147. Afuera

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Bryce se acercó a la puerta donde estaba Angela. Respiró profundamente para tranquilizarse.

— Angela— le dijo fingiendo estar bien—, abre.

Ella escuchó su voz porque seguía pegada a la puerta.

— Tengo que explicarte— le dijo Bryce—. Por favor.

Angela respiró profundamente. Se sentía mejor y sabía que no podía quedarse ahí para siempre. Se hizo a un lado.

— Entra— dijo en voz alta, sin ánimo.

Bryce entró. Usaba pantalones y una camisa. Era todo. Encontró a Angela en el suelo. Se miraron por unos segundos sin saber qué decir. Luego ella le pidió que cerrara la puerta. Él lo hizo.

— ¿Desde hace cuánto que hacen todo eso?— preguntó ella con seriedad, tratando de ocultar lo alterada que se sentía.

Bryce se sentó en el suelo, al lado de ella. Le temblaban las manos por el miedo.

— Hace poco— le dijo Bryce con mucha angustia—, pero es que...
— ¿Nadie más lo sabe?— le preguntó ella.
— Nadie— le dijo Bryce—. Quiero que así sigan las cosas. Por favor.

Ella no sabía qué decir. La expresión en la cara de Bryce le sugería que hablaba en serio. Hasta parecía estar desesperado por convencerla. Tenía la respiración acelerada. Angela no supo qué pensar. Simplemente asimilar esa situación ya era algo impensable y para hacerlo peor, él quería que ella no le dijera a nadie. No era correcto. Por más que ella trató de pensar en qué decir, en su mente sólo aparecían razones del por qué eso estaba mal. Así que un poco angustiada acerca de cómo reaccionaría Bryce, decidió decirle lo que pensaba.

— Él es tu hermano menor— le dijo con preocupación.
— Lo sé— admitió Bryce con pena.
— No, no lo sabes— le dijo ella—, de otra forma, no estuvieras diciendo todo esto. Está mal... ¿Sí sabes que está mal?
— Lo sé perfectamente— dijo Bryce—, y a mí también me pareció algo muy malo cuando Matty dijo que siguiéramos pero... yo... no...

Él estaba tan confundido y apenado que ya no sabía qué más decir. Entendía que no tenía justificación alguna.
Angela se dio cuenta. Sus prejuicios acerca de que fue él quién decidió aprovecharse de su hermano menor, se fueron.

— ¿Matty también quiso que hicieran todo esto?— le preguntó.
— Es que nosotros... pasó cuando estábamos ebrios— dijo Bryce alterado—, nos sentimos mal pero... se sintió bien. Fue... algo bueno y...
— No puede continuar— le dijo ella.

Los dos intercambiaron miradas. Ella vio la preocupación en los ojos de él.

— No sé cómo pasó o por qué quisieron continuar— le dijo ella—, tampoco me importa. Sólo sé que debe detenerse. Ustedes son hermanos. Está mal.
— No... no le hacemos daño a nadie— dijo Bryce con duda.

En ese momento, no se sentía seguro acerca de si quería continuar con ese tipo de relación con Matty y Angela se dio cuenta.

— Sabes que está mal, ¿No?— dedujo ella.

Bryce la miró con sorpresa. Ella entendió que acertó.

— Sí pero cuando quise detenerlo, Matty no quiso— admitió Bryce mientras sus ojos se veían llorosos—, y no supe qué hacer...

Angela suspiró. Toda esa situación la superaba. No tenía idea de qué hacer o qué decir, pero tampoco tenía a quién acudir. No era su secreto, era de ellos.

— Nadie más lo sabe, ¿Cierto?— le dijo ella— así que...

Entonces Angela fue consciente de lo que pasó. Litzy le dijo que la buscaban, pero no era cierto. Ella sabía que Bryce y Matty dormían juntos. Todo fue una trampa para que los descubriera. Eso significaba que Litzy también sabía.

El libro de los amores imposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora