38. Piano

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Dylan volvió al día siguiente muy temprano. Saludó a todos, incluído a Issac. Después pidió ver a Matty. Katrina lo llevó y Issac los siguió. Éste último trató de entablar conversación con Dylan pero el chico contestaba a sus preguntas brevemente así que no llegó a nada. Ya en la habitación, Matty acaparó por completo la atención de Dylan y Issac se sintió totalmente ignorado. También humillado. Como no podía aguantar todo eso y no sabía qué decir sin parecer molesto, salió de ahí y fue a su habitación. Meditó un poco y logró estabilizarse. Después volvió. Se encontró con Matty únicamente.

— ¿Y Dylan?— preguntó.
— Con Bryce— dijo Matty.

Eso ya no pudo tolerarlo. Había un límite de lo que le podía permitir y ese era. Salió de ahí tratando de mantener la compostura. Fue al final del pasillo, donde habían puesto unas tiras para que nadie se acercara pero que él pasó por encima. Iba a entrar con ganas a la habitación cuando notó que estaba abierta levemente y escuchó voces. Decidió quedarse ahí cuando reconoció la voz de Dylan.

— Las tormentas de nieve han sido intensas— dijo—. Quizá no puedas irte los siguientes días porque cubren las calles.
— Qué mal— dijo Bryce con su voz profunda.
— Estar aquí no es tan malo— le dijo Dylan—. Puedes hacer muchas cosas.
— No hay nada aquí para mí— dijo Bryce.

Issac pensó en que tenía razón.

— Podrías iniciar una nueva pintura— le dijo Dylan.

Issac no escuchó más ruido.

— O podrías aprender algo nuevo— dijo Dylan—. Yo podría enseñarte... sé algunas cosas... aunque no puedes salir de aquí así que ningún conocimiento mío es útil...
— Toca el piano— dijo Bryce—. Te escucharé desde aquí.

Después Issac no escuchó más ruido excepto unas pisadas. Se apresuró a alejarse un poco.
Cuando Dylan salió de la habitación de Bryce con prisa, se detuvo al ver a Issac en el pasillo. Ambos se miraron. Issac trató de no parecer molesto.

— Te estaba buscando— le dijo a Dylan—. Quiero hablar contigo.
— ¿Conmigo?— dijo Dylan muy sorprendido.
— ¿Está bien si vamos a la biblioteca?— le dijo Issac tratando de parecer de buen humor.
— ¿Puede ser más tarde?— dijo Dylan mientras miraba el suelo muy apenado, incluso se ruborizó un poco—, debo ir al salón principal.

Issac iba a negarse pero entonces Dylan corrió por el pasillo, lo esquivó y fue hasta las escaleras. Issac no podía creer lo que acababa de pasar. Lo había evadido. Y aunque no quería sentirse así, no podía evitar sentir lastimado su orgullo. Trató de tranquilizarse pero estaba harto de fingir. Sentía que ya no podía obligarse a sí mismo a mantener una sonrisa falsa en su cara.
Además se sentía muy falso por querer aparentar ser algo que no era. Era Issac Cassell y desde que recordaba todo siempre se hacía como él quería. Las cosas pasaban de un modo y nadie lo desobedecía porque el dinero y todas las comodidades llegaban gracias a él. No quería ser poco amable o desconsiderado pero quería hablar con Dylan y eso haría. Si iban a ser esposos Dylan debía entender cuál debía ser su prioridad.
Así que muy decidido, bajó los escalones ya no aparentando que estaba molesto. Llegó al salón principal. Vio a Dylan sentado frente al piano. Se acercó. Podía ver su espalda. Cuando iba a hablarle, la música empezó.

Dylan se tardó en pensar un melodía que le gustara pero cuando supo qué tocar, sus dedos tocaron las teclas y comenzó a deslizarlos rápidamente. Esperaba que el sonido llegara hasta la habitación de Bryce. Solía pensar que lo único agradable que Bryce sabía sobre él era que cocinaba tartas pero al parecer también sabía que él tocaba el piano. No era tan bueno como Matty pero quiso tratar. Vio tan mal a Bryce que pensó que si eso lo ayudaba, lo haría el resto del día.

Issac escuchó aquella música y no pudo evitar pensar en que en efecto, Dylan debía ser mágico porque sonaba muy bien. Se quedó quieto simplemente escuchando la melodía. Se acercó lentamente. Los dedos de Dylan se apresuraban a tocar las teclas sin embargo él no parecía consternado por eso. Casi parecía que flotaban.
Era hermoso. Issac se sorprendió al encontrar otra cosa de él que también le gustaba. Por eso le dolió darse cuenta que esa hermosa melodía no se la estaba tocando a él. Era para otro hombre. Suspiró. Más que enojado se sentía triste. No estaba acostumbrado al desprecio y menos así, de alguien que le interesaba.

