Capítulo 69

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CAPÍTULO 69

*narra Ana*

Marco: Hola. - me saluda, sentándose a mi lado.

Ana: Hola. - respondo, con un tono más duro del que pretendía.

Marco: ¿Tú entiendes lo que han explicado hoy en Biología?

Ana: No intentes ser formal conmigo, no cuela. - le saco la lengua.

Marco: Vale, lo admito, solo quería estar un rato contigo.

Ana: Pues no necesitas excusa para eso.

Marco: ¿Seguro?

Ana: ¡Venga ya! ¡Si llevamos prácticamente toda la semana juntos!

Marco: Parece que solo recurres a mí cuando el otro te falla. - Au, eso ha dolido. Marco ha ido a apuñalar con este comentario, pero eso me hace plantearme si tiene razón. Cuando Manuel y yo estábamos juntos, apenas pasaba tiempo con él y ahora... Vale, sí, tiene razón. Necesito arreglarlo de algún modo.

Ana: ¿Y por qué no recuperamos el tiempo perdido?

Marco: Sorpréndeme. - su sonrisa se ensancha. Me pongo de pie de un salto, y con las manos saliendo de mi pecho, como un suricato.

Ana: EL BAILE DEL SURICATO.

Marco: EL BAILE DEL SURICATO. - se une. Se percibe el eco de nuestras risas.

Nos tumbamos en el suelo, cuando hemos agotado nuestra energía, jadeando y riendo. El cielo ya está oscuro, cierro los ojos, empapándome de esta sensación de bienestar. Siento que me falta algo, sé perfectamente qué es, pero pienso cubrirlo de algún modo. Noto la mano de Marco encima de la mía y decido no apartarla.

Marco: Me gustaría ser un suricato. - confiesa.

Ana: Ya lo eres. - acompaño mi comentario con una carcajada.

Marco: No, porque si lo fuera ya te habrías fijado en mí. - abro los ojos repentinamente. Creo que no estoy preparada para esto. Giro mi cuerpo hacia él, Marco hace lo mismo. No digo nada, me limito a vivir el inesperado momento. - Y también me gustaría ser un suricato para atreverme a decirte que te quiero.

Me quedo sin aire. ¿Cómo se respiraba? Un momento. Sí. Inspira. Expira. Marco no deja de mirarme. Inspira. No me esperaba que fuera tan directo. Expira. Marco se está acercando. Inspira. Demasiado. Expira. Y no puedo inspirar porque posa sus labios sobre los míos y le sigo el juego, como la otra vez.

Aunque ahora no soy yo la que se separa, sino que un ruido externo hace que nos separemos. Miro hacia arriba y me encuentro con el pelo de Manuel. ¿No lo veo en toda la semana y justo en este momento tiene que aparecer?

Manuel: Veo que no pierdes el tiempo. - noto cómo se chafa el flequillo.

Ana: Y yo veo que tú sí. - me levanto, enfurecida. Se nota claramente la decepción y la tristeza en su mirada, ¿pero es que acaso tiene derecho a reprocharme nada cuando es él el que huye? Además, se lo dejé claro, se acabó. - No voy a esperarte eternamente, ¿sabes? - le aclaro, porque esa es la sensación que tengo, que él cree que volveremos a ser los de antes.

Manuel: Que te vaya bien con tu nuevo dial. Aunque seguro que necesitarás sintonizarlo porque no es lo que estás buscando. - pega una patada a una piedra y se larga. Siento que ha sido a mí a quién le ha pegado la patada. Empiezo a temblar, múltiples visiones de catapultas de piedras envueltas en fuego que van hacia mí me acribillan. Marco intenta abrazarme pero lo aparto bruscamente.

Marco: Ana, por favor, no se lo permitas... No permitas que no te deje ser feliz... - me ruega.

La primera piedra de fuego impacta en mi cuerpo y arqueo la espalda al imaginármelo. Marco tiene razón. Pero lo peor es que Manuel también. Sé que nunca voy a lograr alcanzar el grado de plena felicidad que conseguía con Manuel. Pero él no es nadie para impedírmelo. Tengo que ser valiente y apostar por mi nueva vida, aunque no esté muy segura de ella. Así que cuando los brazos de Marco se vuelven a posar en mí intento relajarme y fundirme en ellos.

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