CAPÍTULO 115
*narra Mendicuti*
Mauro2: ¿Has visto cómo nos estaba mirando esa chica nueva? ¡La que estaba con Claudia!
Mendicuti: ¿Qué más dará eso ahora? No sé si has vuelto a la realidad, pero acabamos de enterarnos de que Manuel está saliendo con la petarda. ¡Con la petarda! - exclamo, todavía asombrado.
Mauro2: Eso no es la realidad, eso es una especie de broma macabra.
Mendicuti: ¡Pero es que encima ha plantado a Ana delante de todo el colegio con mala leche! ¡El enamorado! ¡A la enamorada!
Mauro2: ¡Ni se te ocurra hacerme nunca eso!
Mendicuti: Mau, ahora fuera bromas, ¿qué está pasando?
Mauro2: ¿Me lo preguntas a mí?
Mendicuti: Nos ha estado engañando todo este tiempo.
Mauro2: A mí no me apetece hablar con él. No después de cómo ha tratado a Ana.
Mendicuti: A mí tampoco... - suspiramos - ¿Y entonces qué hacemos? ¿El vacío?
Mauro2: Pues quizás será lo mejor...
Mendicuti: No me lo hubiera imaginado en mi vida... - nos apoyamos en la pared del pasillo, sin más remedio que aceptar todos estos desagradables y nuevos acontecimientos.
Nos quedamos en silencio, sin ganas de hablar, ¿para qué gastar saliva por culpa de Manuel? De repente, se acercan Claudia y la otra.
Claudia: Solo quería presentaros a Elena, es nueva aquí.
Elena: Encantada, chicos. - nos dedica una radiante sonrisa y nos da dos besos a cada uno en la mejilla. Uno de esos besos donde apoya la mano suavemente en tu hombro y se está más de tres segundos rozando sus labios en tu piel. Mauro luce cara de atontado.
Mendicuti: Yo soy Marcos Mendicuti, pero todos me llaman Mendi. - ella me sigue sonriendo y Mauro no reacciona, así que le pego un codazo.
Mauro: Soy... soy Mauro Martín, pero todos me llaman... ¿Mauro? - responde sobresaltado. Elena suelta una encantadora carcajada.
Elena: Qué adorable. - murmura, aleteando sus largas pestañas. - La que sí que no es adorable es Martina Pueyo. Me ha prohibido la entrada a su habitación y ahora no tengo ni idea de dónde voy a dormir.
Mendicuti: La petarda. - digo con rencor.
Elena: ¿La petarda?
Mendicuti: Ese es el mote de Martina.
Elena: Por lo que veo no os cae bien a nadie.
Mendicuti: Ya descubrirás por qué.
Elena: Por lo poco que he vivido, ya la he pasado de la bolsa de "persona" a la bolsa de "indeseable". Dejarme sin lugar dónde dormir, a mí... - comenta afectada.
Mauro: Oye, si no tienes dónde dormir, yo... nosotros... - nos señala.
Elena: ¿De veras? ¡Muchísimas gracias! - se abalanza hacia nosotros, dándonos un abrazo.
¿Una chica durmiendo en nuestra habitación? ¡En menudo lío nos acaba de meter Mauro! Me dispongo a hacerlo recapacitar, pero Marta pasa por delante de nosotros, a paso ligero y destellando furia. Sin pensármelo dos veces, voy tras ella. La agarro por los hombros, la giro hacia mí y la envuelvo entre mis brazos. Ella no mueve ni un solo músculo, solo siento sus rápidos latidos y su respiración entrecortada. Le acaricio el pelo lentamente, intentando tranquilizarla. Levanta la cabeza y sus ojos están inyectados en sangre.
Marta: Acabo de visitar a Manuel. Me las va a pagar. - el duro tono de su voz me indica que está realmente afectada, que alguien que había logrado traspasar su coraza, se la acaba de cargar.
Mendicuti: ¿Te ha explicado algo?
Marta: No le ha dado la gana, pero bien que la petarda se ha metido conmigo.
Mendicuti: Estoy pensando en una cosa. - ella levanta las cejas para que prosiga - Que entiendo que nunca confíes en nadie y adoptes esa pose, siempre que lo haces, acaban fallándote. Lo siento... - empiezo a notar que mis piernas flaquean, ¿cuando voy a dejar de sentirme como un miserable por no haberla ayudado cuando más lo necesitaba? Ella baja la vista y siento que no puedo permitir que esto nos vuelva a alejar, así que coloco mi dedo en su barbilla, para levantarle la cabeza. - También estoy pensando en que estás preciosa aunque estés despeinada y llena de furia.
Marta: Pelota. - suelta una pequeña carcajada y me pellizca la nariz.
Entonces me coge de la mano y me arrastra con ella, metiéndonos dentro de uno de los cubículos del baño.
Marta: Escúchame. No puedo más. Iba a contárselo a Manuel, pero me ha fallado. Tú también lo hiciste, pero creo que al menos ahora te interesa lo que voy a contarte.
Mendicuti: ¿Es algo sobre tu...?
Marta: Sí. - me corta - Lo es. - coge aire - Para Reyes me llegó un paquete. Era el último CD de Xoel López acompañado de una nota: <<Me gustaría poder hacerte todos los regalos de Reyes que me he perdido todos los años de tu vida. Y me gustaría explicarte qué pasó. Si tú me lo permites, claro. Lo intento por segunda vez, te espero mañana en la cafetería que hay debajo de tu casa. Berta, tu madre>>. - recita de memoria.
Trago saliva, dispuesto a no cagarla esta vez.
Mendicuti: ¿Y fuiste?
Marta: Iba a hacerlo, pero... en el último momento me eché hacia atrás. Mi padre no sabe nada de esto. Soy una cobarde, Marcos, soy una maldita cobarde.
Mendicuti: Sabes que eso no es verdad. - la animo, acariciándole la mejilla. - Es un tema muy delicado.
Marta: Estoy sospechando de nuestra profesora de lengua. ¿Por qué aparece de repente? ¿Por qué me mira siempre? ¿Por qué organiza actividades sobre cosas que a mí me gustan? ¡Ella sabe que me gusta Xoel López! ¿Por qué demonios se llama Berta García? ¡Si hubiera ido a la maldita cafetería lo habría descubierto!
Mendicuti: ¿Y por qué no hablas con ella?
Marta: Soy incapaz... ¿Y si lo es? Mi vida entera se desmonta...
Mendicuti: Ahí estoy yo para volver a colocar las piezas en su lugar. - digo de corazón.
Nos miramos fijamente, vuelvo a sentirme envuelto por el jeroglífico de su mirada. Y entonces sé que este es el momento. Me aproximo a ella lentamente, incapaz de dejar de perderme en su mirada, pero en el último momento su dedo se interpone entre nuestros labios.
Marta: Para. - me responde escuetamente.
Se zafa de mí y sale del baño dando un fuerte portazo. Portazo que retumba por toda mi mente, dejándome sordo y desamparado.
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Invencibles
Novela JuvenilHan pasado dos años desde que Manuel se proclamó ganador de Masterchef Junior 2. Los organizadores del programa y los padres de los concursantes acabaron decidiendo que no era muy viable seguir yendo a los colegios públicos de sus respectivas ciuda...