50. Cena

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— Es el anillo de la abuela— le dijo Bryce a Issac mientras la pequeña cajita rodaba entre sus dedos—. Recuerdo que estaba en un museo.
— Pasé todo el día consiguiéndolo— dijo Issac con seriedad—. Espero que no te moleste que lo haya tomado. Se supone que sólo los jefes de la familia Cassell pueden heredarlo. Papá se lo dio a mamá cuando se comprometió.
— Recuerdo que ella nunca lo usó— dijo Bryce.
— Mamá sabía que debía ir al museo.
— Hasta que tú lo sacaste de ahí.
— Pensé que no te molestaba que lo usara— dijo Issac.
— No lo hace. Realmente no me importa aunque sospecho que a Dylan no le gustará.
— Se verá bien en él— le dijo Issac—. Es lo único que importa.
— Es lo único que te importa a ti. Pero Dylan no es como tú. No me sorprende que no lo sepas. No lo conoces.

Issac sintió unas ganas incontrolables de golpearlo. Sin embargo logró contenerse bien. O eso creía porque no pudo evitar que un comentario se escapara de sus labios.

— ¿Y tú lo conoces bien?— le preguntó.

Bryce lo observó. Se acercó más a él. Le ofreció la cajita. Issac dudó al tomarla pero lo hizo.

— No— le dijo Bryce—. Pero tú tampoco. Ese es el punto.

Luego se dirigió a la puerta. Estaba por salir cuando Issac le habló.

— Espero que no estés pensando en faltar a la fiesta.
— No planeo perdérmela— le dijo Bryce—. Es un día importante para Dylan.

Después simplemente salió del lugar. Issac observó el anillo. Aún se sentía molesto pero no podía permitir que lo vieran así en la fiesta. Se dirigió al salón principal. Entró al lugar y todos ahí lo miraron. En su ausencia varios invitados llegaron así que él sonrió y se acercó a algunos que lo felicitaron por su futura boda.
Anna se giró al ver por qué había tanta conmoción.

— Llegó Issac— dijo Katrina un tanto consternada.

Dylan sintió cómo le temblaron las piernas y se le aceleró el corazón simplemente al escuchar esas palabras.

— De acuerdo, hay que acercarnos a él— dijo Katrina—. Los futuros esposos deben estar juntos.

Ella se acercó a Dylan y lo tomó del brazo. Dylan no supo cómo reaccionar a esto, simplemente se dejó llevar. Matty los siguió y por lo tanto Anna también.
Issac saludó a unos amigos de su padre y luego vio que su familia llegó a su lado. Miró a Dylan, que evadía su mirada porque observaba todo el salón. Usó un par de segundos para apreciar lo bien que se veía y después se acercó a él para quedar a su lado. Las demás personas los miraban y expresaban lo bien que se veían juntos. La mayoría de los de ahí no sabían que ellos se casaban por la maldición, eso era algo que sólo los involucrados sabían, es decir, la gente del pueblo. Y aunque muy pocos ahí estaban de acuerdo con la idea de una boda homosexual, nadie se atrevía a decir nada por temor a perder la amistad de los Cassell. Issac se había rodeado de tanto poder que realmente a nadie le importaba tanto si se casaba con un hombre. Además la gran mayoría de invitados ahí entendían el por qué Issac se casaría con Dylan: les parecía una persona simplemente hermosa. Además la historia que les habían contado a ellos era que se conocían desde niños porque vivían en el mismo lugar y en algún momento se enamoraron. No sabían que llevaban tanto tiempo comprometidos pero la historia de amor de los amigos de la infancia le parecía conmovedora a todos.

Dylan sólo se quedó ahí parado mirando cómo todo el mundo parecía feliz por él. Como celebraban algo que a él lo hizo llorar varias noches.
Se encontraba tratando de concentrarse en parecer medianamente feliz cuando todos se giraron hacia la puerta del salón. Bryce iba entrando al lugar.
Issac lo miró y no pudo evitar esbozar una sonrisa.
Todos ahí lo miraron como si no fueran a tener más oportunidades de hacerlo. No era común verlo en fiestas y mucho menos verlo bien vestido.
Anna observó aquella persona que acababa de llegar y no podía creer que se tratara de otro Cassell. Miró entonces a los demás y notó que aunque eran muy diferentes, simplemente se trataba de los hombres más bellísimos que alguna vez sus ojos habían visto. Toda la familia Cassell lo era. Y por primera vez deseó de verdad pertenecer a ella. Se imaginó a sí misma siendo una Cassell. Realmente poco le importó si se casaba con el hermano mayor o el menor, se imaginó a sí misma como anfitriona de fiestas en ese salón. Rodeada de joyas y lujos, usando bellos vestidos y con muchas personas celebrando su existencia, justo como Katrina. Sintió un poco de envidia de Dylan. Él ya tenía un lugar ahí asegurado. Nadie se lo quitaría nunca. La maldición resultó ser una bendición para él y ella se lamentó por no haber sido escogida por el libro dorado. Por no estar en el lugar de Dylan en ese momento.

El libro de los amores imposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora