En una ciudad llena de recuerdos donde pequeñas acciones las llevaron hasta ese momento. Amores y corazones rotos, el punto más alto de la felicidad y la más profunda de las tristezas.
Algo que nunca olvidarán.
-No he logrado dormir bien... Pregun...
¡Ay! Esta imagen no sigue nuestras pautas de contenido. Para continuar la publicación, intente quitarla o subir otra.
24 de septiembre del 2021.
Conseguir las cosas que quiero por mi propia cuenta es una de las cosas de las que estoy más orgullosa, salir del nido no fue un problema para mí nunca.
Cada día que pasa, veo como poco a poco mi imperio continúa creciendo, aquel que formé con mucho esfuerzo durante años; sí que es cierto que no creí que llegaría a este punto luego de estar en negocio tras negocio, intento tras intento, buscando oportunidades por doquier, fracasando en algunos, en otros siento totalmente exitosa... En fin, una vida muy curiosa, diría yo.
Sé que el momento de mi vida en el que me encuentro ahora es uno que realmente estoy disfrutando, muchos de mis proyectos están resultando bastante exitosos —incluso durante la pandemia— por lo cual no puedo quejarme de absolutamente nada, aquel árbol que planté hace unos años, ya había crecido con una raíz fuerte, esa raíz era mi hermana y yo, el árbol era mi empresa.
Podría decir que soy una persona que ha aprendido a atender varios asuntos al mismo tiempo, esto se ha vuelto algo bastante regular en mi trabajo. Ser CEO de tu propia empresa no es algo fácil —como muchos erróneamente creen—, evolucionar desde el punto más pequeño de tu proyecto hasta tener una de las empresas más importantes del país es una gran evolución, pero sin constancia y dedicación, no podrás conseguir nada de lo que te propongas.
Así lo aprendí y así lo apliqué en mi día a día. Eso fue lo que me llevó hasta este punto.
Mi rutina era una bastante sencilla cada mañana, despertar con el sonido de mi alarma luego de mis ocho horas de sueño exactas, darme un buen baño caliente para contrarrestar el frío de la mañana, tomar un buen desayuno y luego de ello —no sin antes colocarme mi reloj de oro en mi muñeca— salir en mi auto hasta el Starbucks más cercano y comprarme un café —que debía ser estrictamente un capuccino caliente—, para finalmente llegar al gran edificio de mi empresa donde luego de estacionar mi auto negro deportivo en el espacio de estacionamiento especialmente reservado para mí, me adentro hasta llegar a mi gran oficina.
Creo que el profesionalismo es una palabra que me define muy bien, llevar cada día mi camisa blanca de botones, mi chaleco negro y mis pantalones de vestir no era un problema para mí, ni siquiera los tacones altos podían hacerme daño luego de varias horas con ellos. Simplemente, estaba acostumbrada.
Y es que el profesionalismo es aquello que ha definido mi forma de ser y uno de los factores que me han llevado al éxito. Atender los asuntos que son parte de mi responsabilidad conllevan aquel nivel de profesionalidad que solo yo sabía manejar.
Cada mañana mientras camino por los pasillos de mi empresa, puedo sentir las miradas de todos mis empleados posarse sobre mí, fijándose en mi ropa de marca costosa, mi cabello rubio y mi figura delgada pero que podía ser lo suficientemente atractiva para cualquiera que cruzase sus ojos conmigo. No me molesta ser el centro de atención en momentos determinados como lo es mi entrada rutinaria a la empresa, solo que prefiero solo pasar desapercibida. No necesito tanta atención.