Capitulo 97: Biblioteca

7 1 0
                                    

Badulf: ¡Jajaja!, ¡detente por favor!.

Brisia: Obligame hacerlo, ¡jajaja!.

Hace tanto tiempo qué no me divertia así, desde qué llegue he estado intentando animar ha Badulf, se qué no son tiempos faciles para el, siempre qué puedo intento sacarle una sonrisa, este pequeño niño y yo estamos dentro de la cocina del castillo, le prometi enseñarle ha preparar pan, no se en qué momento todo se salio de control luego de haber metido el pan al horno de leña, estoy corriendo lo más rápido posible, estoy siendo perseguido por Badulf qué posee un platito hondo con harina en su interior, le he dado quien sabe cuantas vueltas ha una enorme mesa de madera en donde nos pusimos ha preparar el pan.

Brisia: ¡Jajaja!, ¡pero qué lento eres!.

Badulf: ¡Ahhh!.

Me detengo en seco al verlo tropezar con un saco de papas apoyado en una de las patas de la mesa, corro de regreso hacia el, justo cuando me arrodillo ha su lado, Badulf toma un puño de harina con su mano y me lo arroja ha la cara, consigo cerrar los ojos ha tiempo para impedir qué entre el polvo blanco, el pequeño se sienta en el suelo mientras se hecha ha reir ha carcajadas, me limpio la harina con mi antebrazo para poder abrir los ojos bien, no puedo evitar sonreir al igual qué, de todas las risas qué le he estado sacando estos últimos 15 días está se ha convertido en una de las mejores, está vez es más expresiva su sonrisa, puedo ver en realidad lo feliz qué se encuentra en su mirada, aprovecho su distración para tomar un poco de la harina qué aun permanece en el platito y se la tiro en la cabeza.

Ana: Espero qué se han ustedes quienes limpien esté desastre.

Ya es medio dia, de seguro Arturo a debe de estar terminando sus deberes, está mañana quede de verme con el luego de su trabajo, deje ha Badulf en una pequeña sala de estancia con Ana, disfrutando del pan qué hemos horneado los dos juntos, nunca pensé llegar ha tener una gran conexión con ese pequeño niño, la cierto es qué ese niño me recuerda ha mi, en ocasiones en vez de verlo ha el, me veo ha mi en esos tiempos dificiles, puede qué yo haya tardado más tiempo en cicatrizar la herida, pero hasta ahora lo está sobre llevando bien.

Llego ha la puerta de la oficina de mi cuñado, le doy unos suaves golpes ha la puerta de madera, en poco tiempo recibo una respuesta, asi qué no pierdo tiempo en abrir la puerta, en el interior veo ha Arturo guardando unos documentos en un cajon de su escritorio, se ve un poco estresado, le entiendo yo me veia y me sentia igual qué el cada vez qué el profe de matematicas dejaba deberes para la casa, agradecida de qué esos tiempos hallan llegado ha su fin, Arturo apoya todo su peso en el respaldo de la silla mientras da un largo suspiro de agotamiento, sin decirle nada coloco enfrente de el sobre su escritorio un pequeño plato con un trozo de pan, junto con una taza de té verde.

Arturo: (Hace una mueca qué se convierte en una sonrisa) No sabes lo afortunado qué me siento de tener ha una cuñada tan maravillosa, gracias por la comida, no recuerdo cuando fue la última vez qué comi algo, se qué fue hace mucho porque me duele el estómago de andar soportando el hambre.

Brisia: No es para nada saludable estár exigiendo ha tú cuerpo trabajar sin estar ingiriendo ningún alimento, debes de establecer un horario para comer si no quieres terminar enfermo, si no lo haces te juro qué estaré viniendo yo personalmente ha forzarte ha comer, me conoces bien sabes qué mis promesas no son falsas.

Arturo: Lo se, después de estarte conociendo por casi un año, por desgracia se de lo qué eres capaz de hacer. (Le da un mordisco al pan) Delicioso, está caliente aun, ¿lo haz hecho tú?, no sabe igual al pan del cocinero real.

Brisia: En realidad fuimos Badulf y yo, ese niño es muy listo, además de qué aprende muy rápido.

Arturo: He visto el cariño qué le haz agarrado al niño, si sigues asi vas ha poner celoso ha mi hermano.

Brisia: (Su expresión cambia rápidamente, la alegria en su mirada se vuelve tristeza en cuestión de segundos) Si, yo lo tendré en cuenta.

Arturo: (Deja la taza de té sobre el escritorio, con una mano señala una silla para invitarla ha sentarse del otro lado del escritorio) Brisia, no quiero entrometerme en los asuntos personales qué tienes con mi hermano, pero no he podido evitar sentir preocupación por ustedes, desde qué volvieron de las montañas, he notado qué se han distanciado.