Dylan sintió que lo miraban y se giró mientras apartaba abruptamente sus dedos de las teclas. Observó a Issac ahí de pie detrás de él mirándolo mientras su cara tenía una expresión indescifrable.
Issac se dio cuenta de que lo miraban. Esos ojos azules que tanto lo habían hipnotizado antes por fin se posaban en él. Pero no se sentía listo para decir algo. Al menos sabía que no diría nada agradable. Sin embargo no podía quedarse así.

— Deberías ir a casa— le dijo—. A descansar.

Luego simplemente se giró y fue a su habitación. Lo primero que hacía en las mañanas era bañarse y vestirse apropiadamente. Luego peinaba su cabello. Trataba de tener una apariencia impecable. Solía mirar su reflejo de vez en cuando y le gustaba verse tan bien... sin embargo ese día no se sentía satisfecho consigo mismo. Se sentía muy rechazado. Así que se quitó su ropa y se puso su pijama. Luego fue a su cama y se acostó. Le sorprendió lo fácil que se quedó dormido. Cuando despertó ya era tarde. Se quedó mirando un documental en su televisión por un rato hasta que sintió hambre. Fue a la cocina. Su madre estaba ahí.

— ¿Estás bien?— le dijo ella.
— No— dijo él mientras buscaba en unos estantes—. Tengo hambre.
— No me sorprende. Has dormido todo el día.
— Me sentía cansado.
— Espero que hayas descansado lo suficiente porque mañana pensé en ofrecer ese almuerzo a la familia Jensen que originalmente haríamos el día que Dylan se enfermó y...
— No, no haremos eso— dijo él mientras tomaba una bolsa de galletas—. Cancélalo.
— Pero es una buena oportunidad para que Dylan y tú...
— Eso ya no importa— dijo bastante tranquilo.
— ¿No te interesa que Dylan y tú tengan una buena relación?
— No realmente— dijo—. No importa sí él me quiere o me odia, nos casaremos igual. Nada podrá evitar esa boda. Así que ya da igual.
— Pero... pensé que viniste para poder conocerlo...
— Vine para arreglar algunas cosas en la casa. Eso haré. Hay muchos cambios que quiero hacer. Me dedicaré a eso esta semana. También a descansar. Hace mucho que no me tomaba un tiempo para mí. Además Matty aún sigue enojado conmigo.
— Lo golpeaste.
— Me disculparé por eso.
— Matty no te perdonará.
— Apuesto a que sí— dijo él y salió de ahí rápidamente.

Katrina lo siguió bastante preocupada.

— ¿Qué harás?— le dijo nerviosa mientras cruzaban pasillos.

Issac no dijo nada. Sólo subió escaleras y recorrió pasillos con su madre detrás de él. Llegó hasta la habitación de Matty. Abrió sin preguntar si debía. Matty estaba sentado sobre la cama con su computadora en las piernas. Lo miró sorprendido.

— Tenemos que hablar— le dijo con seriedad.
— ¿Sobre qué?— dijo Matty.
— Sobre el golpe. De verdad no quería hacerlo. No me considero alguien violento. No lo soy y lo sabes.
— Dabas mucho miedo ese día— le dijo Matty.
— Lo sé y de verdad lo lamento. Trabajaré en cómo contener mi ira. Así que quiero que me perdones.

Matty lo miró fijamente unos segundos.

— No sólo vine a pedirte perdón— dijo Issac—. También quiero compensarte por eso. Pídeme lo que quieras para compensar el daño y te lo daré.
— ¿Lo que sea?— dijo Matty con interés.
— Puedo conseguir cualquier cosa que quieras.
— Bien— dijo Matty—. Bryce se quedará en la casa hasta que yo quiera. Con eso te perdonaré.
— No, pide otra cosa— le dijo Issac.
— Eso es lo que quiero. Si no lo aceptas entonces no te perdonaré.
— Bryce podría tratar de matarte de nuevo— le dijo Issac irritado—, ¿Eso es lo que quieres?
— Me haré responsable de cualquier cosa que pase— dijo Matty.
— Aún así si él te lastima será mi culpa— dijo Issac.
— Será mía y sólo mía— dijo Matty—. Acepta mis condiciones o no te perdonaré.
— Bien— dijo Issac—. Se quedará. Pero avísame cuando ya no lo quieras aquí para que lo envíe a casa del abuelo.
— Eso no pasará— dijo Matty molesto.
— Bryce es increíblemente bueno irritando a las personas— dijo Issac—. Así que en algún momento lo odiarás. Apuesto a que eso pasará.

Después salió de la habitación.

El libro de los amores imposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora