CAPÍTULO 78
*narra Ana*
Mi cuerpo se ha convertido en un constante tembleque, sin poder controlar mis emociones y todo aquello que esta carta acaba de producir en mí. Lo único que no me cuadra es el momento en que la habrá escrito, solo tengo claro que de los últimos días no puede ser, no creo que estuviera de ánimos para escribir tal confesión... Pero de todos modos eso no me preocupa, esto es lo que necesitaba para darme cuenta de que me estoy equivocando, de que por mucho que quiera apartarlo de mi vida... nunca voy a lograrlo.
Salgo de la clase, todavía temblando y muy emocionada, y me dirijo a los columpios, que espero encontrármelo ahí, aunque posiblemente esté con Marta... Por el camino me topo con varias personas que me preguntan cómo estoy, pero paso de ellas olímpicamente, mis prioridades son ahora otras. Cuando llego al lugar, desde lo lejos observo a un Manuel alicaído meciéndose tristemente. Por suerte, los columpios se encuentran en un lugar recóndito y muy íntimo de este instituto, así que nadie podrá husmear ni nos interrumpirá.
Ana: Manuel... - murmuro, ya muy cerca de él. No puedo soportar la tensión y su nombre me sale como un desesperado llanto. Alza la cabeza y al ver mi deplorable estado, se levanta rápidamente, sigue intentando protegerme. Se acerca a mí, haciendo ademán de abrazarme, pero sin atreverse a tocarme, temeroso de mi reacción.
Manuel: ¿Estás bien? - se preocupa.
Ana: Mejor que nunca. - y ahora soy yo la que se aproxima, dándole a entender que quiero que me envuelva entre sus brazos. Al ponerse nuestros cuerpos en contacto, los dos soltamos un suspiro de alivio. Con las manos todavía temblorosas, saco el arrugado papel de mi bolsillo de la sudadera y se lo enseño.
Manuel: ¿Qué es esto? - su aliento me calienta el cuello.
Ana: Antes de proseguir debo contarte algo... - respondo, un poco insegura y abrumada por nuestra cercanía.
Manuel: ¿Qué? - se separa rápidamente de mí y abre mucho los ojos. Me quita el papel de las manos, susurra una palabrota, lo vuelve a arrugar y se lo guarda en su bolsillo. - No deberías de haber leído eso...
Ana: ¿Por qué no? ¿Por qué crees que estoy ahora aquí? - intento parecer pausada y clara.
Manuel: Escribí esta carta justo después de ese día en que estuvimos a punto de besarnos... Yo quería de algún modo zanjar el tema y reconciliarnos por fin, pero me enteré de lo de Marco y tal fue mi enfado que arrugué esa hoja, arrugando así también lo nuestro, pensaba que estaba en la basura. ¿De dónde la has sacado?
Ana: ¿Qué más dará eso ahora? Y creo que ya es hora de dejar claro lo de mi beso con Marco. Fue en febrero. No estábamos juntos. Y en cuanto fui consciente de lo que estaba haciendo, lo corté de raíz.
Manuel: Pero ahora has vuelto a besarlo. Más de una vez. ¿Estáis juntos? - baja la mirada y noto cómo aprieta los labios y contiene todo su ser, esperando mi respuesta.
Ana: Solo porque intentaba sacarte de mi cabeza. - digo en un susurro apenas inaudible, sacando por fin el sentimiento que me estaba carcomiendo todos estos días, ese que no quería admitir, que simplemente estoy con Marco para dejar a Manuel atrás, para convencerme de que hice bien en decirle que se acabó, pero no, nuestro viaje infinito no tiene fin y necesitaba esa muestra de amor, esa carta, para darme cuenta.
Manuel: ¿Y lo has conseguido? - ahora me mira fijamente, atravesándome con sus mágicos ojos. Hago eterna la espera de mi respuesta. Manuel titubea, pero finalmente posa su mano en mi hombro y recorre todo mi brazo, suavemente, provocándome esa sensación que solo él consigue, hasta llegar a mi mano y entrelazamos nuestros dedos. Seguimos mirándonos a los ojos. Creo que llegó el momento de mi contestación.
Ana: ¿Tú qué crees? - aprieto los labios y esbozo una tímida sonrisa. Él levanta las cejas y me mira, escéptico, y su rostro también asoma una sonrisa. Me aprieta mi mano con mucha fuerza, noto nuestra energía fluir de forma muy positiva. Coloca su mano libre en mis riñones, me atrae hacia él y cierro los ojos, deseando que nuestros labios se unan por fin. Cuando los noto encima de los míos, llego al punto álgido de mi felicidad, sintiendo que somos un solo ser, sintiendo que somos invencibles.
Nos pasamos unos incontables minutos llenos de caricias y besos, recuperando todo el tiempo perdido.
De repente, me acuerdo de la carta causante de mi actual buenaventura y meto mi mano en el bolsillo de Manuel, a los dos se nos eriza la piel.
Ana: Si no te importa, bacalao, - a él se le iluminan los ojos cuando vuelvo a usar nuestro mote - me gustaría quedarme esto para mí. - me hago la coqueta y le regalo otro beso.
Manuel: Todo tuyo, no quisiera que Garfio se enfadara conmigo. - bromea y me abraza con dulzura. Me guardo la carta para mí. - Estoy tan feliz... ¿Por qué habremos tardado tanto? - susurra.
Ana: Porque los enamorados muchas veces tienden a comportarse como idiotas. - eso provoca que mi bacalao se ría, me levanta suavemente la cara, posando su mano en mi barbilla, para así podernos ver.
Manuel: Ana está enamorada. - luce una sonrisa burlona pero puedo notar su gran alegría.
Ana: Sí, estoy enamorada de ti, estúpido. - le saco la lengua, pero rápidamente me calla con otro beso.
Manuel: Estos últimos meses he subsistido a duras penas en un mundo en el que no ha valido la pena vivir. Sin nosotros, sin Ana y Manuel, el mundo no tiene sentido. Me siento afortunado de poder volverte a decir que estoy irremediablemente enamorado de ti.
Ahora soy yo la que le devuelve el beso, hundiendo mis manos en su pelo y recuperando mis ganas de vivir en este mundo, dejando atrás aquellos pequeños trámites y aquellas excusas idiotas para no volver a estar juntos.
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Invencibles
Teen FictionHan pasado dos años desde que Manuel se proclamó ganador de Masterchef Junior 2. Los organizadores del programa y los padres de los concursantes acabaron decidiendo que no era muy viable seguir yendo a los colegios públicos de sus respectivas ciuda...