Exquisito [M]

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Tin POV

Me agaché para guardar el separador. Me quedé unos segundos así recuperando el aire. Me sentía sucio, no era lo mismo que con condón, así que fui a buscar una toallita húmeda y de paso las dejé cerca. Al girarme... Can se estaba moviendo de manera muy provocativa, sí, tenía sus piernas juntas. Pero se agachaba un poco y volvía a levantarse, se movía un poco hacia adelante y volvía a su posición original... Su cola de gatito se movía con gracia y eso, ayudaba a completar mi fantasía. Me mordí el labio y me apoyé contra una repisa.

- Quiero que bailes para mí, gatito.

Can se sorprendió un poco, pero se sentó de medio lado y actuó cute, como um gatito de verdad; movió sus manos sobre su cara y luego comenzó a lamerlas, como si se limpiara. Todo iba bien hasta que comenzó a chuparse un dedo de forma sensual y luego dos, y para ese entonces volteó a mirarme y yo ya estaba listo para la ronda dos. Pero en cuanto me separé del mueble, él se movió y se paró.

Comenzó a caminar hacia mi, pavoneándose y se arrodilló ante mi. No en cuatro patas, solo sus rodillas en el suelo. Pero para mí sorpresa, se restregó contra mi pierna, como hacen los gatos. Con un poco de juego, tocó mi cinturón y lo dejé. Hasta que recordé Corea y que se le hacía difícil esa posición; así que me separé.

- Déjame.

Cuando me separé, me sorprendió la mueca de tristeza en la cara de Cantaloupe... Es un chiquillo muy travieso.

- Gracias, gatito. -Me agaché y acerqué a susurrarle, al tiempo que le di un beso en la mejilla, y le quité el plug nuevamente.

Lo besé, él me envolvió ya que sus manos seguían atadas y continuamos besándonos. En comparación a los besos que veníamos teniendo, eran dulces. Me separé.

- Ahora sí, baílame, Can.

El se separó, dió unos pasos hacia atrás, sin dejar de mirarme. Se volteó, abrió sus piernas, agachó el tronco superior y trató de apoyar sus manos en el suelo. Una vez estuvo en esta deliciosa posición, comenzó a mover su trasero. La vista era espectacular. Especialmente porque la sustancia blanquecina que adornaba todo eso... Era mía. En un momento me miró y me encendí aún más.

- Eres lo más hermoso que hay en el mundo, bebé.

Me acerqué y lo levanté porque sé que ha de ser difícil equilibrarse en esa posición. Cantaloupe se notaba muy incómodo con mi escencia bajando por sus piernas.

- Ya me encargo de eso.

Fue buena idea haber acercado las toallitas. Lo limpié. No hice nada indebido, si bien aún tengo muchas ganas de tocarlo de forma pecaminosa, me delimité tan solo a limpiarlo.

- Bien. -Le dije una vez finalicé- Te has comportado de maravilla, así que te ganaste cinco minutos para jugar con Tin.

Se abalanzó con rapidez sobre mi, me besaba y me desabrochaba la camisa. Me reí entre besos, su urgencia era un contratarte ante su pasividad demostrada hasta ahora. Volvió a arrinconarme contra el mueble. Me lamió mi cuello y cambiaba a besos, hasta que llegó a mis zonas erógenas. Me tomó con fuerza de la cintura, lamió y luego mordió fuerte; quitó una de sus manos y la subió para pellizcarme. Nunca había jugado de forma tan bruta, asumo que es por el apremio de los cinco minutos. Me  tenía aspirando, quejándome y jadeando alguna que otra vez. Me sacó la camisa, volvió a besarme con hambre. Luego se agachó frente a mí; sus manos no podían estar quietas: aprovechó para sacarme toda la ropa. Me empujó contra el mueble. Es un brutito, pero me gusta.

