Capítulo 49.- ¿Qué acaba de pasar?

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Las personas que las rodeaban sintieron que había muchas historias entre ellas, por lo que sus opiniones fueron cambiando.

El opulento restaurante albergaba a comensales adinerados, y muchos podían decir que el atuendo y los accesorios de Jocelyn eran reales de marcas reconocidas con tan solo mirarla.

"Bueno, parece que ella es la desvergonzada, pues si usa solo marcas de lujo, debe de provenir de  una familia rica".

"Supongo que está calumniando a la otra chica solo para evitar pagar la deuda".

"¡Mierda! No esperaba que la situación se revirtiera".

Aunque Jocelyn sintió una punzada de arrepentimiento, abrió la billetera de todos modos, y esta estaba repleta de dinero.

"Dámelo", le ordenó Janet con una leve sonrisa, y poniéndose de pie, sacó el dinero de la billetera de su hermanastra. Con cuidado, contó los billetes y los dispuso ordenadamente. "Ocho mil es algo. Gracias, señorita Lind".

Jocelyn quedó sin nada aparte de la ropa y zapatos que llevaba puestos. "¡Solo espera y verás!", dijo de dientes apretados.

Sonriendo, Janet puso el collar y el dinero en el Hermes Birkin. "Está bien, señorita Lind. Esperaré a que pagues la deuda la próxima vez".

Acto seguido, se puso de pie para dirigirse a la recepcionista. "Por favor, dennos una bolsa para que la señorita Lind pueda poner su celular y cosméticos".

Dicho eso, se dio la vuelta y le dedicó una dulce sonrisa a Jocelyn. "No tienes que pagar por la bolsa; yo invito".

Jocelyn casi pudo saborear sangre cuando apretó los dientes demasiado fuerte, y supuso que perdería la cabeza si se quedaba allí más tiempo.

Al darse cuenta de que Janet estaba mirando sus zapatos de tacón Chanel, temió que se los arrebatara y la obligara a caminar descalza a casa, así que agarró rápidamente su bolso y salió enfadada del restaurante.

Luego de verla irse, Janet se sentó y comenzó a estimar los precios de las cosas que Jocelyn le había dado, y tan solo el Hermes Birkin valía mucho dinero.

Una sonrisa triunfante se abrió paso en sus labios.

Una vez que guardó las cosas, miró hacia arriba para encontrarse con que Christopher la miraba con los ojos muy abiertos mientras todavía sostenía el cuchillo y el tenedor en sus manos.

El rostro de Janet enrojeció de vergüenza de inmediato, pues lo cierto era que el comportamiento que acababa de tener iba en contra de la impresión que él tenía de ella. No obstante, Janet ya no era una presa fácil.

"Cada familia tiene sus cosas, Chris, y lamento que tuvieras que ver eso, pero la mía es un poco especial", le dijo sonriendo.

"No, yo sé que tú eres una mujer de buen corazón. Sin embargo, cuando alguien te molesta, tienes que defenderte, y yo creo que no hay nada de malo con eso", replicó él con una sonrisa de asombro.

Janet lo había vuelto a impresionar ese día. Y es que debido a su apariencia delicada y su rostro inocente, él pensó que ella era alguien que soportaría todos los problemas y sufriría en silencio, pero resultaba que no era así pese a su dulzura.

Ese incidente solo hizo que él la adorara aún más. El detalle era que ella no tenía sentimientos especiales por él.

Christopher miró de reojo a Ethan, quien había estado en silencio todo el tiempo, y se preguntó qué relación compartía con Janet.

Janet sintió que Christopher solo estaba bromeando, pero a fin de cuentas no le importaba lo que pensara de ella. En ese momento, más importante que su imagen era el dinero.

Echándole un disimulado y veloz vistazo a Ethan, ella captó su mirada indiferente.

Ninguno de los dos dijo palabra alguna.

De hecho él bajó la cabeza y siguió mirando su celular.

Tras aclararse la garganta, Janet se comió el bistec restante.

Habiéndose despedido de la pareja, Christopher salió solo del restaurante.

Dado que era tarde en la noche, las luces de neón en las calles se encendieron, por lo cual la ciudad estaba decorada con luces de colores. Además, el tráfico estaba en uno de sus picos.

"¿Quieres caminar de regreso?", consultó Janet al tiempo que le daba una fugaz mirada a Ethan.

Ella había sentido un impulso repentino de caminar a casa con él. Es decir, nadie sabría sus nombres o identidades, y ellos serían solo una pareja común y corriente caminando uno al lado del otro bajo el cielo nocturno.

Ante eso, él por fin rompió su silencio. "Está bien", dijo mientras se giraba para mirarla.

En ese instante no pudo evitar pensar que no podía entenderla, pues el incidente en el restaurante y la forma en que su hermana mayor le habló lo confundió.

"¿Qué pasa con tu familia? ¿Por qué los Lind te deben dinero?".

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora