Adorablemente Estúpido [ Terminado]

El Baile [M]

Can POV

Cuando Tin me pidió que le bailara, me sorprendí mucho por la petición. Luego repetí mis últimos segundos en cámara lenta... lo que para mí era un estiramiento de músculos, seguramente para él fue algún tipo de proposición subida de tono.

Probé moverme pero era incómodo porque el plug amenazaba con salirse a cada movimiento. Así que me senté un de medio lado, ahí estaba cómodo y nada parecía salirse de su lugar. Lo miré y el maldito imbécil estaba recostado contra un mueble, sonriendo al verme luchar. Pero yo también le tenía preparado algo...

Volví a moverme como gatito, me hice el tierno y pasé mis manos por mi cara como si me estuviese limpiando. Luego lamí una de mis manos inocentemente, como si estuviese en mi papel de gatito. A continuación me chupé un dedo y luego dos y ahí lo miré y ya no tenía estampada su sonrisita de autosuficiencia. Fue entonces cuando me paré y él volvió a recostarse contra el mueble. No podía caminar en cuatro patas: primero porque se me saldría el plug, segundo porque se me saldría la escencia de Tin y tercero, porque mis manos aún estaban atadas. Pero traté de caminar medianamente sexy, sin cortar el contacto visual.

Cuando llegué cerca suyo me arrodillé frente a él (no en cuatro patas, solo mi pantorrillas y pies apoyados en el suelo). Comencé a restregarme en su pierna, como si fuera un gato. Subía mi cuerpo de a poco, hasta que no me dijo nada al tocar su cinturón. Ahí se me fue todo el acting. Lo desabroché , bajé un poco sus pantalones y cuando estaba tan cerca de la gloria eterna:

- Déjame.

Se separó de mí y creo que no pude ocultar mi cara de tristeza, sentí como si un adulto le quitaba el dulce a un niño... Esto es tan injusto. Él sonrió y se agachó a mi altura.

- Gracias, gatito. -Se acercó a susurrarme y al tiempo que me dió un beso en la mejilla, me quitó el plug nuevamente. Por instinto traté de mirarme, es que sentía que el líquido en mi cuevita se me iba a escapar...
Tin me tomó del rostro y comenzó a besarme y yo levanté mis brazos y lo envolví. Volvió a besarme y aunque no podía evitar hacer sonidos o querer separarme, porque la sensación de la escencia de mi imbécil dejando mi cuerpo, era extraña.

- Ahora sí, baílame, Can.

Me despegué varios pasos de él y me puse de espaldas: abrí mis piernas y dejé caer mis brazos hasta el piso, era bastante complicado equilibrarse así, pero lo hice y con esa visual traté de mover el trasero, como si pudiera hacer twerk. Me giré para mirarlo y él se mordía el labio.

- Eres lo más hermoso que hay en el mundo, bebé.

Se me acercó, me acarició toda la espalda, me tomó de un brazo y me levantó.

Yo me quedé parado, sin saber qué hacer. Pero el líquido blanco, recorría mis piernas y picaba. Movía mis piernas como cuando una chica quiere hacer pipí.

- Ya me encargo de eso, Can.

Me limpió con unas toallitas. Me sentí como si fuera un bebé de nuevo, solo que en vez de tener a mamá tenía a Papi Tin...

- Bien. -Dijo de pronto- Te has comportado de maravilla, así que te ganaste cinco minutos para jugar con Tin.

Él extendió sus brazos y sonrió. Yo fui de inmediato y le saqué su camisa, él reía por la inmediatez de mis actos. Lo había arrinconado de vuelta contra el mueble. Lo besé, le di besos en su cuerpo, toqué, pellizqué, lamí y mordí sus protuberancias (sus sonidos y miradas me prendían como si fuera un fuego). En seguida me arrodillé frente a junior. Ese era mi premio, lo sabía.

Había estado practicando un montón para esto, yo sé que mi imbécil se vuelve loco y mi sueño es que pierda completamente el control, y obvio, poder tragarlo entero. Veremos hasta donde llego. De más está decir que aproveché para quitarle todas las prendas que le quedaban. Desde que había sacado su cinturón ya sabía que estaba duro. Parece un scout con su lema de "siempre listo". Sonreí y comencé a lamerlo, lento. Por más que mis cinco minutos terminaran, él no me dejaría a medias. Giraba mi lengua con fuerza en la cabeza, mientras que mis manos jugaban con sus testículos. Luego quise comerlo y si bien no pude completar mi meta, si fue más extensión de la habitual. Mi imbécil producía unos sonidos deliciosos.

- Mierda, Can.

No pude evitar sonreír, aún con junior en mi boca y Tin de quejó.

- Tus dientes, bebé.

Hasta cuándo me equivoco, me corrige con dulzura. Me saqué a junior de la boca, me levanté (él se asombró muchísimo) lo tomé de la mano, lo llevé hasta la cama y lo empujé. Él se acomodó: se recostó contra la cabecera. Volví a dónde había dejado, succionaba con movimientos lentos y cuando me pareció que estaba todo en una postura correcta, ahuequé mis mejillas y comencé con mayor velocidad.

- ¡Bebé!... Mierda...

Me sentí Can todo poderoso. Lo miré y estaba con su cabeza un poco inclinada hacia atrás, sus ojos cerrados, sus manos firmes en las sábanas y su hermoso six pack estaba muy marcado. ¡Me había olvidado de algo importantísimo! Me separé y lo miré serio.

- Solo te lo preguntaré hoy porque es tu cumpleaños ¿dónde quieres acabar?
- Eso no importa, lo que quiero es... -dudó. Me extrañó mucho porque él suele ser el que no tiene pelos en la lengua. Tomó mi rostro con una mano y me acarició una mejilla con su pulgar- ¿Puedo marcarte el ritmo? -Asentí.

Jamás me soltó. Con su mano en mi cabeza me hizo bajar hasta su entrepierna. En cuanto empecé, lo entendí: la velocidad que él deseaba, estaba muy lejos de la que yo le estaba brindando. Claro que era todo desordenado: sentía que me iba a ahogar, me salían lágrimas de los ojos y daba lo mejor de mi. Pero había logrado uno de mis cometidos: Tin estaba completamente ido. Una visión maravillosa.

- Estoy llegando...

Me avisó y me soltó para que yo hiciera lo que quisiera. No me moví. Tin se vino fuerte, esa no me la esperaba, pero aunque me quedaron hilos del líquido lechoso; me arrodillé frente a él, pasé un dedo por donde tenía sucio y me lo chupé.

- Exquisito. -Los ojos de Tin estaban clavados en mí y eran completamente negros.

Este es su momento de debilidad, yo sé que mi momento de Can todo poderoso acabará pronto, así que debo aprovechar. Me tiré encima suyo para susurrarle:

- No vi como tú escencia salía de mi... Pero si lo hicieras de nuevo, podría verlo con los espejos del techo.