Agacho la mirada con algo de tristeza, en mi mente pasan uno por uno mis recuerdos de estás últimas dos semanas, lo mio con Tadeo no ha vuelto ha ser lo mismos desde aquella charla qué tuvimos, no nos hemos besado, ni acariciado... No hemos tenido nada de intimidad, cada vez qué intento tomarlo de la mano el me rechaza, le dedico una mirada el dirige la mirada hacia otro lado, es cómo si me hubiera dejado de amar de una forma repentina, creo qué sigue sin creer en mi palabra, debe de seguir creyendo qué el Hombre Gato y yo nos involucramos intimamente.
No lo he hablado con nadie, ni siquiera he hablado sobre mis emociones, me duele mucho tener qué estár aguantando todo esto en mi pecho, Arturo es mi cuñado y amigo, una persona de confianza para mi, sin omitir nada le cuento todo, de todo lo qué sufri siendo rehén hasta la conversación qué tuve con Tadeo en la posada luego de nuestro escape.

Arturo: Siendo honesto contigo, no se qué decirte, no encuentro las palabras correctas para hacerte sentir mejor, no tengo la menor idea del porque mi hermano se comporta de esa forma contigo.

Brisia: Yo creo qué ha perdido toda la confianza en mi.

Arturo: No digas eso Brisia, mi hermano te confiaria su vida, tal vez debas intentar hablar con el de nuevo, solamente tu hablaste ese día qué desayunaste en la cama con el, mi hermano no dijo nada de cómo se sentia, quizás al igual qué tú está escondiendo cosas en su corazón qué lo están atormentando.

Brisia: Lo intente, creeme qué lo he intentado pero el se niega hablar conmigo. (Unas lágrimas se van formando en sus ojos, hasta bajar por sus mejillas) Me duele, me lastima saber qué el hombre ha quien amo piensa qué me he acostado con otro hombre.

Ya no tiene caso seguir hablando de esto, ya dije lo qué tenia qué decir, puede qué aun siga sintiendo dolor en mi corazón, pero por lo menos he liberado una gran carga de mis hombros, me siento muchas más ligera, me seco las lágrimas, ya no quiero seguir llorando, me tomo unos segundos para tomar un respiro para sentirme mejor, cuando le dedico una mirada ha mi cuñado de inmediato entiendo lo qué estoy pensando, se limita ha pasarme un pañuelo blanco con los bordes de tela dorada, tiene su inicial en una esquina, lo acepto para secar mis lágrimas.

Arturo: Bueno... Dime, ¿ha qué se debe está pequeña reunión?, dijiste qué tenias un favor qué pedirme.

Brisia: (Termina de secar sus lágrimas, dobla el pañuelo) Sip yo necesito un mapa de la isla en donde se encuentra la Montaña Aulladora.

Arturo: ¿La Montaña Aulladora?, ¿para qué?.

Brisia: Yo necesito ir por asuntos personales, ¿puedes ayudarme?.

Arturo: Claro, dame unos minutos, hace unos años mandamos ha unos hombres ha esa isla, aun debemos de conservar esos mapas. (Se pone de pie) ¿Vienes conmigo?, si mal no lo recuerdo los mapas están por algún lado en la biblioteca.

Guau, es la primera vez qué cruzo la puerta de la biblioteca, sabia qué se encontraba en este pasillo, sin embargo no tuve ninguna razón para entrar, tengo mi pequeña biblioteca privada en mi escondite, están enorme, dos pisos de pasillos y paredes con puras repisas llenas de libros, tantos conocimientos al alcance de la mano, Arturo me lleva al segundo piso, todo el piso es de madera cubiera con un tapete rojo, se ve hermoso, además tiene unos sillones con mesas, apropiado para leer un buen libro o para buscar un mapa, me lleva ha unas repisas en el tercer pasillo de izquierda ha derecha, ese pasillo no tiene libros, son papeles enrollados unos más viejos qué otros, cada papel tiene una etiqueta en el lazo qué los mantiene enrollados, mis cuñado señala una repisa, al parecer todos esos mapas son de las islas qué hasta ahora conocen o han descubierto.

Brisia: Son unos 20 mapas, quizás unos más, nos tomara un poco de tiempo.

Arturo: Lo encontre.

Brisia: (Abre los ojos en par en par, sorprendida por sus palabras) En 10 segundos.

Arturo: (Toma el mapa enrollado) De tantos documentos he informes qué he tenido qué leer y firmar he aprendido ha leer rápido, lei las etiquetas visibles.


Amor De FicciónDonde viven las historias. Descúbrelo ahora