Capítulo 110

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CAPÍTULO 110

*narra Ana*

El taxi me deja en la entrada del instituto. Nuevo año, pero no nueva vida. Mi vida sigue junto a Manuel, al que tengo demasiadas ganas de ver. Él llegó ayer por la tarde. Estas casi tres semanas separados se me han hecho bastante duras, pero no importa, ahora voy a volver a verlo y volveré a sentir que somos invencibles.

Arrastro la maleta por el paseo principal y diviso a lo lejos una larga melena. Suelto bruscamente todas mis pertenencias y corro hacia él. Me fundo en sus brazos pero noto que él no me corresponde. Me separo extrañada, está muy serio, cuando voy a besarlo pone un dedo entre nuestros labios y no entiendo nada.

Ana: ¿Manuel? ¿Qué haces?

Manuel: Tenemos que hablar. - responde, evitando mirarme.

Trago saliva, esperándome lo peor, esperando que me dé una explicación, o simplemente que lo único que tiene que decirme es que me quiere. Pero para nada me esperaba que apareciese Martina3 y lo besara en la boca delante de mí.

Mis piernas empiezan a flaquear, todo mi mundo se desmorona, estoy cayendo en picado, sin estar preparada para recibir el golpe. Lo estoy soñando. Esto es una pesadilla.

No sé de dónde logro reunir las fuerzas que hacen que los separe con brusquedad. Manuel se peina y sigue mirándome con una expresión seria que lo hace irreconocible.

Ana: ¡Vete de mi sueño petarda! - ella me mira esbozando una maliciosa sonrisa - ¡MARCHATE YA! - grito - ¡ES MI SUEÑO Y MANDO YO! - me desespero - ¡MANUEL! ¡PELLÍZCAME! ¡QUE ME PELLIZQUES, JODER! ¡ESTO ES UNA FUCA PESADILLA! - casi me quedo sin voz, he forzado al máximo mis cuerdas vocales. Me tiembla el labio inferior. La cabeza empieza a pesarme y se me nubla la vista. El pecho me duele. Me duele mucho. No puedo respirar.

Martina3: Esto no es una pesadilla, lunática, esto es la pura realidad. Explícaselo, Manuel.

Manuel: Una cosa es que tú seas mi novia y otra que insultes a Ana. - comenta.

Un momento. ¿Ha dicho que la petarda es su novia? ¿Que Martina es la novia de Manuel? Definitivamente, esto es una pesadilla. Empiezo a pellizcarme la cara, deseando que esto se termine ya.

Manuel: Ana, escúchame porque voy a ser breve. No estás sufriendo ninguna de tus alucinaciones ni ninguna pesadilla. Llevo mucho tiempo engañándote con Martina. No sé por qué volví contigo, si yo quiero a Martina. Y creo que ya iba siendo hora de que lo supieras. - suelta, así, sin más. Sin tener en cuenta que acaba de perforarme el corazón, mi ilusión, mi vida, con el dardo más venenoso de la historia. Aunque cientos de dardos se clavan en mí cuando Martina vuelve a besarlo.

Mis piernas huyen, lejos, muy lejos. Soy una bolsa rebosante de dolor, este se desliza por la superficie, contaminando todo aquello que pisa. Cuando mi cuerpo no puede soportar más tensión, se desmorona y caigo torpemente al suelo. Múltiples visiones de la cara deformada de Martina se acercan a mí, arrancándome la piel de la cara.

Lo último que recuerdo antes de desmayarme es que Manuel ya no llevaba la pulsera azul de cuerdas que le regalé.

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