Capítulo 10.- Una mujer increíble

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"Ethan, creo que malentendiste lo que estaba pasando. Regañé a mi hija en un ataque de ira, pero eso no significa que no la quiera", Fiona explicó en el tono más amable que pudo, aún con los ojos fijos en los regalos.

"No es necesario que me expliques nada", Ethan respondió con indiferencia, pues no estaba de humor para escuchar su estúpida justificación.

Ante la reacción de su jefe, Sean empacó todo y se apresuró a cargar las bolsas.

Ethan no dijo nada más, simplemente tomó la mano de Janet y salió de la villa de la familia Lind.

Impotentes, Fiona y Jocelyn no pudieron hacer nada más que mirar a la pareja que se alejaba.

Una vez afuera, Ethan soltó a Janet y le preguntó suavemente: "¿Por qué no me dijiste que vendrías a ver a tus padres?".

Pero como ella solo quería pedirles el dinero que habían acordado antes, no planeaba contárselo: "Pues es que no pensaba visitarlos, fue algo que se me ocurrió de repente. Iba pasando por aquí y decidí detenerme. ¿Escuchaste toda nuestra conversación?".

"Solo oí lo que tu madre dijo sobre ti. ¿Te dijo algo más?", mientras hablaba, Ethan se giró para mirarla a los ojos.

Pero Janet negó con la cabeza, pues tenía miedo de que Ethan se enterara del trato y arruinara todos sus planes.

No obstante, él, sin saber bien lo que pasaba, la apoyó ciegamente. "¿Cómo pudiste defenderme después de escuchar solo una parte de nuestra discusión? ¿Y si mi madre en verdad tenía razones para regañarme? Debes saber que es peligroso meterte con los Lind", dijo ella.

Encogiéndose de hombros, Ethan replicó como si nada: "No me importa".

Ante esto, Janet soltó una risita entre dientes.

Cada vez que los visitaba, los miembros de la familia Lind aprovechaban para humillarla; sin embargo, hoy, tanto Fiona como Jocelyn habían tenido que tragarse su coraje. Evidentemente, Janet se alegró de ver la decepción reflejada en sus rostros.

Además, algo que la había dejado sin palabras era el cuidado y la preocupación que Ethan le había demostrado.

"Oye... ¿y estos de verdad son regalos de la familia Lester?", preguntó ella, señalando las bolsas.

"¡Por supuesto que no! Ellos me abandonaron desde hace años. Simplemente los alquilé para deslumbrar a tu familia. Aparte, no tenía la mínima intención de darles estos obsequios".

Ethan había escuchado que Jocelyn era una mujer interesada, y temiendo que quisiera aprovecharse de su fortuna después de casarse con él, había mentido diciendo que ya no tenía nada que ver con su familia.

Mirando a Sean, Ethan agregó: "De hecho, el hombre que lleva las bolsas trabaja para una tienda de alquiler de lujo".

"Hola, señorita, ¡es un placer conocerla!", Sean estrechó la mano de Janet cortésmente y no pudo evitar admirar su belleza. Esta chica no se parecía en nada a lo que había imaginado; poseía un rostro angelical y no era arrogante ni presumida en absoluto.

"¿Y tú por qué la saludas, eh?", Ethan entrecerró los ojos hacia Sean y este último retiró su mano inmediatamente.

"Vamos, no seas grosero con él. Después de todo, está cargando estas pesadas bolsas por nosotros y deberíamos ser agradecidos. Es sorprendente encontrar una empresa de alquiler que ofrezca un servicio tan excepcional. ¡Incluso lleva las bolsas de sus clientes!", Janet exclamó con una sonrisa, revelando los lindos hoyuelos de sus mejillas.

Sean abrió la boca pero no supo qué decir, así que solo terminó devolviéndole el gesto.

De pronto, Janet ató su largo cabello en una cola de caballo, se puso en cuclillas y comenzó a inspeccionar las cosas en las bolsas: "Nada se ha roto, ¿verdad? ¿Cuánto tendríamos que pagar si hay algún daño?".

Sean tuvo que aguantarse las ganas de reír y apretó los labios. Resultaba que todos esos artículos eran una colección de obsequios que la gente le había dado a Ethan.

"No se preocupe por eso. Puede devolver las cosas a nuestra empresa en cualquier momento", respondió Sean, haciendo gala de sus dotes de actuación.

Apoyándose contra el poste de la lámpara, Ethan contempló a Janet, quien estaba examinando los costosos regalos. Era increíble que no hubiera ni un solo rastro de codicia en sus hermosos ojos cuando miraba las preciosas joyas y solo las apreciaba como si fueran obras de arte.

Ethan suspiró profundamente. ¡Esta "Jocelyn Lind" era muy diferente a los rumores que había escuchado y mucho mejor de lo que había pensado!

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