver nada más que otros edificios gigantinos. No quieren que ampliemos nuestros horizontes, les sale más a cuenta que seamos simples marionetas que sigan las normas establecidas. El único momento en que puedes ser dueño de tu vida es cuando decides cortar los hilos que te unen a ellos, dejar de ser una marioneta. He cortado mis hilos. - afirma contundente - Mis hilos que me unían al mundo. Y mis hilos que me unían a... - suspira - Manuel.
Sandra: Recuerda que meta esta reflexión en mi próximo libro. - le digo, para intentar animarla. De todos modos, es muy interesante todo lo que me acaba de comentar, ¿cuándo seré capaz de romper mis hilos?
Pero sé que hay algo mucho más efectivo, un abrazo sincero que te llena de calor, un abrazo rompehuesos, apretándola con fuerza, para que no se vaya nunca de mi lado, transmitiéndole un poco de paz. No hay nada más reconfortante que un abrazo.
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Invencibles
Teen FictionHan pasado dos años desde que Manuel se proclamó ganador de Masterchef Junior 2. Los organizadores del programa y los padres de los concursantes acabaron decidiendo que no era muy viable seguir yendo a los colegios públicos de sus respectivas ciuda...