Capítulo 183. - Ser una amante

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"Papá, no te preocupes, yo estoy contigo", dijo Jocelyn antes de respirar hondo y ponerse de pie. "Encontraré una salida". Dicho eso, ella agarró la mano de Bernie y se sentó a su lado.

"Jocelyn, tu madre ha dado un mal ejemplo, y no quiero que sigas sus pasos. Mira, el dinero no lo es todo. Todavía podemos vivir una vida pacífica. Una vez que consigas un trabajo estable, puedes encontrar un hombre honesto y de confianza para casarte, y luego tener hijos y vivir feliz". 

Los problemas implacables le habían enseñado al hombre una gran lección de vida, por lo que comenzó a tratar de ver el lado positivo en lugar de presionar demasiado a su hija. Después de todo, solo quería lo mejor para ella.

Sin embargo, Jocelyn no quería casarse con un hombre común y corriente.

Ella ni siquiera podía imaginarse viviendo una vida ordinaria.

"Papá, eso no es lo que quiero", dijo con firmeza y segura de lo que quería, ya no quería perder el tiempo discutiendo eso con su padre.

Entonces se puso de pie y subió las escaleras con su bolso en mano.

Ella no podía quedarse allí sentada y solo orar para que su vida mejorara. A fin de cuentas, las mujeres no eran jóvenes y bonitas por mucho tiempo. Jocelyn siempre quiso vivir una vida rica, y decidió que buscaría eso ella misma esta vez.

No obstante, primero que nada respiró hondo para calmarse.

Dado que había estado yendo a fiestas durante los últimos días, conoció a varios hombres ricos en ellas, pero ella no parecía gustarles a los solteros elegibles, pues todos desaparecían después de acostarse con ella. Lo cierto era que ninguno estaba preparado para una relación estable con ella.

Sin embargo, uno de ellos parecía interesado.

Al recordarlo, abrió su bolso y sacó su tarjeta de presentación. El nombre "Luke Turner" estaba impreso en negrita en ella.

Él era la cabeza de la familia Turner.

Las cejas de Jocelyn se fruncieron, puesto que jamás se le pasó por la mente entablar una relación con él.

Luke era un hombre de aspecto normal de unos cincuenta años. Además, estaba casado y tenía un hijo. Ella nunca quiso ser una amante, y aunque tuvo unos cuántos novios hasta el momento, su objetivo era casarse con alguien perteneciente a una familia adinerada, y vivir una vida lujosa. Luke no era de su tipo ni de la edad ideal para ella. Por otro lado, ella solo se fijaba en hombres guapos, de modo que la idea de estar con un hombre casado, gordo y de mediana edad le disgustaba. Si bien los Turner ocupaban una posición importante en la ciudad y eran una de las familias más ricas, Jocelyn no consideraba tener una relación con Luke precisamente.

No obstante, ahora estaba desesperada por encontrar un socio rico.

Mordiéndose el labio inferior, se puso a reflexionar. Ella no esperaba que la familia Lind se fuera a la quiebra algún día.

Teniendo todo eso en cuenta, decidió dejar de lado su orgullo y pensar en el futuro, ya que ser pobre y luchar para llegar a fin de mes parecía mucho peor que ser la amante de un hombre de mediana edad. Si tenía que depender de un hombre rico para vivir una vida sofisticada, Luke era la elección que tenía a la mano.

Entonces decidió olvidarse de todo eso.

Acto seguido, llamó a Luke y lo invitó a cenar.

A él le gustaba ella porque era joven y hermosa.

Obviamente aceptó su invitación sin dudarlo. La cena fue solo una excusa para meterse con ella a la cama, y la verdad era que llevaba mucho tiempo esperando acostarse con una mujer sensual como ella.

Para su sorpresa, Jocelyn, quien lo había rechazado cuando se conocieron, parecía emocionada de verlo ahora.

"Me da la impresión de que has estado pasándola difícil últimamente, señorita Lind", comentó él antes de tomar un sorbo de vino.

El hombre era astuto. Después de todo, él era la razón del éxito de su familia.

"Es usted un hombre inteligente, señor Turner", dijo ella con una sonrisa. Fiona le había enseñado a seducir a los hombres, y ella sabía que tendría que esforzarse más para ser su amante o el hombre la tiraría como basura después de una noche de placer.

No obstante, Luke no estaba de humor para andarse por las ramas, y sonriente, deslizó una tarjeta de habitación hacia ella. "Señorita Lind, si tienes algún problema, puedes ir a esa habitación a verme. La reservé durante un año entero".

Con una risita, Jocelyn le frotó las piernas con el pie.

Y así, los dos comenzaron a usarse el uno al otro para satisfacer sus respectivas necesidades.

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