Capítulo 127. - El secuestro

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"Disculpe, está conduciendo en la dirección equivocada".

Cuando Janet miró por la ventana, descubrió que alcanzaba a ver solo naturaleza, y que el lugar estaba deshabitado y rodeado por una extensión interminable de árboles.

El auto serpenteaba por una vía desconocida.

Hannah conocía el camino a casa mejor que nadie, y también se dio cuenta de que estaban atravesando un terreno desconocido.

"¡Por aquí no se llega a nuestra casa! ¿Acaso va en la dirección equivocada a propósito?", gritó ansiosamente.

Al sentir que algo andaba mal, Janet se agarró rápidamente del asiento del conductor. "¡Deténgase! ¡Tenemos que bajar!".

El hombre las miró por el espejo retrovisor, y dado que llevaba una mascarilla, solo sus ojos estaban visibles. Al contrario de lo que le habían pedido, él pisó el acelerador, y con eso, las dos pasajeras se sacudieron hacia atrás.

Hannah acababa de someterse a la cirugía, por lo que se derrumbó débilmente en el asiento, y sus labios palidecieron en un instante.

El taxi se movió en una dirección desconocida, dando vueltas a lo largo de la sinuosa carretera en la montaña.

"Le dije que detuviera el auto. Si no lo hace, ¡llamaré a la policía!", amenazó Janet al tiempo que sacaba su celular de su bolso y marcaba. "¡Ayuda! Me está secuestrando un taxista. No sé dónde estoy, solo veo un bosque de arces frente a mí".

"Señora, cálmese, por favor. ¿Recuerda el número de matrícula del auto? ¿Podría ser más específico sobre dónde está y qué hay a su alrededor? Cualquier pista nos sería útil".

Ella no podía identificar dónde estaba, y mucho menos podía ver la placa, cosa a la que no le prestó atención al abordar.

"No, no lo sé. No recuerdo ¡Estoy aterrorizada! Por favor, ayúdeme", replicó con su voz temblando de miedo.

"Lo siento, señora. ¿Algún punto de referencia o algo distintivo que pueda ver?".

"No, nada. Es un lugar desolado rodeado de montañas y árboles".

Con una burla, el conductor hizo oídos sordos, y de repente giró el volante en un movimiento brusco.

En el asiento trasero, Janet saltaba con cada curva cerrada que agarraban, y su celular terminó volando de su mano. Tras buscar a tientas, ella finalmente lo encontró, pero desafortunadamente la llamada se había cortado.

Incorporándose, ella miró por la ventana y enseguida sintió el viento como un cuchillo afilado en su rostro.

Justo cuando intentaba saltar del auto, su mirada se posó en Hannah, quien se había desmayado en el asiento.

Entonces pensó que si bien ella podría saltar fácilmente del auto y escapar, Hannah era mayor y acababa de recibir el alta del hospital. Ella definitivamente no podía dejarla sola allí.

Habiendo sacado su billetera, reunió todo el dinero, y enojada, se lo arrojó al conductor. "Tenga todo mi dinero. ¡pero déjenos ir!".

Entrecerrando los ojos, el hombre se rio. "¡Perra! ¿De qué me sirven tus billetitos?".

Y haciendo caso omiso de las súplicas de Janet, se adentró en un pequeño bosque.

Sin saber qué más hacer, Janet llamó a Ethan de inmediato.

Tan pronto como la llamada se conectó, gritó: "Ethan, Ethan... El taxista nos secuestró a mí y a Hannah. Parece que estamos en un bosque de arces, pero no sé la ubicación específica. No hay nadie aquí, y esto está a una hora en auto de la ciudad...".

Controlando sus emociones, ella trató de describirle con calma su situación.

"¿Tienes algo para protegerte? Intenta escapar o negociar con el conductor. Estaré allí en 20 minutos".

Al escucharlo, Janet tuvo una sensación de seguridad, pues la calma de Ethan de alguna manera le hizo creer que todo estaba bien, y que él iría por ella. Y es que confiaba en él.

Sin embargo, estaba demasiado asustada como para notar que la voz de Ethan nunca antes había sido tan fría y seria.

Al escuchar que Janet estaba hablando por teléfono de nuevo, el conductor pisó el freno, con lo cual hizo que esta chocara su frente contra el asiento y gritara de dolor.

Sin perder tiempo, ella buscó a tientas en su bolso, y no bien tocó un bolígrafo, escuchó que la puerta se abría.

"¡Maldita perra! ¿A quien estás llamando?", espetó el conductor al tiempo que la agarraba por el cabello y la arrastraba fuera del auto. Luego le arrebató el celular.

"¡Aaah! ¡Suéltame!", gritó ella horrorizada mientras daba patadas sin parar, luchando por escapar.

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