Capítulo 134

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CAPÍTULO 134

*narrador omnisciente*

El silencio reina en la pequeña sala donde imparten terapia. Olvido se sienta en medio de sus cinco pacientes. Los últimos sucesos no se lo están poniendo nada fácil para ayudar a mejorar los ánimos de estos jóvenes. Marina llegó ayer al instituto, su rostro ya no está marcado por huellas de lágrimas, sino que se ha tornado duro e impasible.

Olvido: Hoy he decidido leeros un fragmento del Derecho al Delirio, de Eduardo Galeano.

Lluc y Cova asienten, entusiasmados por aquello nuevo que pueden descubrir. Por otro lado, Jacobo no suelta la mano de Marina y Ana se encuentra fuera del mundo, con la mirada perdida.

Olvido: ¿Qué tal si deliramos por un ratito? - inicia ella, con su característica voz relajante - ¿Qué tal si clavamos los ojos más allá de la infamia para adivinar otro mundo posible?

Marina: ¡¿De qué me sirve a mi delirar si mis padres han muerto en un maldito accidente de coche?! - salta la valenciana. - ¿IMAGINARME OTRO MUNDO POSIBLE LOS TRAERÁ DE VUELTA? ¿TRAERÁ TAMBIÉN DE VUELTA A MI HERMANA? ¡LO DUDO! ¡ASÍ QUE TODO ESTO ES INÚTIL! - hace amago de levantarse pero su chico la frena. Ana se tapa los oídos con las manos.

Olvido: El aire estará limpio de todo veneno que no provenga de los miedos humanos y de las humanas pasiones. - continúa ella, sin tener en cuenta la intervención de Marina.

Marina: ¿ACASO SOY INVISIBLE? ¿NO ACABAS DE ESCUCHAR QUE ESTO NO ME VA A AYUDAR EN NADA?

Olvido: Tienes miedo.

Marina: ¡OBVIAMENTE! - estalla - ¿CÓMO NO VOY A TENER MIEDO? ¡MI HERMANA MUERE EN UN ACCIDENTE DE COCHE! ¡MIS PADRES MUEREN EN UN ACCIDENTE DE COCHE! ¡ES CUESTIÓN DE DÍAS QUE YO MUERA EN UN ACCIDENTE DE COCHE! ¡ES LA MALDICIÓN DE LOS POVEDA!

Olvido: ¿Realmente es eso lo que te atemoriza? ¿Morir en un accidente de coche? En el mundo que estamos imaginando no existirían coches, el aire solo estaría contaminado por los miedos humanos y las humanas pasiones. Tener miedo es necesario, como también es necesario ser consciente de qué tienes miedo.

Marina: ¡QUE ME IMPORTA UN COMINO ESTE INÚTIL MUNDO QUE NOS ESTÁS DESCRIBIENDO! ¡EN EL MUNDO REAL, EN ESTE, EXISTEN LOS AUTOMÓVILES QUE SE CARGAN VIDAS HUMANAS!

Olvido: ¿Entonces no te gustaría pensar en un mundo donde los automóviles fuesen aplastados por los perros?

Marina: A mí solo me gustaría encontrarle una explicación a este sinvivir... - ahoga el llanto, tranquilizándose. Aunque necesitaba soltar toda esa ira. Lo necesitaba. Porque nada tiene sentido ahora.

Olvido: Marina, solo te pido que me escuches, intento ayudarte, aunque pueda parecerte inútil. - Marina asiente, con una lágrima resbalándole por la mejilla - Serán deforestados los desiertos del mundo y los desiertos del alma. - continúa con el recital, volviendo a emitir ese tono paliativo - Los desesperados serán esperados y los perdidos serán encontrados, porque ellos se desesperaron de tanto esperar y ellos se perdieron por tanto buscar. - pausa - ¿Os identificáis?

Lluc: Yo me desesperé de tanto esperar. - dice el catalán, levantando la mano.

Covadonga: Y yo me perdí por tanto buscar.

Ana: Yo siento un desierto en mi alma. - por fin la gallega sustituye su vacía mirada por una mirada triste, pero más fuerte.

Marina: Y yo. - agacha la cabeza.

Jacobo: Yo también.

Covagonda: Un desierto terrible.

Lluc: Y muy grande.

Olvido: Dejadme continuar y después hablaremos sobre esto. Seremos imperfectos, - prosigue - porque la perfección seguirá siendo el aburrido privilegio de los dioses. Pero en este mundo, en este mundo chambón y jodido, - aumenta la intensidad de su voz - seremos capaces de vivir cada día como si fuera el primero y cada noche como si fuera la última.

Los cinco suspiran, con la piel de gallina, ya les gustaría a ellos poder aplicar estas palabras.

Olvido: El mundo es jodido, vosotros lo sabéis mejor que nadie y también sabéis que no sirve de nada quedarse de brazos cruzados lamentándose, como también sois conscientes de que la imperfección es lo que le da sentido a nuestras acciones. ¿Sabéis para qué sirve la utopía? - todos niegan con la cabeza - La utopía está en el horizonte, sé muy bien que nunca la alcanzaré, si yo camino diez pasos, ella se alejará diez pasos. Cuánto más la busque, menos la encontraré, porque ella se va alejando a medida que yo me acerco.

Ana: Entonces... La utopía sirve para caminar. - deduce.

Olvido perfila una enorme sonrisa, orgullosa de ella.

Olvido: ¿Y tú estás caminando?

Ana: Yo estoy huyendo...

Olvido: Te quiero de vuelta, Ana. Quiero que pienses en la utopía, que intentes alcanzar lo imposible, que adivines otro mundo más allá del dolor y de Manuel. Que camines, indagues y no te hundas en la oscuridad de tu habitación. Lo mismo os digo a todos. ¿Esos desiertos que sentís en el alma? ¡Caminad! Sed conscientes de vuestras carencias y rellenad los huecos. Lluc, camina por lo que sientes por Ona, en el camino descubrirás qué tienes que hacer respecto a eso. Cova, no vuelvas a achantarte por Elena, traza tu propio camino. Marina, gritar quizás ahora te ayude, pero después de eso tienes que empezar a caminar. ¿Vas a dejar que este mundo chambón y jodido te pisotee? Las pérdidas al final no son solo más que ganancias. Piensa en Alaska y en tus padres, en tus eternas ganancias y en cómo seguir caminando sin ellos en este mundo, pero siempre en tu corazón. Y tú, Jacobo, camina al lado de Marina, os ayudará mucho a los dos.

Los cinco chicos cambian su mentalidad, creyendo en la suerte que tienen de que Olvido forme parte de sus vidas.

Marina: No tengo miedo de morir en un accidente de coche. - reconoce Marina, volviendo al tema de antes - Tengo miedo de olvidarme de todo, de que tuve una familia. Tengo miedo de no volverme a reencontrar con ellos. De aprender a vivir sin ellos.

Olvido: Te apoyarás en su recuerdo. Y si tú quieres, cada día puedes reencontrarte con ellos. - Marina asiente, sin soltarle la mano a Jacobo.

Lluc: ¿Y tú, Olvido? ¿Tú caminas? - se interesa.

Olvido: Camino para habitar el desierto de mi alma. 

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