41. Pañuelo

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Cuando Katrina encontró a Dylan, él estaba en la biblioteca hecho un desastre. Le ofreció un pañuelo para limpiarse pero él no lo tomó, simplemente trató de reponerse y tranquilizarse. Para ella era más que obvio lo que había pasado. Se acercó y le insistió con el pañuelo. El muchacho estaba hasta temblando.

— No puedes llorar cada vez que Issac te diga algo desagradable— le dijo ella—. Sobre todo si fue tu culpa.

Dylan la observó con lágrimas en los ojos muy alterado.

— ¡Yo no hice nada!— dijo exaltado.
— Y eso no importa, lo único que interesa es lo que Issac piense— dijo ella—. Aún si está equivocado. No sé qué hay entre Bryce y tú pero se acabó, ¿Me escuchaste? Desde ahora no volverás a acercarte a él, ¿Entiendes?
— Sólo toqué el piano— dijo Dylan muy triste—. Es todo.
— Pues a Issac no le gustó. Así que no lo harás más.
— Pero...
— Dylan, cariño— dijo ella mientras tomaba su mano—. Escucha con atención. Estás a menos de un mes de casarte y eso significa que todo tú estarás a disposición de Issac pronto. Eso no es malo porque él es alguien razonable... la mayoría del tiempo. Pero significa que dependerás de él en todos los aspectos posibles, sobre todo el económico. Sin el dinero que gana Issac, todos estaríamos perdidos. Incluso Bryce. Sus sesiones de terapia las paga él. Así que no nos conviene que esté molesto, ¿Entiendes eso?

Dylan tomó el pañuelo y limpió su cara mientras asentía levemente.

— Sé que es difícil y estás asustado— le dijo ella—. No te culpo por eso... él da mucho miedo a veces. Pero no es una mala persona. Tú lo sabes. Si él está feliz y complacido no tiene por qué molestarse. Así que si tratas de ser lo que él quiere, no se va a enojar...
— ¿Qué debo hacer?— dijo Dylan angustiado.
— Lo que siempre haces. Así eres perfecto. Sólo no... hables con Bryce. O con ningún otro hombre o mujer. Sólo con nosotros y tu familia. A Issac le preocupa que hablen de nosotros así que si no les damos razones para que hablen todo estará bien. A él le importa mucho la reputación de nuestra familia y a ti también debería interesarte porque este es tu legado. Esta será tu casa y nosotros tu familia. Después de la boda Issac quiere poder adoptar, no inmediatamente pero es algo que le importa porque quiere poder continuar con la historia familiar... y tú debes entender eso porque algún día le enseñarás a alguien a apreciar la herencia familiar.

Dylan sólo la observó un poco confundido.

— No te preocupes, sé que es complicado— le dijo ella—. Yo no hice las cosas bien de inmediato. De hecho estaba muy confundida. Sobre todo porque la abuela murió meses después de que me viniera a vivir aquí así que tuve que aprender a hacer todo sola... y muchas cosas las descubrí sobre la marcha. Sin embargo esa no es tu situación. Tú nos tienes. Te enseñaré y apoyaré acerca de cualquier cosa.

Dylan la observó esperanzado. Se sentía muy desesperado por no saber qué hacer pero con aquellas palabras encontró un poco de tranquilidad.

— ¿Qué hago ahora?— le preguntó.
— Por el momento nada. Irás a casa y te quedarás ahí hasta que Issac quiera verte. No será inmediatamente así que eso es bueno para ti. Cuando por alguna razón quiera que vengas, no digas nada a menos que él te pregunte y debas contestar. Te he mostrado todo este tiempo la rutina que yo sigo así que eso harás. Serás agradable si debes serlo, hablarás con respeto y amabilidad en todo momento, no serás íntimo de nadie y parecerás feliz por poder estar aquí. Aún si no es cierto. Issac necesita saber que todo es como él quiere así que no hay que darle motivos para que dude. Tu prioridad debe ser él. Si haces todo así las cosas estarán bien y no volverá a ser malo contigo.

Dylan no estaba seguro pero confiaba en ella así que simplemente asintió y deseó que todo saliera bien.
Regresó a casa y trató de fingir que nada pasó. Al día siguiente trató de ayudar en la cafetería al mismo tiempo que vigilaba su teléfono esperando que lo llamaran por si querían verlo. Sin embargo eso no pasó. Imaginó que Issac seguía molesto. Al día siguiente esperó nuevamente pero tampoco lo llamaron. Para la siguiente mañana decidió estar menos paranoico y simplemente se dedicó a relajarse. No lo logró en su totalidad pero al menos ya pudo alejarse de su teléfono. Concluyó que ya no hacía falta que Ken fuera a esperar afuera con el auto así que le dijo que podría quedarse en casa. Ken no quería dejarlo porque le preocupaba. Había tratado de hacerlo hablar para que confesara por qué estaba tan triste por esos días pero el joven no le dijo nada. Sólo siguió haciendo las mismas cosas de siempre mientras se veía totalmente miserable. Becca y Simon también se preocupaban por eso pero Dylan tampoco les dijo nada. Creían que debía ser por la cercanía de la boda. Sin embargo Ken sospechaba que había algo más. Lo recordaba cuando lo vio llorar y aunque sabía que él era una persona muy melancólica, no solía llorar así. Pero Dylan se negaba a hablar, simplemente cambiaba de tema. Decidió retirarse a casa tal y como el chico se lo pidió pero le aseguró que si lo necesitaba sólo debía llamarlo y él iría inmediatamente.

El libro de los amores imposiblesDonde viven las historias. Descúbrelo ahora