Capítulo 132. - Por favor, no te vayas

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Janet estaba a punto de llorar y lucía muy frágil.

Ethan no podía dejarla sola después de verla así.

"¿Estás segura de que quieres que me quede? Ya sabes que no soy un caballero".

Con su manzana de Adán balanceándose y su mandíbula tensándose, la levantó de la bañera y la presionó contra la fría pared.

Al ser tomada por sorpresa, ella soltó un gritito, y ni siquiera había tenido la oportunidad de reaccionar.

Aunque parecía gentil, la ferocidad del beso de Ethan reflejaba la intensidad de su deseo. Tras chuparle los labios, le abrió la boca con la lengua, y cuando comenzó a acariciar la de ella, la hizo gemir de placer.

"Mmm... Ethan, yo... no puedo respirar...", dijo ella como pudo y movió la cabeza hacia atrás, tratando de zafarse un poco de él. Su respiración vacilaba y el sutil rubor en sus mejillas aumentó.

"¿No quieres?", preguntó Ethan mientras frotaba su nariz contra la de ella. Sus ojos oscuros brillaban de ganas, y luego de tragar saliva, le mordió suavemente la barbilla. "Si tienes miedo, deja de seducirme y pórtate bien".

De inmediato, el rostro de Janet se puso de un tono más rojo, pero de todos modos se negó a dejarlo ir. "Mi... Mi período ya terminó...".

Los ojos de Ethan se abrieron con asombro, y agarrando la toalla que tenía a su lado, la envolvió alrededor del delicado cuerpo de Janet mientras su propia respiración estaba algo fuera de control. "No, esto no está bien. Lo mejor es que te bañes primero. Yo esperaré afuera".

Él sintió que el miedo de Janet la había llevado a decir tal cosa, pero definitivamente él no quería aprovecharse de su vulnerabilidad.

Justo cuando estaba a punto de irse, ella lo abrazó por la espalda, de modo que la toalla de baño se deslizó al suelo.

"Por favor, no te vayas...", le pidió entre lágrimas.

Ella sintió que había perdido la cabeza, puesto que había permitido que su deseo nublara su razonamiento y su lógica.

Sin embargo, no estaba actuando por miedo. El incidente de ese día solo la hizo darse cuenta de cuánto le gustaba Ethan y cuánto confiaba en él.

Esa era la primera vez que ella había dado el primer paso de acercarse a él.

Ethan había estado tratando de contener su lujuria y deseo todo este tiempo.

Si bien sentía que no podía esperar más, hizo todo lo posible por contener sus emociones y preguntó: "Siempre me has impedido tener intimidad contigo. ¿Por qué lo quieres ahora? ¿Qué fue lo que pasó?".

"Nada... Yo... Solo creo que eres un buen hombre, y consumar nuestro matrimonio no parece una mala idea", respondió ella con el rostro ardiendo de vergüenza, ya que nunca antes había admitido abiertamente sus sentimientos a un hombre.

Eso era casi una confesión de amor.

"Pues yo temo que luego te arrepientas", replicó él al tiempo que le acariciaba la mejilla y le plantaba un suave beso. "Pero no debería haber arrepentimientos porque tú iniciaste esto", susurró con su cálido aliento soplando sobre la piel de Janet.

"No me arrepentiré", dijo ella, temblando bajo su toque.

Entonces comenzaron a frotar sus cuerpos uno contra el otro, y tal proximidad la hizo sentir algo de timidez.

Habiéndola escuchado decir eso con seguridad, Ethan no pudo esperar más, y enseguida la levantó y la llevó a la bañera.

Tras quitarse la ropa con un rápido movimiento, se cernió sobre ella, apoyando las manos a ambos lados de la bañera. Sus fuertes músculos se flexionaban con cada movimiento mientras su pecho cincelado se presionaba contra el delicado cuerpo de Janet.

Ella sentía calor por todas partes, pero no se atrevía a mirarlo a los ojos.

No fue hasta ese momento que se dio cuenta de cuánto deseaba a Ethan, tanto así que no podía apartar los ojos de su figura perfecta. Ella podía sentir la lujuria corriendo por sus venas.

Abrazándola y acariciando su cuerpo en el proceso, él la besó suavemente, aunque gradualmente este se profundizó entre chupadas y mordidas en los labios.

Dado que sus cuerpos desnudos estaban entrelazados en la bañera, las burbujas se dispersaron a medida que se volvían más apasionados y agresivos.

Janet sintió que Ethan no podía esperar más porque su erección le rozaba el abdomen, y con los párpados pesados de placer y sus ojos rojos, él la miró a los suyos. "Dime si te duele", le susurró antes de darle un beso en los labios.

Con sus pestañas revoloteando hasta cerrar los ojos con fuerza, ella se mordió el labio y hundió la cara en el fuerte hombro de él. Pese a lo nerviosa que estaba, la curiosidad la superó al sentir el enorme pene frotándose contra sus labios vaginales.

La Novia Más Afortunada.Donde viven las historias. Descúbrelo ahora