Comenzó a lamerme y jugaba con mis testículos. Me tenía jadeando sin compasión. Se nota que estuvo instruyéndose porque ha mejorado. Pero cuando probó comerme y pudo ir más profundo de lo habitual, me perdí.

- Mierda, Can.

Se rió y sentí sus dientes.

- Tus dientes, bebé.

Se levantó y yo me asusté ¿se habrá enojado? Pero me tomó de la mano y me condujo hasta la cama y me empujó con sutileza. Yo me acomodé contra el respaldo; ya anticipaba que se venía lo bueno. Volvió a dónde estaba, succionándome lento pero profundo. Maldición... ¿cuándo se volvió tan bueno? De pronto, hizo un movimiento extraño en su boca y comenzó con mayor velocidad.

- ¡Bebé!... Mierda...

Me tenía jadeando desvergonzadamente.

- Solo te lo preguntaré hoy porque es tu cumpleaños ¿dónde quieres acabar?

En ese momento me di cuenta que había estado con los ojos cerrados, porque los abrí para observarlo. Respiraba con dificultad. Quería aprovechar al máximo este nuevo Can, conocedor del sexo oral.

- Eso no importa, lo que quiero es...

Me detuve. Lo deseo con anhelo, pero me da miedo lastimarlo. Tomé su rostro con una mano y lo acaricié.

- ¿Puedo marcarte el ritmo? -Asintió.

Ya que lo estaba sosteniendo, comencé a bajar su cabeza. Cantaloupe es un niño muy obediente y comenzó. Casi enseguida enredé mis dedos en su cabello, lo sostuve con fuerza y comencé a moverlo. Escuché algunos sonidos ahogados, pero francamente estaba ido. Además, no me pegó ni trató de alejarse.

- Estoy llegando... -Le avisé, para que haga lo que quiera. Lo solté.

No se movió. Tragó mi descarga como un campeón. Yo quedé recuperando mis fuerzas cuando veo que se limpia un hilo de líquido blanquecino que le había quedado en la comisura de la boca: se lo quitó con el dedo y lo chupó en forma seductora. Este chiquillo del demonio me quiere dejar seco.

- Exquisito. -Me miraba fijamente.

Yo no podía quitarle los ojos de encima, era como si estuviera hipnotizado por Cantaloupe. Él se inclinó y recostó su cuerpo encima del mío. Yo aún seguía recuperando mi aliento. Pero él ya estaba pensando en otra cosa. Se movió con lentitud, su nariz rozó mi clavícula, luego mi cuello hasta que paró al llegar al oído para susurrarme:

- No vi cómo tu escencia salía de mi... Pero si lo hicieras de nuevo, podría verlo con los espejos del techo.

¡Diablos Can! No me dejas ni respirar. ¿Cuando se volvió así de travieso? ¿Yo lo corrompí tanto?

- Como tú quieras, bebé.

Mi chiquillo estúpido sonrió y me besó. Luego se acurrucó en mi pecho y pasaba su dedo por mi cuerpo.

- Eres tan hermoso, Tin. -Se volteó y ahora me observaba- Tin Medthanan es tan bueno con Can -Lo pronunció raro, el chiquillo del demonio tramaba algo. Lo observé.

Él sonrió y comenzó a levantarse lentamente, sus movimientos ya empezaban a hacer estragos en mi vientre bajo. Sin previo aviso, me manoseó el torso cuanto quiso y como quiso. Eso me sirvió para recuperar mi aire y volver a tener fuerzas para detenerlo, de ser necesario. Can acercó su rostro a mi cuerpo y volvió a moverse como si fuera un gatito: restregaba su mejilla contra mi pecho. Pero subió lentamente, a bases de lamidas y mordidas para tomar el lóbulo de mi oreja entre sus dientes y cinchar con fuerza.

- Gatito ama complacer a su amo.

Y eso fue todo. No aguanté más.

Adorablemente Estúpido [ Terminado]Donde viven las historias. Descúbrelo ahora