Ken estaba en su casa bebiendo café cuando su teléfono comenzó a sonar. Lo tomó y notó que era un mensaje de Katrina Cassell. Le dijo que necesitaba su ayuda porque ninguno de los choferes estaban disponibles y ella necesitaba uno. Él no había estado haciendo nada realmente y se sentía mal porque le pagaban de todos modos así que se sintió afortunado al saber que podría ser útil. Dijo que llegaría a la mansión roja en unos minutos.
Su familia había vivido por generaciones lejos del pueblo, en medio de los bosques pero cuando él tomó el trabajo de guardaespaldas de Dylan se fue a vivir al centro del pueblo para que le quedara más cerca la mansión de los Cassell. No le fue muy difícil dejar su casa porque no había nadie ahí. Su única familia había sido su padre porque su madre murió cuando él era pequeño. Después perdió a su padre por efectos de la maldición y vivió solo por un largo tiempo, a cargo de una vecina que vio por él hasta que se volvió adulto. Ken se alistó en el ejército y no volvió al pueblo hasta que le avisaron que su vecina murió. Ella ya era mayor y no fue ninguna sorpresa su muerte pero Ken sufrió mucho. Se había quedado totalmente solo y no sabía qué hacer. Entonces Dylan apareció en el libro dorado y él se volvió su guardaespaldas tiempo después. Adoraba al muchacho, de hecho en ese momento se encontraba preocupado por él y le agradó que lo llamaran para hacer algo. Creyó que si se mantenía ocupado, podría dejar de preocuparse inútilmente. Como el chofer renunció, él tenía el auto que los Cassell le habían asignado a Dylan. Lo condujo hasta la mansión roja y al llegar notó que Katrina estaba en la puerta junto a Dylan.
Se estacionó en la calle y bajó mientras se preguntaba qué pasaba. La boda había sido el día anterior así que todo era muy confuso. Se acercó a Katrina.
— Buenos días— le dijo ella de buen humor—, perdón por llamar tan repentinamente. No lo hubiera hecho de no ser necesario.
— Está bien, no estaba ocupado— le dijo Ken—, ¿A dónde va a ir?
— No soy yo, es Dylan— dijo ella—. Se irá a casa.Ken sólo miró a Dylan que parecía angustiado mientras miraba sus zapatos y no supo qué pensar. Tampoco tuvo tiempo porque Katrina se giró y lo llamó para decirle que debía ir al auto. Dylan caminó lentamente. Su cara estaba roja y parecía a punto de ponerse a llorar, Ken conocía su expresión a la perfección y sabía que algo había ocurrido.
— Bien, sube al auto— le dijo ella mientras caminaba hasta la calle.
Dylan la siguió sin decir nada. Ken se apresuró para abrirle la puerta.
— Nos vemos, vayan con cuidado— les dijo Katrina de buen humor.
Dylan subió al auto y Katrina se giró hacia la mansión. Caminó hasta entrar y cerró la puerta. Ken no entendía qué pasaba pero aún así debía hacer su trabajo. Cerró la puerta y fue a la parte de enfrente para conducir. Entró y comenzó a avanzar con el auto mientras miraba de reojo a Dylan a través de los espejos retrovisores. El chico se veía increíblemente triste y eso lo consternó mucho. No pudo soportar la curiosidad así que decidió hablar.
— ¿Está todo bien?— preguntó.
Dylan lo observó. Después asintió levemente con la cabeza.
— ¿De verdad?— dijo Ken—, es que... es muy pronto para visitar a sus padres, ¿No? Los vio ayer.
Dylan no dijo nada, sólo se giró hacia la ventanilla. Ken quería seguir haciendo preguntas pero sabía que no tenía ningún derecho a ser respondido así que decidió quedarse callado. Ya no era su deber cuidar de Dylan así que decidió ignorar todo eso aún si genuinamente le preocupaba. Siguió conduciendo hasta llegar a la casa de los Jensen.
Becca se encontraba limpiando unas mesas en la parte de afuera de la cafetería cuando vio que un vehículo se detuvo en la calle, frente a ellos. Ken salió y fue para abrir la puerta. Dylan puso un paso fuera del auto y ella no entendió qué pasaba. Se acercó rápidamente a ellos.
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El libro de los amores imposibles
Teen FictionSi tu nombre aparecía en el libro dorado junto al de otra persona, debían casarse o de lo contrario cosas terribles le pasarían a todo el pueblo. Dylan lo sabía, creció toda su vida sabiendo que un día debía casarse con Issac Cassell para salvar a s...